A sus 73 años el escultor y pintor, Noel Flores Castro, conocido como El Nica, continúa demostrando su ingenio y habilidad artística para lograr nuevas esculturas en metales y cemento armado, extraordinarias obras que siguen atrayendo la atención del nicaragüense y extranjero.
Figuras de mujeres, trabajadores, niños y formas semiabstractas han sido recreadas a lo largo de 58 años. Muchas de sus piezas se encuentran en las rotondas de Managua, en galerías y en manos de coleccionistas.
“Me gustan mis esculturas, en particular una llamada Agilidad, es de las primeras que hice en Italia, es una niña saltando en una cuerda. Fue mi despertar en las artes”, confiesa este artista, quien realizó estudios formativos en la Academia de Bellas Artes, en Florencia, entre 1958 y 1962.
Durante su estadía logró estudiar obras de Miguel Ángel que lo llevaron a definirse como un escultor. Una de esas piezas que lo asombró fue La Piedad, una escultura sobre el descenso de Jesús de la cruz reposando sobre los brazos de su madre María; la otra Los Prisioneros, ambas logradas con alta intensidad dramática.
¿Pero dónde se origina su vocación por las artes plásticas? El pintor revela que comenzó a dibujar cuando era un estudiante de primaria en la escuela Piedra Menuda, en Nindirí, Masaya. Y que fue animado por su madre María Castro y su padre Alfredo Flores, un hábil artesano del cuero.
A la escuela de arte
Al crecer, su padre lo llevó a la Escuela de Bellas Artes, lo presentó al maestro Rodrigo Peñalba y al escultor Fernando Saravia, en ese entonces ellos dudaban de su vocación y lo dejaron a prueba.
El Güegüense, con tres de sus personajes en la rotonda del mismo nombre, frente a Plaza España. Esta obra de arte público monumental fue construida con cemento armado y su superficie es de granito.
Una escultura a la madre que se encuentra en el Centro de Convenciones Olof Palme; otra en hierro de mujeres y hombres trabajadores instalada frente al antiguo Teatro González. Flores recuerda que en 1996 viajó a Bluefields y realizó un monumento que rinde honor a seis etnias nicaragüenses.
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1971 Primero y segundo premio, Concurso Nacional de Artes Plásticas-escultura.
2000 Reconocido como Ciudadano Notable, por la Comisión 2000.
2013 El Instituto Nicaragüense de Cultura lo reconoce como Tesoro humano vivo.
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“Peñalba no me quería aceptar porque tenía 14 años. Y Fernando Saravia me dijo ‘mirá bien, es mejor que seás un buen zapatero y no un mal artista’, eso me cayó en gracia y me ayudó a ser mejor”, dice.
De ahí nació una gran amistad. La última vez que estuvo con Saravia (1922-2009), fue cuatro años antes de su muerte cuando participaron en un concurso sobre Francisco Morazán, que promocionó el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), en Honduras.
“Mis primeras piezas eran de formas abstractas, estilizadas”, recuerda el escultor. Su idea era buscar formas que insinuaran figuraciones no definidas, sugerentes de formas humanas y de la naturaleza. Para realizar sus piezas, contó con su amigo Julio Villa Pereira, propietario de una constructora.
“Él me proporcionó el taller, soldadores, y comencé a trabajar con los hierros y mis ideas locas; después reuní mis trabajos de pintura y concursé para una beca a Italia”, revela Flores. En este certamen participaron César Caracas, Arnoldo Guillén, Leoncio Sáenz, entre otros, saliendo ganadores Flores y Caracas.
A su regreso de Europa en 1962, se encontró con la rutina de las exposiciones de fin de año de la Escuela Nacional de Bellas Artes; no le gustó y buscó trabajo en una publicidad, pero la abandona porque no llena sus expectativas artísticas.
Decide dar clases de arte en el Instituto Maestro Gabriel, Colegio Ramírez Goyena y en la Normal de Jinotepe. En los años setenta fue parte del grupo Los Nahoas, junto a los pintores Omar de León, Francisco Pérez Carrillo y César Caracas, entre otros.
El 10 de noviembre de 1979, funda la Unión de Artistas Plásticos junto a los pintores Rossi López Huelva, Juan Rivas, Leonel Cerrato y Róger Pérez de la Rocha, quedando Flores como coordinador general. Luego es nombrado responsable del Taller de Artes Plásticas en San Jacinto.
Maestro de generaciones
Flores recuerda que en 1966 lo llamaron a la Escuela Nacional de Bellas Artes para dar clases, y reemplazó al maestro Fernando Saravia, “no sé por qué motivos lo sacaron; en los últimos años di clases hasta de pintura a los alumnos de avanzado. Don Rodrigo Peñalba ya no estaba”.
Su inquietud por continuar desarrollando su arte, lo llevó en 1971 a recibir en la Universidad Rodrigo Facio, de Costa Rica, un curso en escultura de bronce en cera perdida, con los maestros Elden. C. Telfft, y Juan Portugués Fucigna. Imparte clases sobre esta materia.
“En nombre de la revolución, prácticamente nos separaron de la escuela, parece que había un grupo de colegas que no simpatizaba con nosotros; tal vez porque habíamos estado buen tiempo en la escuela”, dice Flores, quien se declara un “artista del arte puro”, alejado de la política. Se retira en 1981.
A mediados del año pasado el Instituto Nicaragüense de Cultura le entregó un diploma de reconocimiento como Tesoro humano vivo, destacando su aporte en la escultura, pintura y magisterio en las nuevas generaciones. Este fue firmado por Luis Morales, y entregado durante una exposición de arte contemporáneo en el Teatro Nacional Rubén Darío.
Como maestro impartió clases a los hoy pintores y escultores, Luis Urbina, Róger Pérez de la Rocha, Efrén Medina, Alejandro Canales, Frank Orozco, María Gallo, Manuel Aguilar, Carlos Castillo, José Gómez, Rafael Castellón, Berta Merlo, Noel Cortés, Maruca Gómez, y alumnos en talleres recientes, entre tantos.
“El haber dado clases es como haber dejado una semilla que han aprovechado; es algo gozoso”, resalta este escultor nacido en Nindirí un 17 de noviembre de 1940. Ahora su meta es exhibir al final de este año su primera retrospectiva que reúna lo mejor de sus esculturas, pinturas y dibujos, y obras recientes.
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