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Gina Montaner

El aire envenenado

Como otras tantas personas, he visto el vídeo una y otra vez empujada por la decisión de un jurado en Staten Island. Se trata de la exoneración de un policía que este verano mató por presunto estrangulamiento a un hombre afroamericano.

Es imposible no volver a esas imágenes que filmó un testigo en el momento en que Eric Garner, de 43 años, es detenido en la calle por supuesta venta ilegal de cigarrillos. El agente Daniel Pantaleo lo aborda y cuando este se resiste verbalmente, el policía lo agarra por el cuello mientras otros cuatro agentes lo reducen tirándolo al suelo. Garner, un individuo grande y obeso, consigue gritar hasta ocho veces “No puedo respirar” antes de agonizar por asfixia. Mientras repite su súplica, en ningún momento se ve que Pantaleo afloja la llave de estrangulamiento, a la vez que sus compañeros oprimen con fuerza al arrestado. Eso es lo que se ve en el vídeo que los medios y las redes sociales han divulgado.

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“No puedo respirar”, balbuceó Eric Garner antes de agonizar en una barriada de Staten Island. Aunque deshecha, su familia respiró tranquila, segura de que el vídeo incriminaría al agente que lo asfixió con una táctica prohibida. Luego sobrevino la inesperada decisión del jurado y los Garner sintieron que les faltaba el aire. Quienes apoyan su causa inexplicablemente perdida, hoy claman “Nosotros tampoco podemos respirar”.

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Pero hay otras imágenes tan o más inquietantes que las que recogen el instante (para Garner debió ser una eternidad) de la asfixia. En ellas se puede ver su cuerpo inerte sobre el asfalto mientras los agentes están junto a él sin hacer nada evidente por salvar su vida. No hay respiración boca a boca ni nadie hace ademán de resucitar al hombre que poco antes había repetido “No puedo respirar, me asfixio” antes de callar para siempre. Los policías se limitan a contemplarlo y tocarlo levemente hasta que llega una ambulancia que finalmente se lo lleva en una camilla.

Un gran jurado ha decidido que no hay causa suficiente para enjuiciar a Pantaleo, a pesar de que la policía de Nueva York prohíbe este tipo de maniobras físicas que pueden tener efectos mortales. Tras examinar el cadáver, el médico forense determinó que se había tratado de un homicidio. Sin embargo, aparentemente al jurado le pesaron más otras causas probables de su fallecimiento: Garner era gordo, tenía asma y su corazón no funcionaba en toda su capacidad.

La madre de la víctima se ha preguntado si el jurado vio un vídeo distinto al que circula de manera viral. Desde luego, no fue el que la familia de Eric Garner ha visto hasta el cansancio, buscando una respuesta razonable a una muerte que pudo haberse evitado. Tampoco es el que vio el secretario de Justicia, Eric Holder, que ha iniciado una investigación federal para llegar al fondo del asunto. Ni el que vieron los cientos de neoyorquinos que se han echado a las calles en contra de lo que consideran una injusticia incluso más flagrante que la polémica exoneración del policía que en Ferguson, Misuri, le dio muerte a otro afroamericano. Al igual que en el caso de Staten Island, tampoco portaba armas en el momento de su arresto.

En cuanto a Garner, cuya muerte grabada se ha visto hasta la saciedad desde el pasado verano, la evidencia parecía bastante concluyente. De hecho, después de los disturbios de Ferguson, el propio presidente Obama dijo que ha llegado la hora de que los policías operen con cámaras de vídeo que servirán para esclarecer los hechos cuando hay testimonios contradictorios. O sea, hacer valer la creencia extendida de que una imagen vale más que mil palabras. Por ello era difícil imaginar que el jurado de Staten Island no tendría en cuenta lo que tantos aseguran haber visto en el vídeo. Las mismas imágenes que quiso divulgar la familia de Garner, con la certeza de que serían determinantes para que se hiciera justicia. Sentimiento que comparten los miles de manifestantes que en todo el país protestan contra un sistema que es a todas luces estructuralmente racista.

Es imposible no volver una y otra vez al vídeo en el que Garner a duras penas alcanza a decir “No puedo respirar”, mientras los agentes se abalanzan sobre él y Pantaleo, que en el pasado ha sido denunciado por comportamiento indebido al efectuar arrestos, sostiene la llave que le obstruye la entrada de aire. También resulta imposible borrar de la mente ese otro vídeo donde yace inerte y sin expresión mientras los policías se limitan a hablar entre sí. Ni un solo gesto urgente por salvar a aquel hombre afroamericano con problemas de sobrepeso y cuya única arma eran unos cigarrillos sueltos que pretendía vender en la calle.

“No puedo respirar”, balbuceó Eric Garner antes de agonizar en una barriada de Staten Island un caluroso día de julio. Aunque deshecha, su familia respiró tranquila, segura de que el vídeo incriminaría al agente que lo asfixió con una táctica prohibida. Luego sobrevino la inesperada decisión del jurado y los Garner sintieron que les faltaba el aire. Quienes apoyan su causa inexplicablemente perdida, hoy claman “Nosotros tampoco podemos respirar”. Es la atmósfera envenenada del racismo que pervive y ahoga a unos más que a otros. ©FIRMAS PRESS

La autora es periodista

Ver en la versión impresa las páginas: 11 A

Boletin Opinión aire envenenado archivo

COMENTARIOS

  1. fernando
    Hace 9 años

    ¿Qué diferencia hay entre los departamentos de policía de EU y la GN somocista?. No nos olvidemos de que los oficiales de la GN eran entrenados en la base militar que tenía EU en Panamá. ¿Y esta es la gente que le quiere dar lecciones de democracia a Cuba y Venezuela o Nicaragua, donde no ocurren estas cosas?. Lo que hay que ver.

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