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Más empleos y valor agregado

Giovany Montes Escobar tiene un pequeño taller de vestuario textil en Nagarote. Ahí elaboran todo tipo de ropa para damas y caballeros. Durante décadas, Montes fabricó piezas con acabados rústicos, carentes de calidad. Lograba hacer contactos con grandes empresas a las que ofrecía sus productos y aunque recibía promesas de compras casi siempre lo “dejaban esperando”. Raras veces se concretaban los negocios.

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Wendy Álvarez Hidalgo

Giovany Montes Escobar tiene un pequeño taller de vestuario textil en Nagarote. Ahí elaboran todo tipo de ropa para damas y caballeros. Durante décadas, Montes fabricó piezas con acabados rústicos, carentes de calidad. Lograba hacer contactos con grandes empresas a las que ofrecía sus productos y aunque recibía promesas de compras casi siempre lo “dejaban esperando”. Raras veces se concretaban los negocios.

Aún así, Creaciones Santa Marta, nombre del pequeño taller, seguía sobreviviendo de la venta de piezas en el mercado informal o por pedidos de particulares. El negocio no se podía dejar morir, porque por décadas ha sido fuente de ingreso familiar.

Fue hace tres años que el taller dio un giro radical en sus operaciones. A su puerta tocaron técnicos del programa Empresas y Empleo, de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés), para invitarlo a formar parte de los cinco talleres textiles de ese municipio de León que recibirían asesoría y asistencia técnica para mejorar los negocios.

Giovany, junto con otros trabajadores, no dudó en asistir a los cursos, donde les enseñaron no solo sobre calidad, diseño, mercadeo y desarrollo de nuevos productos, también aprendieron sobre contabilidad de las finanzas.

Poco a poco la calidad empezó a mejorar. Las gorras, las mochilas, camisas y bolsos ahora tenían mejores cortes y medidas, y empezó a crear diseños más atractivos, esto fruto de los cursos a los que asistía asiduamente. Nunca falló a los talleres de capacitación y los pedidos de empresas grandes empezaron a llover. Ahora hay algunos encargos hasta por cien mil córdobas, dice este pequeño empresario, que está asociado a la cooperativa La Bendición.

A través del programa de Usaid le ayudaron a entrar en contacto con compañías y hoy las ventas de este taller textil se han duplicado y se han creado nuevos puestos de trabajo. Además sustituyeron sus “arcaicas” maquinarias por otras más modernas gracias a un financiamiento que les facilitó el programa estadounidense.

“Ahora tenemos piezas más finas y estamos muy contentos”, sostiene Giovany entusiasmado, quien trabaja en la creación de un catálogo para seguir atrayendo a compradores.

Historias de éxito como la de Giovany son las que están detrás de la inversión de 11.2 millones de dólares que durante cuatro años hizo el programa Empresas y Empleo. Las cifras de cierre del mismo confirman ese aporte: se generaron más de 6,216 empleos, 3,050 pequeñas y medianas empresas fueron incorporadas con asistencia técnica a la cadena de valor y otras 1,300 fueron acompañadas para incursionar a los mercados internacionales. El programa se ejecutó en tres ejes: desarrollo empresarial, clima de negocios y DR-Cafta, y desarrollo de capital humano.

Pero quizás el modelo más novedoso que introdujo al país este programa fueron las empresas anclas, que permitieron la creación de sinergia entre empresas con capacidad de liderazgo para transferir conocimientos e influir en la mejoría de los procesos productivos de pequeños y medianos productores y empresas.

[doap_box title=”Banca se une” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

También la banca se unió al impulso que Empresas y Empleo promovió para que las pequeñas empresas tuvieran acceso al financiamiento.

A través de asesoría por parte de Usaid, el BAC potenció en 2012 una oficina de atención a pequeñas y medianas empresas.

José Ernesto Sánchez, vicegerente de crédito corporativo de BAC, explica que “como producto de esa capacitación la cartera de crédito pyme ha crecido en 13 millones de dólares, distribuidos en 160 pymes. Y se espera que llegue a tener un crecimiento de 20 millones de dólares al año”.

Técnicos de Empresas y Empleo capacitaron a los agentes de crédito sobre cómo “atender a este tipo de clientes de acuerdo a sus características y necesidades, y analizarlos en base a información cualitativa principalmente, pues la mayoría de estas empresas no llevan información contable formal que permita medir su capacidad de pago mediante un análisis cuantitativo”, explica Sánchez.

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“Es mucho más que la responsabilidad social empresarial, es una estrategia de negocios que reconoce que una empresa no opera independientemente”, según explican publicaciones del programa.

En total fueron 15 las empresas anclas, en su mayoría medianas y grandes, que formaron parte de este modelo de desarrollo empresarial y productivo.

Estas empresas con potencial de crecimiento, fueron entrenadas y fortalecidas en cuanto a valor agregado de los productos, diseños y empaques, desarrollo de nuevos productos y logística. Luego, estas a su vez se encadenaron con cooperativas y microproductores para transferir ese conocimiento.

Silvia Tórrez Araica es presidenta de Grupo Raíces, es una de las empresas anclas. En 1998, unos 15 artesanos se unieron para emprender el negocio y empezaron a desarrollar de forma empírica estrategias de comercialización, que tiempo después llamaría la atención de técnicos del programa Empresas y Empleo.

Fue así como fueron seleccionados para formar parte de las empresas anclas, y mediante el cual recibieron asesoría para darle valor agregado a los productos, apoyo para obtener la certificación de calidad, asesoría en mercadeo, diseño y empaque, desarrollo de nuevos productos y logísticas, conocimientos que luego tendrían la responsabilidad de compartir con otros artesanos. Y lo lograron.

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“Grupo Raíces al entrar a este programa vio la oportunidad de poder avanzar en ser más competitivos, promover las exportaciones, crear nuevos diseños, mercadear a nivel nacional e internacional, documentar la generación de nuevos empleos directos e indirectos que anteriormente no se realizaba. Participamos en capacitaciones nacional e internacional de acuerdo al tema de sector, como por ejemplo crear nuevos diseños, tendencia de los mercados, propiedad intelectual”, afirma Tórrez.

Hoy el Grupo Raíces, de Masaya, ha echado frutos. Pasó de 15 socios a 402 de la rama fibra vegetal, textil vestuario, cuero, madera, hamacas y piedra. Muchos de ellos están en diferentes zonas del país, a los que les ha llegado la transferencia de conocimientos.

Otras de las empresas que también formaron parte de este modelo de gestión empresarial fueron Chiles de Nicaragua, Simplemente Madera, VegyFruit SA. Alex’s Shoes SA, ExproSur, Eskimo, Inqemann, SuKarne, Nicacentro, La Colonia, Tecnoagro, Serviconsa y Renisa.

En este esfuerzo por impulsar la cadena productiva del país, Empresas y Empleo se alió con distintas cámaras de la empresa privada e impulsaron proyectos en conjunto, en marcados, por ejemplo, en el aprovechamiento del DR-Cafta, Tratado de Libre Comercio (TLC) que Nicaragua tiene vigente con Estados Unidos desde hace siete años y cuyo mercado se ha convertido en el principal comprador de los productos nacionales.

ACCESO AL FINANCIAMIENTO

Durante los cuatro años en funciones, el programa también facilitó a las pequeñas y medianas empresas el acceso al crédito, hasta lograr un desembolso global de 38.8 millones de dólares.

Desde hace cinco años, Marvin Betancourt Gómez labra junto con su familia la tierra en la comunidad Unión España, en el municipio de Telica, León. Ahí cultiva ajonjolí, pero nunca había obtenido mejores rendimientos como en su reciente cosecha. En esta época de siembra se alió con otro productor para cultivar ocho manzanas de este apetecido grano comestible en el mercado internacional. Esto fue posible por un financiamiento que obtuvo del Fondo de Desarrollo Local (FDL) que trabajó en alianza con el programa de Usaid.

“No me puedo quejar, todo lo contrario tengo mucho que agradecer, el técnico de la alianza me visitaba cada tres semanas, debido a esto obtuve mejores resultados en la cosecha, el joven estuvo aquí desde la preparación de la tierra, siembra del cultivo, manejo de plagas, aplicar todas las recomendaciones, con la asistencia técnica no gasté más de la cuenta, hice las aplicaciones en su momento cuando el cultivo lo necesitaba”, afirma.

El gerente general del FDL, Julio Flores, sostiene que precisamente el componente de asesoría técnica fue clave para que los productores optimizaran el uso del crédito.

Flores afirma que mediante el programa pudieron llegar a encadenarse con las empresas anclas y con productores. El gerente del FDL, quien lamenta el cierre del programa, sostiene que el hecho que los productores recibieran asistencia técnica no solo le daba seguridad a la microfinanciera de que se recuperaría el financiamiento, sino también que estos producirían con la calidad adecuada para exportar y obtener mejores ingresos.

Flores manifestó que pese a ese encadenamiento productivo que se logró con Empresas y Empleo todavía hay mucha tarea por hacer. En eso coincide José Ernesto Sánchez, vicegerente de crédito corporativo de BAC, quien apunta que hace falta apoyar más “en temas administrativos y contables, para que puedan llevar información contable básica que les permita hacer un análisis de su negocio y tomar medidas en pro de este; asimismo esto le permitirá a la banca poder conocer con mayor certeza la rentabilidad del negocio del cliente”.

Economía empleos Nicaragua Valor agregado archivo

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