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Durante su formación los estudiantes realizan todas las actividades de una finca agrícola o ganadera. Por eso sus jornadas son hasta de veinte horas diarias. LA PRENSA / M. ESQUIVEL

La escuela que urge al agro

Desde siempre Centroamérica se ha destacado como un gran productor de materia prima. Esta vocación estimuló el desarrollo de carreras que sustentaran la actividad y fue así que hace varias décadas surgió la agronomía. Una profesión que con el tiempo ha dado paso a un sinnúmero de ingenierías que buscan la sostenibilidad, de un sector que a pesar de sus rezagos sigue siendo pilar económico de la región.

Desde siempre Centroamérica se ha destacado como un gran productor de materia prima. Esta vocación estimuló el desarrollo de carreras que sustentaran la actividad y fue así que hace varias décadas surgió la agronomía. Una profesión que con el tiempo ha dado paso a un sinnúmero de ingenierías que buscan la sostenibilidad, de un sector que a pesar de sus rezagos sigue siendo pilar económico de la región.

En Honduras el concepto de aprender haciendo, basado en el constructivismo, ha garantizado a la Escuela Agrícola Panamericana Zamorano que sus graduados se distingan del resto de sus colegas de la región.

El modelo incluye un calendario anual de estudios intensivos durante 11 meses. Las cuatro carreras (agroindustria alimentaria, ingeniería agronómica, administración de agronegocios y ambiente y desarrollo) tienen una duración de cuatro años. En todas, la mitad del tiempo se dedica a la formación académica y el resto a las prácticas productivas enfocadas en las necesidades del sector.

“Aquí no se pierde ni un solo día, incluso el 15 de septiembre nos levantamos más temprano cantamos el himno, hacemos el juramento a la bandera y seguimos normal. Por eso escogí esta escuela, porque en Nicaragua por cualquier motivo se pierde, siempre se están buscando excusas. En cambio aquí la jornada empieza a las 5:00 a.m. y termina a las 10:00 o 12:00 de la noche, se aprovecha el tiempo”, asegura Jason Rizo, estudiante de Ingeniería Agronómica, originario de Matagalpa.

Rizo es uno de los 73 alumnos nicaragüenses que actualmente atiende el Zamorano.

EL PARQUE AGROINDUSTRIAL

El esquema de trabajo ha convertido a la escuela, cuyo campus tiene una extensión de 5,504 hectáreas, en un parque agroindustrial con plantas: de innovación de alimentos, cárnica (res y cerdo), de concentrados, láctea (producen 28 productos), de mieles y derivados, de semillas y hortifrutícola. La producción que sale de todos estos procesos se vende en un centro de distribución ubicado en el campus y en distintos supermercados hondureños.

También posee diversos laboratorios especializados que ofrecen servicios de análisis de alimentos, análisis de suelos, control biológico de plagas y microbiología de los alimentos. De estos laboratorios ha salido el 70 por ciento de las variedades de frijol que se cultiva en Centroamérica, detalla Jaime Mauricio Salazar, de la división de avance institucional de la escuela.

Además, los estudiantes de 21 países que conviven internos en el campus acumulan también una formación cultural que promueve la hermandad, “todo ello basado en un ambiente fundamentado en un código de valores, normas y disciplina”, indica Salazar.

Desde su fundación en 1942 el objetivo de la escuela ha sido promover el desarrollo agropecuario de las Américas. Para Juan Carlos Hernández, representante de Zamorano en Honduras, el problema del agro sigue siendo endémico en toda América Latina. Es por ello que hay oportunidad de mejoramiento en todos los sectores, “porque los países productores de materia prima están destinados a ser pobres el resto de la vida, entonces hay que cambiar eso”.

[doap_box title=”El sistema de ingreso” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]Cada año la escuela que está registrada en Estados Unidos como una organización sin fines de lucro, recibe a entre 340 y 360 nuevos estudiantes que alcanzaron la excelencia académica en sus países y aprueban un examen de admisión.

Actualmente tienen unos 1,200 estudiantes. Un tercio recibe beca parcial y otro tercio beca total proporcionada por los gobiernos de sus países. El resto paga arancel de 18,000 dólares anuales.

Al concluir sus estudios realizan pasantías de doce semanas en empresas de Europa y Estados Unidos. La mayoría aprovecha la oportunidad para conseguir trabajo en esas empresas y a la vez becas para maestrías en universidades de esos países, detalla Rosa Amada Zelaya, de la oficina de formación práctica. La escuela demanda actualmente un presupuesto de 30 millones de dólares para su funcionamiento. De momento, no tienen previsto ampliar la capacidad, sino extender su oferta a estudios de maestría que los egresados han comenzado a demandar.

Nicaragua es el único país de Centroamérica y uno de los pocos de Latinoamérica que no cuenta con programa de becas. Solo tiene un fondo total de cuatro millones de dólares que se entregó en la década de los noventa a la sede de la escuela en Estados Unidos. Con las ganancias algunos nicaragüenses reciben becas parciales. La escuela se ha acercado al Grupo Pellas y al Ingenio Montelimar en busca de fondos que permitan a más nicaragüenses acceder a la formación que ofrece este centro ubicado a 30 kilómetros de Tegucigalpa, Honduras.[/doap_box]

Por ello considera que “el surgimiento de carreras como agronegocios o agroindustria alimentaria que permiten entrar en la parte de procesamiento, mercadeo y comercialización, es lo que le da otra dimensión a los graduados de Zamorano, porque la escuela no forma agrónomos sino empresarios del agro y eso le da otra dimensión a nuestros graduados”.

PROFESIONALES DESTACADOS

Tal es el reconocimiento del Zamorano que entre los cerca de 7,500 graduados que ha acumulado desde su fundación en 1942, se cuentan presidentes, vicepresidentes y ministros de gobierno, y cientos de directores y gerentes de empresas y proyectos de desarrollo del sector en la región, dice Raúl Zelaya, decano de dicha casa de estudio.

Otro punto a favor de este centro de estudios, según Zelaya, es que en sus 72 años de existencia ha ido adaptando el currículo a las necesidades del sector, que cada vez se vuelven más complejas. Entre esos cambios, a partir de 1983 acepta mujeres en sus aulas de clase.

“Hace 25 o 30 años era más sencillo, la actividad se limitaba a la producción y distribución. Pero poco a poco se volvió más complejo por el aumento de la población, competencia por las tierras agropecuarias y el congelamiento de la frontera agropecuaria, se comenzó a decir que la producción ya no comenzaba en el campo sino en el mercado. Y hoy por hoy si a todo esto agregamos los problemas climáticos se vuelven aún más complejas. Necesitamos formar superhombres y supermujeres para que entiendan la situación agropecuaria”, explica el decano.

Esto obliga a que el profesional agropecuario ya no tenga únicamente una formación técnica, sino también ambiental y social. “Porque tienen que entender la situación socioambiental de la población con la que trabaja, si es que quiere tener éxito en la producción agropecuaria”, apunta el decano.

Para Zelaya, “hoy por hoy el desafío es ser más productivo en áreas cada vez menores, eso significa que hay que ser cada vez más tecnológico en la producción”.

Y aunque la mayor comunidad de graduados es hondureña, por ser el país sede de la escuela, el rector Jeffrey Lansdale, estima que son muy pocos para que el impacto en el sector agrícola de ese país e incluso en el resto del istmo, sea mayor

Además, los funcionarios de Zamorano estiman que para lograr un verdadero impacto en la actividad agrícola de la región —que además de continuar dependiendo mayoritariamente de la producción de materia prima, presenta muchos rezagos en la productividad—, debe ir acompañada de políticas e inversión estatal, zonas libres e incentivos que estimulen el mejoramiento de la productividad.

A ello, según Lansdale, hay que sumarle el incremento de la población y algunos problemas estructurales que con el paso del tiempo se han vuelto crónicos, entre ellos la pobreza, la inseguridad, los patrones culturales, los hábitos alimenticios, entre otros.

“A veces lo que perjudica a Zamorano es que nuestra imagen es mucho más grande que la escuela, aquí somos pocos, solo 85 catedráticos, somos una institución pequeña en la que se van a graduar este año menos de trescientos alumnos y hay de todos los países y la solución de los problemas va más allá de un centro educativo”, asegura.

Para Lansdale no hay una fórmula mágica para resolver el rezago del sector agropecuario de la región. Este solo se superará con un cambio de cultura y el trabajo conjunto y coordinado del Gobierno, organizaciones no gubernamentales, cooperantes, academia y productores, apoyado en la investigación, el uso de la biotecnología y técnicas de distribución y mercadeo.

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COMENTARIOS

  1. Hace 10 años

    Las pasantias no sólo son el Europa y EEUU, si no en todo el mundo. Desde estados unidos hasta Chile, el caribe, Europa y Asia.

  2. Francisco Campos
    Hace 10 años

    En Diriomo, Departamento de Granada existe una escuela que creó la ONG Opportunity International con este sistema, están empezando y tienen buenas ideas. Creo que valdría la pena hacer un reportaje sobre este modelo.

  3. Luis Carlos Gallego Villamizar
    Hace 10 años

    Excelente reportaje. Sólo quiero comentar que no se trata de un fondo “total”, sino de un fondo “dotal”. Es un fondo recibido en donación, el cual debe generar ingresos que serán utilizados. Su desgaste en cuantía debe ser mínimo.

  4. onofre gutierrez
    Hace 10 años

    Si laproducción agrícola no crece en proporción alcrecimiento poblacionalalgo hay que mejorar. Por ejemplo, hay estudios que
    señalan que la degradación de las tierras productivas alimentan la pobreza. ¿Qué estamos haciedo para la conservación de las tierras más fértiles del mundo? El autor no aborda tan serio problema y una escuela con 3/4 de siglo de existencia parece no estar al día con serio problema. La falta de preocupación es alarmante. Ojalá esté equivocado. ¿Y el gobierno
    qué hace?

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