El millonario Donald Trump se unió ayer a la nutrida lista de republicanos que aspiran llegar a la Casa Blanca y se presentó como un empresario solvente que puede convertir a Estados Unidos en una potencia tan rica como su propio imperio.
“Damas y caballeros, estoy oficialmente entrando en la carrera para presidente de Estados Unidos, y vamos a hacer nuestro país grande de nuevo”, afirmó Trump en un acto en la Trump Tower, uno de los rascacielos que posee en Nueva York.
“El sueño americano está muerto. Pero si gano lo construiré de nuevo, más grande y mejor que nunca antes”, afirmó Trump ante centenares de asistentes al acto, que corearon “queremos a Trump” a lo largo de los 45 minutos que duró su discurso.
Flanqueado por su numerosa familia, el magnate se presentó como el “gran líder” que Estados Unidos necesita. “Necesitamos un líder que pueda devolver nuestros trabajos, nuestras fábricas, nuestro ejército, que cuide de nuestros veteranos, que han sido abandonados. Un líder que suba el ánimo”, aseguró.
En un análisis de Bloomberg se señala que Trump es rico, pero qué tanto es motivo de debate desde hace décadas.
“La cifra real es diez mil millones de dólares”, dijo Trump a Bloomberg en una reunión del 3 de junio ante un escritorio cubierto de papeles en su oficina de la Quinta Avenida. ¿O son nueve mil millones de dólares, como dice el Washington Post que admitirá Trump? Incluso si se toma la cifra más baja, ocuparía el puesto 53 en riqueza en los Estados Unidos, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg.
El hecho de que las estimaciones sobre la fortuna de Trump puedan tener mil millones de dólares de diferencia entre sí subraya lo difícil que resulta determinar su patrimonio. Su propia evaluación de la marca Trump, que figura en hoteles, pañuelos de cuello, colonia y agua envasada, y le proporciona ingresos por licencias, es del orden de los miles de millones. Trump es alcista en relación con los futuros de Trump.
“Noventa y nueve millones de vistas”, dijo palmeando el monitor de la computadora de un empleado en el que se veía un video de YouTube del tema Donald Trump del rapero Mac Miller. “Eso es una marca”.
En su condición de promotor y desarrollador de propiedades para personas famosas, Trump no tiene pares. Tiende a describir todos sus activos en términos superlativos: el mejor edificio, la mejor cancha de golf, los mejores lugares. Tampoco separa públicamente su patrimonio personal y las propiedades que administra, lo que hace que los componentes de su fortuna sean difíciles de determinar.
PROPIEDADES
La propiedad más famosa de Donald Trump, la Torre Trump, ubicada en la Quinta Avenida de Nueva York, comprende unidades en condominio y elementos comunes —pasillos, ascensores— que se han vendido y ya no representan un valor para Trump.
Trump posee los derechos de los espacios comerciales del edificio, lo que comprende 12 pisos de oficinas y un local de Gucci de tres pisos en la planta baja. El valor de esos espacios es de alrededor de US$$400 millones, según datos que recopiló Bloomberg a partir de estimaciones de ingresos, ganancias y capitalización.
También es propietario del penthouse de 2,800 metros cuadrados (30,000 pies cuadrados) del edificio. Si bien el apartamento podría obtener una prima por sus dimensiones y ubicación, es probable que un comprador quisiera renovar el espacio dorado.
Desarrolladores de lugares tan dispares como Corea del Sur, Turquía, Panamá y Hawai le han pagado a Trump comisiones por poner su nombre en edificios que él no construyó ni posee a los efectos de comercializar apartamentos y habitaciones de hotel a precios más altos. Esos ingresos complementan otras operaciones de Trump para financiar nuevas adquisiciones y pagar deuda. Resulta difícil valuar los resorts y las veinte canchas de golf de Trump en EE. UU., Escocia y Puerto Rico.
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