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La tinta de Gabo

La fascinación de Gabriel García Márquez por la poesía dariana inició cuando el colombiano era estudiante de secundaria. La obra El Otoño del Patriarca es un homenaje de Gabo al padre de Modernismo.

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Es bien conocida la admiración que Gabriel García Márquez siempre manifestó por la vida y obra de nuestro Rubén Darío, particularmente por su poesía.

Gabo leyó insistentemente a Darío desde sus años adolescentes, al punto de saberse de memoria varios de los más notables poemas del poeta. En una ocasión expresó que Lo fatal de Darío era la mejor poesía escrita en idioma español.

La fascinación por la poesía dariana se instaló en García Márquez desde sus años de estudiante de secundaria del Liceo Nacional de Zipaquirá, pequeña y fría ciudad famosa en Colombia por su Catedral de Sal.

Por esa época, Gabo se entusiasmó por la renovación poética que realizaban en su tierra natal los jóvenes poetas del grupo Piedra y Cielo, movimiento alimentado por la influencia, un poco tardía, de Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez, y la más reciente de Pablo Neruda.

En ese grupo militaban algunos de los más sobresalientes valores de la lírica colombiana: Eduardo Carranza, Jorge Rojas, Darío Samper, Arturo Camacho Ramírez y Carlos Martín.

Por ese entonces, Gabo escribió algunos poemas, género que abandonó al convencerse de que lo suyo era la narrativa, tras leer La metamorfosis de Kafka. Sin embargo, años después reconoció que “si no hubiera sido por Piedra y Cielo, no estoy seguro de haberme convertido en escritor”… “lo que me dieron ellos fue un elemento de rebeldía contra el academicismo”.…

Por circunstancias del destino, al suicidarse el director del liceo, que había impuesto las matemáticas como disciplina dominante, asumió la dirección el poeta Carlos Martín, el benjamín del grupo Piedra y Cielo quien, para regocijo del joven Gabo, trasladó el énfasis a la literatura, que el propio director impartía.

INFANCIAS SEMEJANTES

Según Desso Saldívar, biógrafo de García Márquez, Carlos Martín centró su enseñanza en la obra y figura de Rubén Darío: “Podía estarse una hora analizando uno de sus sonetos, los motivos del poema, la invención metafórica, el ritmo poemático”.

Lo fatal y los Nocturnos de Darío fueron especialmente comentados. Además, dice el mismo biógrafo, les enseñaba que el padre del Modernismo se había criado a la sombra de un viejo coronel, el tío abuelo Félix Ramírez Madregil, quien le contaba historias de guerras pasadas y un día lo llevó a conocer las novedades recién llegadas a León: el hielo, las manzanas de California y la champaña de Francia.

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En El otoño del patriarca García Márquez logra plenamente su propósito de hacer una síntesis de todos los dictadores latinoamericanos, pero en especial de los que han sembrado el terror y la muerte en los países del Caribe.

Gabo consideraba que la más acertada crítica a su novela no la habían hecho los literatos sino su amigo, el general Omar Torrijos cuando le dijo: “Tu mejor libro es El otoño del patriarca, todos somos así como tú dices”.

Según Gabo, el dictador “es el único personaje mitológico que ha producido la América Latina, y su ciclo histórico está lejos de ser concluido”. Esto bien lo sabemos los nicaragüenses. Los dinosaurios regresan.

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“Gabriel que se quedó desde entonces magnetizado por la figura y la obra de Rubén Darío, debió mirarse como en un espejo en los relatos de su profesor, pues él también había sido un niño soñador en una aldea del Caribe, al cuidado de su abuela y de su tía abuela”. “Y como el poeta nicaragüense, Gabriel se había criado también a la sombra de un viejo coronel que le contaba mil y una historias de las guerras civiles, el mismo que un día le llevó de la mano a conocer el hielo”.

… Se ha especulado que la anécdota de Darío sobre el hielo, dio pie a García Márquez para el célebre párrafo inicial de Cien años de soledad: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.

EL OTOÑO DEL PATRIARCA: HOMENAJE A DARÍO

García Márquez en cierta ocasión expresó a quien escribe, que El otoño del patriarca era su homenaje a Rubén Darío. Así se lo dijo también a Apuleyo Mendoza: “¿Te has dado cuenta de que allí hay versos enteros de Rubén Darío?

El otoño del patriarca está lleno de guiños a los conocedores de Rubén Darío. Inclusive él es un personaje del libro. Y hay un verso suyo, citado al descuido; un poema suyo, en prosa, que dice: “Había una cifra en tu blanco pañuelo, roja cifra de un nombre que no era el tuyo, mi dueño”.

Antes se lo había admitido, en 1979, a Alfonso Rentería en un reportaje titulado García Márquez habla de García Márquez : “Yo creo que no se ha hecho un homenaje a Darío como en El otoño del patriarca. Este libro tiene versos enteros de Rubén. Fue escrito en el estilo de Rubén Darío”.

Bien dice, al respecto, la estudiosa dariísta Nydia Palacios Vivas: “Hemos comprobado en una relectura de la novela que la estética de Darío puebla las páginas de El otoño del patriarca. El escritor colombiano comienza y termina su obra con versos de Sonatina, Marcha Triunfal, Responso a Verlaine, entre otros”.

“El Nobel colombiano desacraliza a Darío al poner en labios de un pordiosero los versos de la Sonatina , aquel ciego que por cinco centavos declamaba en las esquinas poemas del bardo nicaragüense”.

EL PATRIARCA Y EL JOVEN POETA

Para que no se confunda con la infortunada visita de Darío en 1915, agotado y enfermo, al tirano de Guatemala, Manuel Estrada Cabrera, Gabo, en su novela, habla de la llegada al país caribeño del patriarca, invitado por Leticia Nazareno, amante del tirano, del “joven poeta Félix Rubén García Sarmiento, que había de hacerse famoso con el nombre de Rubén Darío”.

El poeta leería sus versos en la velada lírica del Teatro Nacional. Leticia Nazareno convence al déspota que la acompañe. Y en “un rincón del palco en penumbra desde donde vio sin ser visto al minotauro espeso cuya voz de centella marina lo sacó en vilo de su sitio y de su instante y lo dejó flotando sin su permiso en el trueno de oro de los claros clarines de los arcos triunfales de Martes y Minervas de una gloria que no era la suya mi general, vio los atletas heroicos de los estandartes los negros mastines de presa los fuertes caballos de guerra de cascos de hierro, las picas y lanzas de los paladines de rudos penachos que llevaban cautiva la extraña bandera para honor de unas armas que no eran las suyas, vio la tropa de jóvenes fieros que habían desafiado los soles del rojo verano las nieves y vientos del gélido invierno la noche y la escarcha y el odio y la muerte para esplendor eterno de una patria inmortal más grande y más gloriosa de cuantas él había soñado en los largos delirios de sus calenturas de guerrero descalzo, se sintió pobre y minúsculo en el estruendo sísmico de los aplausos que él aprobaba en la sombra”….

DARÍO EN LA SILLA MÁS ALTA

La novela concluye con el decrépito dictador al borde de la muerte, desmemoriado y de edad indefinida, buscando recuerdos en los papelitos que ocultaba en los huecos de las paredes de su caótico palacio, donde su soledad la compartía solo con las vacas extraviadas, los cerdos y las gallinas. Buscaba el papelito en ocasión de un aniversario del poeta Rubén Darío “a quien Dios tenga en la silla más alta de su santo reino, volvió a enrollar el papelito y lo dejó en su sitio mientras rezaba de memoria la oración certera de padre y maestro mágico liróforo celeste”….

Cultura Gobo Rubén Darío archivo

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COMENTARIOS

  1. Una cosa es leerlo y otra analizarlo y entenderlo
    Hace 10 años

    He leído-estudiado-analizado El Otoño del Patriarca por lo menos en cuatro ocasiones cada vez lo entiendo mejor pero analizando su trama descubro que con el tirano con quien mas coincidencias se encuentran y mejores descripciones es con Fidel Castro y tenia que ser pues fue su amigo personal y definitivamente el tirano de quien pudo tener mejor información de primera mano de cómo actúa un tirano modelo para escribir el Otoño del Patriarca

  2. Mauricio Davila Wills (Nica-damus?)
    Hace 10 años

    El amor platonico de Ruben Dario se llamaba “Francisca Sanchez” (nombre de pila: “Francisca Gervasia Sanchez del Pozo”), una “Abulense” (natural de la Ciudad o Provincia de Avila), a como tambien “Abulenses” fueron Gil Gonzalez Davila (antiguo padre y conquistador y fundador de Nicaragua) y otros conquistadores. Pero, Dios mio, !que casualidad y coincidencia!…

  3. Mauricio Davila Wills (Nica-damus?)
    Hace 10 años

    Pues “Gabo” no anduvo tan desacertado en su titulo de “El Otono del Patriarca”, eh?. Recuerden, de acuerdo a los eruditos y literatos de la Lengua Castellana, el poema mas grandioso del Idioma de Castilla desde los tiempos del “Cantar de Mio Cid” se llama “Cancion de Otono en Primavera” de Ruben Dario. El poema, ustedes ya sabran, versa y continua asi:

    “Juventud, divino tesoro,
    ya te vas para no volver;
    cuando quiero llorar no lloro,
    y a veces lloro sin querer…”

  4. Centauro
    Hace 10 años

    Bien dicho, nada mas que agregar. Tremendo reconocimiento.

  5. Se debe
    Hace 10 años

    Se estudia la obra de Ruben Dario en Nicaragua de esta forma?

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