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LA PRENSA/ A. ZÚNIGA.

Una vida para ayudar

María Delma Mejía ha dedicado gran parte de su vida a la gineco-oncología, profesión que eligió a pesar de desear inicialmente dedicarse a la cirugía general. Con casi 30 años de experiencia ha ayudado a muchas mujeres a librar la batalla contra el cáncer de mama, enfermedad que se ha vuelto popular en mujeres jóvenes en los últimos años.

Geraldina González C.

¿Cómo surgió su interés por la Oncología?

Cuando yo estaba en tercer año de la carrera de Medicina que estudié en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en León, me tocó rotar en Ginecología en el Hospital San Vicente, que en ese entonces era el hospital escuela. Los médicos que nos guiaban nos enseñaron las salas de los pacientes y entrábamos en cada una, pero cuando pasamos por una sala en la que por cierto había mal olor, nos dijeron que no podíamos entrar porque esa era la sala en donde estaban las mujeres con cáncer y que todas se morían porque no tenía cura. Yo me quedé atrás y me impactó ver a un montón de mujeres en la sala, todas pálidas y flaquitas. Les pregunté qué tenían y contestaron que tenían hemorragias. Yo me quedé impactada de ver eso. Luego hice mi residencia en Ginecología en el Hospital Fernando Vélez Paiz, y creo que ver cómo trataban a las mujeres en el hospital despertó más en mí el deseo de descubrir qué era eso del cáncer. En 1983, cuando terminé Ginecología, el gobierno me dio una beca para ir a México a estudiar Oncología. Aprendí mucho y también me hizo ver la necesidad de Nicaragua, que casi no tenía oncólogos.

¿Cuál ha sido su experiencia en el área de Oncología?

Cuando regresé de mis estudios me ubicaron en la sala de Oncología del Hospital Bertha Calderón, donde fui jefa del servicio de Oncología durante 11 años. Realicé muchas actividades para recaudar dinero y completar las terapias. En el tiempo que estuve en el hospital pude ver que se necesitaban más médicos gineco-oncólogos, que son quienes atienden a las pacientes con cáncer de cuello del útero, de mama, de vulva, de vagina, de endometrio. Mi labor en la Oncología me hace sentir satisfecha por haber ayudado a tantas pacientes, que cuando me las encuentro en cualquier sitio me saludan y me agradecen por la atención. Eso es realmente satisfactorio.

En sus años de experiencia, ¿cuál ha sido el caso que más le ha impactado?

Tengo varios, pero el de una joven de 17 años originaria de Estelí me impactó mucho. Ella era virgen, vino transferida por el centro de salud de Estelí y cuando la recibí tenía un tumor grandísimo en toda la mama, que ya incluía toda la axila, la espalda y el cuello. Tenía un componente inflamatorio y sus biopsias salieron positivas de cáncer. No hubo tiempo de hacerle ningún tratamiento porque falleció en menos de un mes después de que llegó al hospital. También recuerdo a una paciente que llegó porque tenía la enfermedad fibroquística, y cuando la atendí me di cuenta de que en verdad era un cáncer. Se le indicó la cirugía y optó por la cirugía conservadora y resultó ser un cáncer bilateral. Me di cuenta de cómo el cáncer ataca a las personas más jóvenes en los momentos más floridos de su vida y se las lleva rápidamente, y todo porque no queremos seguir los lineamientos que el médico da. Uno tiene que confiar en su médico.

A nivel personal, ¿de qué manera le ha impactado el incremento de casos de cáncer de mama, sobre todo en mujeres jóvenes?

Estoy muy asustada de ver esto. Siempre hemos tenido cáncer en mujeres jóvenes, pero se está incrementando sin saber a qué se atribuye. En Nicaragua, el cáncer de mama está casi igual que el cáncer cérvico uterino y va a superarlo. No lo digo con agrado, pues quisiera que superáramos en el sentido de que no haya más cáncer, pero realmente va en incremento y hay que estar alertas en ver en qué estamos fallando. La educación es muy importante y también el autoexamen de los senos. Hay que estar pendientes y no se debe dejar pasar los síntomas por creer que no es nada.

Como mujer y como gineco-oncóloga, ¿qué mensaje daría a las mujeres y a las familias?

A las mujeres les digo que nos dediquemos un poco de tiempo para nuestro chequeo y para nuestros exámenes que son imprescindibles, porque siempre estamos pensando en todo, pero descuidamos nuestra salud. Somos pilares importantes de nuestra familia y en la sociedad, y si este pilar no está bien, no está sano, se va a caer toda la casa. En esto fallamos todas, profesionales o no, fallamos porque nos dejamos de última. Por lo menos una vez al año, debemos dedicar tiempo para hacernos nuestros chequeos.

A los esposos les digo que es importante que apoyen a sus esposas. Indíquenles también a que estén pendientes de su salud, así como la de todas las mujeres de su casa. El apoyo de la familia cuando se diagnostica cáncer es fundamental, sobre todo no abandonarlas ya sea que se vaya a curar o no.

Nosotras doctora Oncología archivo

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