Por su tamaño y su forma, algunas personas pueden confundir los puntos rojos con lunares, aunque en realidad se trata de lesiones muy diferentes.
“Un punto rojo es una dilatación capilar, que entra dentro del capítulo del angioma. Por su parte, el lunar está en la categoría de los tumores benignos o acúmulo de células melanocíticas”, expone el doctor Ramón Grimalt, dermatólogo y profesor de esta especialidad en la Universidad de Barcelona.
ACÚMULO DE CÉLULAS
Los lunares o nevus son “tumores benignos resultantes del acúmulo de las células que le dan color a la piel, llamadas melanocitos”, refleja, asimismo, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
A diferencia de los puntos rojos, los lunares sí pueden malignizarse. Por ello, los dermatólogos insisten en la necesidad de estar alerta ante los cambios en los lunares.
RECONOCERLOS
De este modo, la AEDV habla de los signos ABCDE: asimetría, bordes irregulares, coloración heterogénea, diámetro mayor a seis milímetros (como la parte de atrás de un lápiz) y elevación de parte de su superficie.
“Otros cambios a tener en cuenta son el crecimiento excesivo en poco tiempo, el picor, el dolor o el sangrado”, señala.
Además, la AEDV considera que es muy importante examinar los lunares que son muy diferentes a los demás.
“Los lunares pueden mostrarse en cualquier punto de la superficie de la piel, solos o agrupados. Habitualmente son de color marrón”, explica el especialista.
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