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Freddy Blandón Argeñal

Pensando en las próximas generaciones

En el mes de marzo del 2012, ya hace aproximadamente dos años, escribí un artículo que titulé parafraseando al maestro Alejandro Serrano, “Ni confrontación ni confabulación”, y lo sustenté en el nexo conceptual entre la ética y la política, y por consiguiente, su nexo con la democracia y la historia política de nuestro país.

El artículo y la referencia al tema de la ética y la política lo hice para aludir el debate político del momento, por el cual la oposición aceptaba emprender negociaciones con el partido de gobierno con el objetivo de fortalecer nuestro incipiente Estado democrático de Derecho.

En ese contexto se debe recordar los cuestionamientos que hicieran algunos políticos de oposición, quienes a priori descalificaron el diálogo, al afirmar irresponsablemente que se convertiría en una “farsa y una burda manipulación con fines de consagrar formas de opresión o privilegios minoritarios”. También recordar las advertencias de líderes religiosos de la Conferencia Episcopal, que señalaban que el objetivo del diálogo “debe ser el bien común, no el hecho de buscar prebendas”. Así como los “editoriales” negativos de prensa escrita, que intuían que en el ambiente político lo que prevalecía en relación con el diálogo, era la “incertidumbre, el temor y la desconfianza”.

Pero no podemos ignorar las voces sensatas que sí respaldaron esa decisión política, como fue la de la dirigencia gremial empresarial, que al respecto expuso que el diálogo “era prioritario para que el país encuentre la senda de la vuelta a la institucionalidad democrática del país”, siendo categóricos al afirmar, que “dialogamos o nos hundimos”; aludiendo a la importancia que tiene el diálogo para alcanzar la estabilidad política y mantener la estabilidad económica y social del país.

Ese “debate” nuevamente va a invadir nuestra vida cotidiana, ahora desencadenado por dos eventos políticos relevantes. El primero, la elección de la nueva Junta Directiva de la Asamblea Nacional. Y el segundo, la negociación para el nombramiento conforme el procedimiento constitucional, de los funcionarios a distintos poderes e instituciones del Estado. Ante esos eventos políticos nuevamente surgen las descalificaciones de los mismos políticos, se hacen nuevas advertencias de los religiosos y se reeditan nuevas presiones mediáticas en editoriales escritos para condicionar el diálogo o hacerlo fracasar. Pero afortunadamente, también se han escuchado voces de líderes políticos y empresariales que tienen una visión distinta que es necesario pregonar.

Por un lado, las declaraciones del líder político Eduardo Montealegre que decía, “a mi juicio, posiblemente debido a nuestra experiencia histórica, algunos hemos asumido dos posiciones incorrectas: primero, hemos empezado a creer que dialogar es negativo y que la única actitud respetable es la confrontación… Por eso, cuando se menciona diálogo, se alzan voces de protesta, desconfianza y descalificación; voces que, sin aportar soluciones, exigen que el país se lance por el camino de la confrontación…”

Por otro, las del presidente de Cosep, José Adán Aguerri, que en el acto del Día del Empresario enfatizara sobre la responsabilidad que tenemos de “continuar promoviendo la cultura del diálogo y el consenso, y no la cultura de la intolerancia y la descalificación, promoviendo la construcción y no la autodestrucción”; y de ahí su firme planteamiento y advertencia reciente, de imponernos el compromiso como ciudadanos, de “seguir luchando por la institucionalidad, pero no a costa del sacrificio económico y social de este país”.

Y finalmente, las palabras del ingeniero Antonio Lacayo, quien afirma que veintitrés años después “Nicaragua es otro país”, puesto que ha dejado atrás las condiciones de 1990 y ahora ya no estamos desangrándonos en una guerra civil; ahora las libertades públicas “no están suspendidas, ni la economía “agoniza”; y quien citando a Pedro Joaquín Chamorro nos emplaza directamente, cuando nos dice que “nuestra tarea es permanecer fiel al ideario de las grandes reivindicaciones americanas que actualmente son la libertad política y la erradicación de la miseria de nuestros pueblos”; puesto que afirma que “entre más progreso generemos, más posibilidades tendremos de gozar de libertad política.

De esas reflexiones podemos inferir la inequívoca conclusión, de que todos tenemos que contribuir a que salgamos de las trampas históricas de enfrentamientos que nos han atrasado por siglos a los nicaragüenses, y por tanto, que es imprescindible respaldar el diálogo entre los líderes políticos de nuestro país; el cual debe estar sustentado y desarrollado con visión e interés de nación, es decir, tal y como lo idealizara Churchill, pensando no solamente en las próximas elecciones, sino también pensando en lo que le pueden heredar a nuestras próximas generaciones. El autor es máster en Derecho Público.


COMENTARIOS

  1. Muerte a la dictadura de Daniel Ortega
    Hace 10 años

    Existe Dialogo, cuando a travez de la palabra, se puede llegar a un consenso, a un acuerdo de partes. Eso NO es lo que sucede en la Nic de los dictadores, falsos caudillos y corrupcion gubernamental. Daniel no sabe, ni quiere dialogar. Hay momentos en la vida en que lo unico que nos toca es revelarnos, levantarnos, y organizarnos para un manana mjor. Cuando se acaba el dialogo, comienza la insurreccion armada, y en Nic las condiciones se han dado, para otro enfrentamiento. Muerte a la dictadura

  2. Edmundo Dantes
    Hace 10 años

    Muy bueno su articulo. Sin embargo creo que la influencia de su Master en Derecho Publico hizo que su artículo no sea entendido por el 90%+ de la población que es la que vota. Creo que entré más educados somos, más simple debemos de escribir pensando en los lectores a quien quisiéramos informar o enseñar.

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