Es muy probable que, si tienes pareja, envidies a esa amiga que está soltera y que ella a su vez te envidie a ti por tener pareja. Porque la mente humana es así de contradictoria y no solemos estar conformes con nada. Si duermes acompañada, envidias el ulterior espacio de la soltería, si duermes sola, te agarras a cualquier objeto inanimado que simule un cuerpo humano a tu lado ¿o no?
Así lo establece la revista Cosmopolita, edición española, la cual a través del artículo Oda a la soltería señala que el ser humano se pasa la vida buscando pareja porque es su condición natural, que no es otra que la de emparejarse y procrear. Por un lado, está el instinto primario, pero también el miedo a estar solo. Te aterra la idea de terminar como Eleanor Abernathy, a.k.a la loca de los gatos, o peor aún, como esa tía segunda soltera.
No existe una fórmula matemática precisa que indique cuánto tiempo vas a pasar torturándote hasta que empieces a disfrutar de la soltería.
Puede ser una semana, un mes, un año o un decenio. Lo normal es que llegue el momento de no tener ataduras, ni discusiones, ni dramas; en el que puedas dedicarte en cuerpo y alma a ti misma las 24 horas del día, poder saltar de “rollo” en “rollo” como de bolsa de lechuga en bolsa de lechuga, o vivir sola te parezca maravilloso. Existe un instante en el que tus hormonas reactivan y empieza a parecerte tremendamente atractiva personas en las que nunca antes te habrías fijado.
LA CIENCIA DE LA SOLTERÍA
Además, sabes que la ciencia te avala. Una simple búsqueda en Google arroja cientos de estudios de prestigiosas universidades americanas (como no), que dicen que las personas sin relación estable duermen mejor, tienen más independencia económica (adiós a las discusiones financieras), practican deporte con más frecuencia y, por tanto, están más en forma. Y otro motivo de peso, sin peso científico: no tienen que esperar a nadie para ver los capítulos de las series.
En un estudio que siguió a más de nueve mil adultos de mediana edad, durante ocho años, las tasas de enfermedades del corazón eran más bajas entre los que nunca se habían casado.
Pero suele ocurrir que justo entonces, cuando más estás disfrutando de tu soltería, aparezca esa persona que te saque del mercado con un “cerrado, hasta nuevo aviso”. Es el ciclo de la vida, sostiene Lucille Camembert, autora del escrito.
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