Ya el tiempo lo había hecho viejo. Su agitada vida de caídas en charcos de sol y sombra con cierto júbilo y la alegría de vivir intensamente se había evaporado. Aquel hombre tenaz, inconforme y vívido, parecía la reencarnación de una dieta sin sal ni azúcar. Sentado en su silla de ruedas, empujado por la lucha de sobrevivir, estaba Carlos García entre personajes de diferentes ámbitos del país. Era su última cena, pero solo bebía avena, mientras con su débil y opaca voz decía que no le daba miedo morir.
El brillo de los ojos de Carlos García todavía no se había apagado. Ese martes 28 de julio en la celebración del Juego Perfecto de Denis Martínez, el longevo dirigente volvió a ser joven.
Su espíritu aún brincaba en el cuerpo endeble. La última cena en la casa de Tijerino mostró al hombre en su ciclo natural que ahora yace en una siesta prolongada.
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En esas dos ruedas su cuerpo flotaba ligeramente como un pañuelo. Su distinguida delgadez del pasado ya no tenía el aspecto casi tan saludable como un anuncio de cereales para el desayuno. Todos los que le conocieron en la etapa final saben que era casi imposible charlar con él, pero entendía las palabras a su conveniencia y se desentendía en temas que terminarían siendo desfavorables.
No me da miedo morir. Ya a mi edad he vivido de todo, suscitó García en su silla como si el rey de la dirigencia deportiva estuviera cansado. Entretanto las risas se escuchaban en torno a temas de beisbol, las experiencias del Chirizo Denis Martínez, las preguntas elocuentes de Danilo Aguirre a Edgard Rodríguez sobre los Yanquis de Nueva York, las aclaraciones y anécdotas de Edgar Tijerino sobre Carlos García, el silencio observador de René Pineda, las pláticas sobre Holanda de Miguel Mendoza y Moisés Ávalos, y con un vaso de licor e intervenciones precisas, el escritor Sergio Ramírez se hacía notar.
¿Que cuál ha sido el mejor momento en toda mi vida deportiva? No sé, ha habido muchos. No los recuerdo muy bien. La mayoría fueron con la Selección Nacional de Beisbol. Edgar los debe de saber, vociferó García paulatinamente en medio de la insistencia. Este momento es muy bonito porque me toman en cuenta y lo disfruto, afirmó al sentirse arropado por el abrigo de los que le rodeaban.
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