Y qué contenta que se puso la mafia terrorista que mal gobierna en La Habana cuando supo que la sacarían del rol en el State Department de regímenes que apoyan el terrorismo, una lista que se estableció en 1979 como referente internacional de aquellos gobiernos que no respetan la convivencia civilizada y con los que mejor es mantener una distancia prudencial. Igual que se puso de contenta la mafia terrorista hereditaria de los Kim cuando el ingenuo de George W. Bush la tachó de la lista porque estaba negociando de buena fe el abandono de su programa de armas nucleares a cambio de ayuda económica norteamericana. Tan de buena fe negoció, que obtuvo muchísima ayuda y siguió con su programa hasta conseguir armas atómicas, con las que ahora amenaza a medio mundo. Y además sin estar en la lista. La infame relación inicial la componían Irak, Libia, Siria y Yemen del Sur y desde entonces se le han añadido y borrado nombres. Cuando Muamar el Gadafi, por ejemplo, se acogió al buen vivir y reconoció la autoría de la explosión del vuelo 103 de PanAm sobre Lockerbie e indemnizó a los familiares de las víctimas, Libia fue retirada de ese censo de canallas. Cuando Irán armó desembozadamente a innumerables organizaciones terroristas en todo el Oriente medio y Asia, fue añadido. Y, así, unos han entrado a formar parte mientras otros ya no están. Al ser removida Cuba, solo permanecerán Irán, Sudán y Siria.
Pero Irán ya está en el remojo que lo enjuagará bastante como para retirarlo de la lista, aprovechando el acuerdo que negocia John Kerry con los ayatolás por el que estos prometerán no producir armas nucleares durante los próximos diez años a cambio de seguir enriqueciendo uranio dizque para usos pacíficos, de que los inspectores no inspeccionen y de que les quiten todas las sanciones económicas. De modo que dentro de poco también los ayatolás saltarán de alegría. El buenazo de Barack Obama parece decidido a acabar con el terrorismo en el mundo, por lo menos con la lista americana de las naciones auspiciadoras del terrorismo. Al paso que va, para cuando termine su segundo mandato presidencial en ese catálogo no quedará país alguno. Entonces podrán otorgarle muy merecidamente su segundo premio Nobel de la paz ya que el primero, concedido con cierta premura, luego no se ha visto justificado en las políticas llevadas a cabo por el galardonado. Hombre, se argüirá que el hecho de que la nómina de padrinos del terrorismo se quede vacía no significa absolutamente nada en momentos en que más y más organizaciones dedicadas al terror multiplican sus actividades en Oriente medio y en el lejano Oriente, en África, en las Américas y en Europa. Pero eso es algo que naturalmente debe ir menguando más pronto que tarde debido a la visionaria política de Obama de colocarse en los zapatos de los enemigos para entonces perdonarles los pecados y asumir los Estados Unidos la culpa de todo, por su conducta en el pasado. Salvo una hecatombe, por supuesto imprevista, que descuajaringue el planeta, veremos cómo la política del inquilino de la Casa Blanca es la justa, la única juiciosa, la que mediante el amor salvará la civilización.
El autor es analista político. ©FIRMAS PRESS.