Erwin J. Krüger
La democracia y la economía de mercado son dos sistemas que existen estrechamente entrelazados y se refuerzan o debilitan recíprocamente. Ambos son hijos de la libertad. Si uno de estos sistemas se fortalece, el otro también se fortalece, y si uno se debilita, debilita al otro.
En medio de una prolongada y dolorosa guerra civil, hace 24 años Nicaragua celebró una elección totalmente transparente, para frenar el conflicto. Doña Violeta de Chamorro fue electa y ascendió a la Presidencia de la República y, como anunció en su discurso de toma de posesión, su gobierno se embarcó en la nave de la santa libertad. obra
Nicaragua empezó entonces a convertirse gradualmente en una nación libre y democrática. El brote de libertad política que proporcionó esta victoria electoral, impecablemente limpia, transparente, y en consecuencia aceptada por todos, abrió el espacio para ampliar las libertades públicas. Desde entonces muchas de estas libertades se ampliaron y consolidaron, otras se han venido debilitando.
Doña Violeta gobernó con la fuerza moral de sus convicciones, con el poder que otorga la majestad de la voluntad de las grandes mayorías, proclamando e implementando las libertades públicas y la reconciliación nacional. Desde el inicio su gobierno fue un gobierno para todos y de todos, un gobierno verdaderamente nacional. La ampliación de las libertades políticas abrió el espacio necesario para introducir y consolidar las libertades económicas. Se implementó la libertad comercial, auspiciando el libre comercio de bienes y servicios, esto liberó las fuerzas económicas y sociales.
El sector estatal empezó a reducirse aceleradamente en un proceso acompañado de una privatización rápida y efectiva de las actividades económicas, que permitió la existencia, desarrollo y consolidación de agentes privados y mercados de libre competencia, incluyendo al sector financiero.
La característica más importante del gobierno de doña Violeta fue su voluntad al diálogo y la formación de verdaderos consensos. Se dialogaba con todos, con las fuerzas políticas, empresariales, militares, insurgentes, policiales, laborales, comunales y todas las otras de la sociedad civil. Las calles se llenaron de actividad comercial y financiera en toda suerte de negocios, pero también de continuas protestas y huelgas de empleados del Estado y de empresas privadas, libremente y sin represión de ninguna clase.
Fue así que se vino conformando la nueva Nicaragua, en un proceso rápido de transformación democrática, económica y social, en donde el Estado aprobaba las políticas públicas en consulta con los ciudadanos, y los ciudadanos de forma libre y de manera individual o asociada actuaban en los mercados construyendo una economía de mercados competitivos.
La libertad abrió el espacio a la democracia que junto con su hermana, la economía de mercado, creó y desarrolló un país libre y soberano, con una sociedad vibrante y una economía pujante. En 1990 Nicaragua tenía hiperinflación, recesión, racionamiento y control de precios; en 1996 Nicaragua tenía precios estables, crecía al 6.4 por ciento, y los bienes y servicios los asignaban libremente los mercados.
Al finalizar el período constitucional de doña Violeta, quien impuso dos candados constitucionales para evitar la reelección empezando por la de ella, se celebró una elección para sustituirla. En dicha elección participaron 21 partidos políticos y seis organizaciones ciudadanas de suscripción popular, una verdadera fiesta democrática.
Al cumplirse 24 años de su ascensión al poder, quiero dejar sentado mi profundo agradecimiento a doña Violeta Barrios de Chamorro, quien desde el poder libró durante siete años una verdadera batalla democrática por instalar una democracia genuina y representativa y la instalación de valores que perduran en la ciudadanía. Su legado de gobierno fue una nación en paz, democrática y representativa, con profundo sentido social, una economía estable, desendeudada, y en pujante crecimiento, de mercados libres y competitivos. Una noble señora que dio inmensas lecciones de liderazgo y habilidad política, que al finalizar su mandato se regresó tranquilamente a su misma casa de habitación, sin buscar la reelección y sin celebrar pactos políticos, los cuales aborrecía.
Doña Violeta nos dio un ejemplo de gobernar con convicción democrática, fuerza moral, y ética cristiana. Gobernó con el corazón y amor de una madre que ama a su patria. Gracias doña Violeta.
El autor fue ministro en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro
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