Cuenta Homero, en La Ilíada, en la cual se narran los acontecimientos principales de la etapa final de la Guerra de Troya, que Aquiles, después de matar en feroz combate a Héctor, arrastró su cadáver una y otra vez hasta que cayó la noche, causando un inmenso pesar a Príamo y Hécuba, los padres del héroe troyano, y a su desdichada mujer, Andrómaca, quienes soportando un dolor infinito, tuvieron que mirar aquel terrible espectáculo desde lo alto de las murallas de Troya.
Aquiles, como sabemos, era el más grande de los héroes griegos que tomaron parte en la épica guerra de Troya. Héctor, príncipe troyano, era por su parte el comandante en jefe del ejército defensor de Troya, la legendaria ciudad helénica del Asia Menor que resistió durante diez años el asedio de los ejércitos de Grecia, hasta que por el ardid del caballo ideado por el astuto Odiseo (Ulises), un contigente de guerreros griegos logró entrar en la ciudad y abrió sus puertas desde dentro, causando así la más grande matanza y destrucción de los tiempos antiguos.
Pero aquel acto de inhumanidad de Aquiles, de feroz irrespeto a la persona muerta, no se debió a que él era un hombre malvado. O al menos no se debió solo a eso. Es que arrastrar los cadáveres de los enemigos muertos en combate era una costumbre de Tesalia, la región de Grecia donde vivía el pueblo de los Mirmidones (las hormigas), del cual Aquiles era su príncipe y por eso comandó su contingente que se unió a los demás ejércitos griegos que participaron en la guerra de Troya. Y según una leyenda de antaño, esa bárbara costumbre fue originada o establecida por un antiguo y poco conocido personaje de Tesalia llamado Simón.
En Wikipedia, la enciclopedia libre de Internet, se menciona solo a dos personajes mitológicos griegos con el nombre de Simón. Uno de ellos formaba parte de nueve monstruos marinos que eran llamados los Telquines, los cuales tenían cabeza de perro y cola de pez o de serpiente. Los Telquines eran tan dañinos que Zeus los hundió en el mar, donde se convirtieron en piedra, aunque otra versión del mito dice que fue Apolo quien los mató a flechazos, uno por uno. Y según cuenta Ovidio en Las Metamorfosis , Zeus los convirtió en piedras como castigo porque manipulaban los fenómenos atmosféricos, lo cual era un poder que solo a él le correspondía.
El otro Simón que menciona Wikipedia es un pirata de la cuadrilla que secuestró al dios Dionisio (Baco), sin saber quién era este, y pretendieron llevarlo a algún país del Asia para venderlo como esclavo. Pero Dionisio hizo brotar en el barco de los piratas una enorme vid, la planta cuyo fruto es la uva, y una hiedra también gigantesca. Después Dionisio se transformó en una pantera e hizo aparecer dentro del barco otros animales feroces. Aterrorizados, los piratas se lanzaron al agua para tratar de huir a nado, pero Dionisio los convirtió en delfines.
Sin embargo en un solo libro sobre la mitología griega encontré otro Simón. Este Simón vivía en Tesalia y tenía un hermano llamado Trásilo, quien fue asesinado por Euridamante, uno de los argonautas, o sea los expedicionarios griegos que a bordo del legendario barco nombrado Argos fueron a la Cólquide, donde ahora es el Cáucaso, a buscar el vellocino de oro.
Pero no hay mayores datos sobre Simón de Tesalia. Solo se dice que después de matar a Euridamante para vengar la sangre de su hermano, ató su cadáver a una parihuela o camilla y la arrastró muchas veces alrededor de la tumba de Trásilo.
De esa manera se habría originado la costumbre de los tesalios, de arrastrar los cadáveres de los enemigos, lo que hizo Aquiles en Troya con el cuerpo de Héctor ultrajando los sentimientos de los troyanos que por cultura y religión guardaban absoluto respeto a los muertos, inclusive a los enemigos.
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