¿Cómo es posible que alguien a quien le diagnosticaron tendencias suicidas alguna vez sea contratado como piloto comercial, encargado de la vida de cientos de personas?
Esa es la pregunta de la que todos quieren saber la respuesta después de que la Fiscalía de Dusseldorf (oeste de Alemania) reveló ayer que Andreas Lubitz, el copiloto de Germanwings, recibió hace años tratamiento psicoterapéutico por “tendencias suicidas” durante un largo período de tiempo, antes de obtener su licencia como piloto. Aunque la Fiscalía precisó que en las posteriores consultas médicas que el joven tuvo con prescripciones de baja no se constatan esas inclinaciones y tampoco tendencias agresivas.
Según los fiscales, las 150 personas a bordo murieron por la decisión de Lubitz, de 27 años, de estrellar deliberadamente el Airbus A320 contra una ladera en los Alpes franceses el 24 de marzo, cuando el avión volaba de Barcelona a Dusseldorf.
Lufthansa, la compañía matriz de Germanwings, se ha negado a decir si sabía de los problemas de salud mental de Lubitz, pero dijo que el piloto pasó todos los controles médicos necesarios desde que comenzó a trabajar en su filial en 2013.
La autoridad aeronáutica del país no hizo comentarios sobre la salud de Lubitz, a pesar de reconocer la semana pasada que los registros en poder de la agencia muestran que necesitaba “exámenes médicos regulares específicos”, más allá de la revisión anual requerida a todos los pilotos.
La Fiscalía informó el viernes que Lubitz había ocultado una baja médica vigente para el martes, aunque no aclaró por qué dolencia la había recibido, ni cuándo recibió el tratamiento psicoterapéutico por sus “tendencias suicidas”.
La baja médica fue hallada rota por los investigadores entre la documentación incautada en la vivienda que el copiloto tenía en Dusseldorf y en la casa que compartía con sus padres en la pequeña localidad de Montabaur.
No se han encontrado indicios que pudieran haber anunciado la tragedia o un mensaje en que asumiera la autoría de la misma. Las investigaciones en el entorno familiar, personal y laboral del copiloto no han arrojado “indicios consistentes que ayuden a explicar los posibles motivos” de su actuación.
Ante los nuevos datos de la investigación, el debate en los medios y en la clase política en Alemania se centró ayer en la necesidad de poner límites al secreto profesional médico para evitar que se repitan casos como el de Lubitz.
MÁS ACCESO
Ayer, por primera vez, los equipos de investigadores pudieron acceder por tierra al lugar donde cayó el A320, dado que las condiciones meteorológicas impedían volar los helicópteros.
La búsqueda de la segunda caja negra del avión (con los datos del vuelo) “sigue siendo el principal objetivo, desde el principio, y aún más hoy”, declaró el capitán de Gendarmería Yves Naffrechoux. “Los equipos accederán al lugar por la pista ya existente”, un sendero que está siendo ampliado y mejorado y lleva a una llanura. Esta pista facilitará el acceso y permitirá el transporte de grandes pedazos del avión, según el fiscal a cargo de la investigación, Brice Robin.
4 meses podría demorar la identificación completa de los restos mortales del Airbus A320. Antes no se difundirán sus resultados a los familiares, informó ayer el coronel Francois Daoust, director del Instituto de Investigación Criminal de la Gendarmería francesa (IRCGN).
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