Unos trescientos supervivientes y varios jefes de Estado, como el presidente francés François Hollande, el alemán Joachim Gauck y el ucraniano Petro Poroshenko compartieron emociones intensas ayer en Auschwitz, setenta años después de la liberación del campo de exterminio nazi, y mostraron su solidaridad y su voluntad de actuar contra el antisemitismo creciente en Europa.
“Creí que me incinerarían aquí y que jamás viviría la experiencia de mi primer beso. Pero, no sé cómo, yo, una niña de 14 años, sobreviví”, contó Halina Birenbaum, nacida en Varsovia en 1929 y quien estuvo en cuatro campos nazis, incluido Auschwitz, durante su infancia.
El presidente polaco, Bronislaw Komorowski, quien abrió la ceremonia oficial, expresó “respeto y reconocimiento” a los soldados soviéticos que liberaron Auschwitz, donde murieron cerca de 1.1 millones de personas, entre ellas un millón de judíos.
El presidente del Congreso Judío Mundial, el estadounidense Ronald S. Lauder, alertó contra el ascenso del antisemitismo en Europa, mencionando “los últimos acontecimientos en París”, donde un individuo mató a cuatro judíos en un supermercado kósher el 9 de enero, en una serie de atentados que dejaron 17 muertos en esa ciudad.
Evocando el Holocausto, repitió unas palabras que se convirtieron en el lema de la ceremonia: “No dejen que vuelva a pasar”.
El papa Francisco envió un mensaje en diez idiomas a sus 7.5 millones de seguidores en Twitter: “Auschwitz es un grito de dolor que, en ese gran sufrimiento, está pidiendo un futuro de respeto, de paz y de encuentro entre los pueblos”.
Antes de subir al avión con destino a Auschwitz, Hollande denunció, en el Memorial de la Shoah en París, el “azote” del antisemitismo y anunció que reforzará las sanciones contra el racismo y el antisemitismo en su país.
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