Wendy Álvarez Hidalgo
II Parte y final
Gloria Gutiérrez y Maritza Castellón tienen en común dos limitaciones: son ciegas y necesitan crédito para emprender una clínica de masaje y una tienda de serigrafía en sus localidades. Las dos han buscado financiamiento y apoyo del Estado, pero hasta hoy la respuesta ha sido a medias, pese a que existe una norma que las favorece, Ley de los Derechos de las Personas con Discapacidad, pero que no se cumple en su totalidad.
Gloria, quien perdió la vista hace 13 años, tiene hasta el nombre de la tienda que desea abrir en Matagalpa en conjunto con otras personas que también son ciegas. “Se llamará Ilusión, porque es la ilusión que tenemos nosotros para mejorar nuestra calidad de vida ante la imposibilidad de encontrar una empresa que nos contrate”, dice.
En la tienda, Gloria y sus compañeros planean ofrecer no solo los servicios de serigrafía, también incorporarán el masaje terapéutico y consultas de psicología. Y aunque han restado, sumado y dividido los números que contiene el presupuesto para abrir el local, hasta hoy no logran cuadrar una cifra que convenza al Instituto Nacional Tecnológico (Inatec) para que les facilite el capital semilla que necesitan.
Solo han logrado comprar una camilla, una computadora y una persona que tiene bajo nivel de visión que se capacita en serigrafía. Uno de los socios, que estudió psicología, será el encargado de ofrecer este servicio. Les hace falta el motor principal de la empresa: una máquina especial de serigrafía, valorada en 20 mil dólares, capital que no han podido conseguir por ningún lado.
POCOS AVANCES EN CENTROAMÉRICA Y NICARAGUA
Gloria, quien también es vicepresidenta de la Unión Latinoamericana de Ciegos, lamenta que mientras en otros países de América del Sur hay avances en la mejora de acceso al financiamiento para personas con discapacidad, en Centroamérica y en particular en Nicaragua ese proceso sigue estancado pese a la ley que los beneficia.
Y al no estar formalizadas, precisa, no pueden tener acceso a la banca nacional.
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Danilo Esteban Galán, coordinador de Los Pipitos Jinotepe, dijo que hace 12 años consiguieron 5,000 dólares como capital semilla para Caruna los entregara a familias con personas con discapacidad pobres para que emprendieran negocios y ellos les brindarían asesoría sobre cómo crear negocios, registros contables, venta, publicidad, el mercado y su en torno.
“Hemos visto muy buenos resultados, las familias han obtenido los créditos no para consumo sino para invertir y elevar sus ingresos y asistir a sus hijos con algún tipo de discapacidad”, afirma.
Incluso, varias de estas familias han podido independizarse de los créditos y ahora generan ganancias para hacerlos crecer.
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La Ley de los Derechos de las Personas con Discapacidad o Ley 763, establece en su artículo 37: “El Estado incluirá con carácter prioritario a las personas con discapacidad en los programas socieconómicos de acceso al crédito, incluyendo los programas nacionales y municipales existentes. De igual forma, los gobiernos regionales y municipales incluirán a las personas con discapacidad en este tipo de programas y en sus agendas de desarrollo local”.
En América del Sur, según Gloria, “la mayoría de ciegos han ido a la universidad y son profesionales y acá son pocos los que han logrado eso”.
En Nicaragua existen 461,000 nicaragüenses con discapacidad, de los cuales el 75 por ciento tiene problemas de movilidad, según el estudio “La discapacidad de Nicaragua-Una realidad”, de la Federación de Mujeres con Capacidades Diferentes.
FALTA APROBAR REGLAMENTO DE LEY 763
David López, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad (Feconori), explica que el problema es que tienen más de dos años esperando que el Gobierno por fin decida aprobar el reglamento de la Ley 763 donde han propuesto como organización algunos lineamientos vinculados a la obtención de préstamos y tratamientos fiscales especiales.
El problema, añade, “es que una inmensa mayoría de las personas con discapacidad han optado por emprender pequeños negocios para hacer frente al desempleo”.
El 80 por ciento de estos negocios está en el sector informal, admite, y por tanto recurrir al sistema financiero para obtener un crédito es casi una misión imposible.
Maritza Castellón tiene un año de estar batallando para abrir en Managua una clínica de masaje junto con un colectivo de mujeres ciegas.
Ella se capacitó con unos japoneses que vinieron a la capital y les enseñaron sobre técnicas de masajes. Tras finalizar el curso, las cuatro mujeres se propusieron rentar un local y ofrecer el servicio que tanto ha gustado a sus clientas, pero al conocer sobre el alto costo que implicaba alquilar un sitio, optaron por ofrecer las sesiones de forma domiciliar.
“Nosotros estamos en esta lucha de abrir este negocio debido al alto índice de desempleo que tenemos nosotras las personas con discapacidad, que nos afecta principalmente a las mujeres”, afirma esta mujer, quien tiene cinco hijos que mantener.
BUSCAN AYUDA DEL INTUR
Las mujeres han enviado centenares de cartas al Instituto Nicaragüense de Turismo y a la administración del Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino solicitando apoyo de logística y financiera para que en esa terminal aérea se les permita abrir una clínica de masaje para viajeros, “pero hasta hoy no hemos recibido respuesta”.
Ellas han buscado financiamiento a través de la Caja Rural (Caruna), pero dicen que al no tener la respuesta institucional sobre el local para abrir la clínica, les han rechazado las solicitudes de préstamos. “Si es difícil conseguir una respuesta institucional, es más difícil que nos incorporen en las políticas de financiamiento del Estado”, afirma con rostro entristecido.
PRODUZCAMOS NO TIENE PROGRAMA ESPECIAL
El Banco de Fomento a la Producción o Produzcamos, que alimenta sus arcas financieras con fondos del Presupuesto General de la República y es estatal, tampoco tiene un programa especial para este segmento poblacional.
El directivo del Produzcamos, Manuel Álvarez, admitió que aunque el banco entró a funcionar en 2009 hasta ahora no tiene un programa dirigido a personas con discapacidad, pero aclaró que las puertas del banco están abiertas para cualquier persona con discapacidad que desee financiamiento, siempre y cuando cumpla con los requisitos que se piden para aprobar un préstamo.
Esa misma línea comparte la banca privada. El presidente de la Asociación de Bancos Privados de Nicaragua (Asobanp), Juan Carlos Argüello, dijo que cuando un cliente se acerca a buscar un préstamo a los bancos, si posee alguna discapacidad física eso no impide que logre o no la aprobación a su petición de crédito.
Argüello no ve sano obligar a los bancos a financiar a cualquier actividad o segmento poblacional, como pretende Feconori. “Para los bancos es irrelevante o no si la persona es discapacitada (al momento de analizar una petición de crédito), si el banco trabaja en ese tipo de negocio de la persona y cumple los requisitos se aprueba el préstamo”, enfatizó.
La propuesta de Feconori es que no solo el Estado se involucre en asistir con financiamiento a personas con discapacidad, también todo el sistema financiero del país.
(Con la colaboración de Lucydalia Baca Castellón).
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