Saúl Martínez
Las escuelas de campo conllevan a cambiar las formas de cultivar, cosechar, producir agua para garantizar cosechas y hasta para vivir; una metodología para adaptarse al cambio climático para campesinos de los tres países que comparten el Golfo de Fonseca.
Ante la imprevisibilidad del clima del Golfo, que según autoridades se pone de manifiesto en frecuentes fenómenos climatológicos extremos, tales son inundaciones y sequías que afectan a familias de puerto La Unión, de El Salvador; Pespire y Marcovia, en Honduras, y seis comunidades de Nicaragua.
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“Hemos realizado para los tres países los estudios regionales de vulnerabilidad y escenarios climáticos para los próximos años, y con base en el quinto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, (IPCC), nos indica que en estos sitios superará entre dos y cuatro grados las temperaturas”, manifestó Juan Ramón Moreno, coordinador del proyecto Cambio Climático, que impulsa el Instituto de Capacitación, Investigación y Desarrollo Ambiental (Cidea-UCA) de Nicaragua.
Agregó que en otros sitios disminuye o se elevan las precipitaciones en un 10 y hasta 12 por ciento, por lo que se identifican las dificultades para adaptar a las poblaciones afectadas a los cambios del clima.
CON BASE EN PRIORIDADES
Moreno agregó que las escuelas de campo son un espacio de educación no formal para adultos, donde campesinos y facilitadores de organismos no gubernamentales trabajan con el financiamiento de la Unión Europea, para intercambiar conocimientos.
“Estos conocimientos se aplican a las formas de producir alimentos, comunicarse, convivir y comercializar productos. Las prioridades son en la acuicultura, sistemas de riego, producción ganadera, gestión forestal y alimentos”, señaló el experto.
CAMPESINOS EN INTENSA LABOR
Reinaldo Sevilla, comunitario de Tonalá, Puerto Morazán, Nicaragua, dueño de una manzana de arroz cuyas semillas logró plantar durante el último ciclo de lluvia, dijo que antes eso era imposible.
“Nos han ayudado con las escuelas de campo, pues con la visita de otros compañeros compartimos lo que no sabíamos”, dijo Sevilla.
En el puerto La Unión, de El Salvador, la organización Funsalprodese prepara a los campesinos con sistemas de microrriego y cosecha de agua.
En Pespire, Honduras, se han establecido ecofogones, producción de hortalizas, además de un aguerrido programa de manejo de microcuenca a un costo de nueve mil dólares.
“Además de haber identificado diez rubros importantes que estas poblaciones necesitan para sobrevivir en épocas lluviosas y secas”, mencionó Ramón Bravo.
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