Tras su fracaso con los expertos en lenguaje y andares, el perro que quería ser gente fue a ver a un hombre sabio de la ciudad, llegó donde don Julián y le expresó, enséñeme a pensar como usted. Pero para qué, respondió Julián. Es que quiero ser hombre. Julián, el que ya era hombre y además sabio lo miró sorprendido y le inquirió, me parece que ya lo has empezado a ser. Entonces, el perro movió el rabo con entusiasmo. ¿De veras. ¡Oh, sí!, Al contrario que los hombres, los animales son demasiado sensatos como para aspirar a ser lo que nunca fueron. El perro que quería ser gente tardó un poco en entenderlo y le dijo a Julián. ¿Y tú? Julián se lanzó una tremenda carcajada y el perro se fue aullando como condenado ya hecho gente.
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