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Magdalena de Rodríguez

Hoy La Concordia es otra cosa

A mediados del siglo pasado, La Concordia era un pueblito de 102 casas y de unos 1,000 habitantes. El único vehículo de acceso, el de herradura. No tenía servicio de agua potable. Las familias acomodadas se proveían de agua trayéndola de El Chorro, la primitiva fuente de los fundadores, en depósitos de madera que llamaban cojinillos, transportados por bestias generalmente mulares. Los menos afortunados la traían en tinajas de barro que las mujeres cargaban. A las seis de la tarde el pueblo dormía en las tiniebla, salvo algún hachón de ocote de alguien que transitaba como alma en pena. La escuela que funcionaba en lo que fuera el cabildo, ahora desvencijada casona era elemental, con dos maestras. Para estudiar la primaria las familias pudientes, o esforzadas, enviaban a sus hijos a la escuela de San Rafael del Norte. El bachillerato era un sueño. Los únicos bachilleres éramos mi marido y yo, que abandonamos la facultad de derecho para casarnos por amor. La gente me miraba recién llegada con una especie de incrédula curiosidad y yo me conformaba con todo, soñaba, leía y escribía.

En el año 1952 nombraron alcalde a mi esposo. En aquellos días los alcaldes no eran electos popularmente sino designados por el Ministerio de Gobernación que aceptaba una terna propuesta desde el municipio, este era el Concejo Municipal. La terna elegía al que sería el alcalde. Para quienes no lo saben o no lo recuerdan esta modalidad llegó hasta 1979 con la dictadura somocista y continúo en los 10 años de la dictadura sandinista.

Napoleón Rodríguez, alcalde municipal de La Concordia, ayudado por diligentes vecinos concordianos compuso el camino para herradura ya trazado a San Rafael a barra y pala. Los enormes baches eran tapados con tierra y piedra transportados en carretas de bueyes. De San Rafael a Jinotega existía una carretera estrecha pero empedrada que Sandino había construido con sus hombres de la cooperativa creada por él, durante el breve lapso que duró la posible paz y el asesinato del patriota (1934). Yo transité a caballo esa carretera deteriorada por el abandono y por el tiempo.

Ayudado también por los vecinos el alcalde trajo por cañería de hierro el agua de El Chorro al pueblo, estableciendo el servicio a domicilio. El proyecto fue creado por el ingeniero Francisco Jarquín (padre del ingeniero Agustín Jarquín Anaya) quien por amistad desde la escuela con el alcalde se trasladó a La Concordia a iniciar y dejar directrices de los trabajos sin devengar un centavo. Colaboración estupenda y desinteresada con el amigo y con el progreso.

El fondo para la realización del proyecto salió de una partida que había dejado aprobada por la Asamblea Nacional para ese fin el diputado Cristóbal Rodríguez Zeledón, concordiano de origen.

El diputado por Jinotega don Clemente Rodríguez, mi suegro, consiguió una audiencia para el alcalde en el Ministerio de Educación, para presentar un proyecto elaborado por mí para convertir la Escuela elemental en Graduada, y progresivamente llevarla hasta el sexto grado. Así nació la primera Escuela Superior Mixta del país. El Ministerio aceptó el proyecto con la única condición de que la Alcaldía consiguiera por su cuenta y riesgo un director que fuera titulado. Allí estaba yo. Durante nueve años dirigí la Escuela Benjamín Zeledón de La Concordia. Mis cuñados estaban casados, casualmente, con maestras tituladas las que fueron grandes colaboradoras. Junto con profesores que a la postre enviaba el Ministerio procedentes de San Rafael y Jinotega mediante insistentes gestiones. Inolvidable la maestra Herminia Morazán nativa de La Concordia

Convenció el alcalde a su madre doña Rosa Rodríguez de Rodríguez sobre que una planta eléctrica de su propiedad, que diera alumbrado público y domiciliar sería un buen negocio. La planta diesel fue comprada con dinero de la señora, se realizó el tendido eléctrico con ayuda de los vecinos y se hizo la luz.

Por supuesto el negocio no prosperó. La dueña de la planta eléctrica jamás recibió un solo córdoba, pero el progreso sí estaba instalado; carretera, agua, luz y escuela. Napoleón Rodríguez fue el pionero que echó las bases de la civilización y el progreso en su pueblo natal.

Hoy La Concordia es otra cosa. Una carretera pavimentada la une con la cabecera departamental y otra, adoquinada, con Estelí. La Escuela Superior Mixta Benjamín Zeledón se ha convertido en el Instituto Benjamín Zeledón con excelente estructura física y espero que también tenga buena docencia. La energía eléctrica proviene de El Tuma y el agua ha conservado y mejorado su sistema. El alcalde ya no despacha en su casa. Hay una buena casa municipal. Las calles lucen adoquinadas hasta donde la vista abarca.

Sin embargo, lo que ha impresionado hondamente mis ojos y mi alma de antigua vecina de La Concordia es la iglesia; es la labor evangélica del padre Paco Murguía, a quien yo conocí en Estelí como enfant terrible, convertido en virtuoso sacerdote del clero regular franciscano. Ha transformado el humilde templo que tanto amé en una hermosa basílica con anexos impresionantes para la celebración de reuniones congresionales y otros servicios religiosos. Un buen pastor que cuida a sus ovejas con misericordia gratuita, en nombre de nuestra Señora de Lourdes, la patrona de ese pedacito de la Iglesia universal.

Vale la pena visitar La Concordia. Es un viaje placentero. Hay mucho que ver. Es su historia de lento pero real transformación. Es la cuna de Benjamín Zeledón. Es la Iglesia con su irrepetible cura, el padre Paco.

Descubramos nuestros pueblos segovianos llenos de vida distinta, de vida auténtica. La autora es maestra.

Opinión La Concordia Pueblo archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 10 años

    Que bonito relato de la profesora, tengo especial admiracion por la concordia a pesar de ser originario del dpto de chinandega pero en este rincon del norte de nicaragua tengo grandes recuerdos y muy buenos amig@s. Que viva la tierrea de BZ.sdls

  2. lector
    Hace 10 años

    Le toca a pocos hacer mucho. Que agradable escrito!

  3. Leonardo Perez Rodriguez
    Hace 10 años

    Gracias doña Magdalena por regalarnos ese grato momento en la historia del desarrollo de la Concordia, ojala y desde todas los municipios nos dieran gratos momentos para alegrar el espíritu y enriquecer nuestra cultura.

    1. JOAN ESTRADA
      Hace 10 años

      Solo falto una hermosa y comparativa serie d e dos fotos, una de antaño y otra contemporamea. gracias es hermoso lñeer un relato d e alguien que oi en los cuentos de mis padres. Joan Estrada

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