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Lo estratégico y lo táctico

El teórico y estratega militar alemán del siglo XIX, Karl von Clausewitz, legó para la posteridad la máxima de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Esto lo explicó Von Clausewitz en su obra De la guerra , y por lógica se deduce que del mismo modo la política es la continuación de la guerra por otros medios, pues en ambos casos rigen y se aplican los principios de la estrategia y la táctica; algo que debe ser conocido por quienes se dedican a la política militante, particularmente los líderes de los partidos políticos.

Se conoce que la estrategia es el arte de administrar los recursos y coordinar las acciones necesarias para conseguir un objetivo determinado. Y la táctica, es el conjunto de procedimientos que se usan para implementar la estrategia, tomando en cuenta las circunstancias en las que se actúa y la correlación de fuerzas prevaleciente. Aplicando estos conceptos a la situación política de Nicaragua, en lo que se refiere a la discusión parlamentaria de la contrarreforma constitucional en la Asamblea Nacional, se puede decir que para la oposición lo estratégico es rechazarla totalmente y lo táctico es cómo se debe manifestar ese rechazo.

Desde una perspectiva democrática, el rechazo de la contrarreforma constitucional que será votada esta semana en la Asamblea Nacional, en primera legislatura, es algo estratégico y primordial porque su objetivo es perpetuar en el poder al orteguismo mediante la reelección presidencial continua y el fraude electoral sistematizado, así como habilitar a Daniel Ortega con poderes discrecionales y restaurar la trilogía totalitaria de Estado-partido-Ejército. O sea que se pretende constitucionalizar una nueva dictadura, lo cual es absolutamente inaceptable para todas las personas y organizaciones democráticas del país.

La bancada parlamentaria de oposición ya rechazó la contrarreforma constitucional en el trámite de dictamen. Ahora lo que queda por definir es la táctica que se debe aplicar en la fase de discusión y votación en el plenario de la Asamblea Nacional. Es decir, participar o no en esta segunda fase del proceso parlamentario de reforma.

Al respecto conviene recordar que aunque lo estratégico es lo primordial, la táctica no es irrelevante. Una táctica acertada fortalece la posición estratégica que se ha determinado, mientras que una táctica errónea la debilita y desacredita ante los ciudadanos.

A nuestro juicio, en el caso que nos ocupa la táctica correcta sería participar en el debate parlamentario, rechazar uno a uno todos los componentes de la contrarreforma y votar en su totalidad contra ella, sin temores de ninguna clase. No es cierto que, participando en el debate y votando contra de la reforma orteguista, la oposición la legitimaría. Como lo explicó muy bien el constitucionalista mexicano Miguel Ángel Eraña, en la conferencia que dictó esta semana en la UAM, la participación de una minoría solo legitima las decisiones de la mayoría si las condiciones en las que se participa son genuinamente democráticas y las propuestas opositoras son atendidas. De otro modo, la participación opositora se constituye más bien como una necesaria impugnación del sistema autoritario y espurio que ha sido impuesto.

Editorial Opinión continuación estratégico táctico archivo
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