Ana Salgado
TERAPEUTA SEXUAL Y DE PAREJAS
Al inicio de una relación, cualquiera puede ser buen amante. Es triste aclararlo, pero, ante la novedad, nuestro cerebro secreta hormonas que nos hacen sentir que esa persona y lo que hacemos con ella es lo máximo. Sin embargo, esto solo dura algún tiempo. Un poco más si nos enamoramos o un poco menos si empezamos a sentirnos usados, abusados o de alguna manera incómodos, pero lo cierto es que está destinado a terminar. ¿Y entonces, qué? Pues como con todo, toma trabajarlo.
Para cuidarnos de no caer en este error, hay que evitar:
*Buscar a alguien más: Lo peor de la rutina sexual es que hace más probable que otra persona nos interese, no solo porque la novedad nos es irresistible, sino porque el aburrimiento en la cama alimenta mi insatisfacción dentro (y eventualmente fuera) de ella. Así, es muy fácil que me guste alguien más y es entonces que se cae en el juego perverso de la infidelidad o de cambiar constantemente de pareja, buscando quien nos satisfaga. No es lo más recomendable, no solo porque arruina vidas y relaciones, sino también porque, al inicio, la otra persona es novedosa, pero eso eventualmente deja de ser así e inicia nuevamente el ciclo.
*Me alejo: el aburrimiento mata el deseo sexual y, por consiguiente, el contacto físico incluso no sexual se vuelve cada vez menos común. Esto solo perpetúa el problema y hace que eventualmente el abismo físico y emocional que nos separa sea infranqueable.
*Busco emociones extremas: lo más común es buscar pornografía, que solo incrementa mi insatisfacción.
En lugar de todo esto, necesitamos:
*Mantener la energía sexual fluyendo: la primera queja de las mujeres en las oficinas de los terapeutas sexuales del mundo es que sus parejas solo se les acercan cuando quieren tener intimidad. Si mi mente y mi cuerpo llevan cuatro días enfocados únicamente en tareas, niños, dificultades en el trabajo y la lista del súper, no podemos esperar que solo con un par de besos mi cuerpo y mi mente estén inmediatamente apartados de esos temas y enfocados en la sexualidad.
*Mantener viva la creatividad: posturas, actividades, ritmos, lugares, formas, escenarios nuevos son indispensables porque hay que evitar el “siempre lo mismo” a toda costa.
*Sexo no es igual a coito: la penetración, por magnífica que nos parezca, tiene varios inconvenientes:
1. No estimula el clítoris, fuente del orgasmo femenino, tan eficiente como otras técnicas.
2. Requiere que estemos sin ropa, lo cual limita lugares, situaciones e interacciones.
3. Limita las posiciones, a menos que seamos contorsionistas, lo cual sin entrenamiento y ya con los años, es cada vez menos probable.
4. Nos enfrasca en la clásica “preliminares-coito-lástima que se acabó” de siempre, en lugar de abrirnos a otro tipo de actividades igualmente placenteras y más lúdicas y que permiten mas variación.
Pero si logramos salirnos del guion de siempre y dejar la penetración como una opción más en vez del evento principal, las opciones se multiplican y ya no hay rutina.
*Entender que el sexo es más cerebral que físico: mantener vivo el coqueteo. El flirteo constante es más importante que el acto sexual en sí a la hora de mantener continuamente la energía y el deseo sexual entre dos personas. Cuando logremos entender esto, la vida sexual nunca acabará.