Aun con el antecedente de Toy Story 2 , la bonanza de secuelas de Pixar que incluye a Cars 2 , Monster’s University y la inminente Finding Dory puede interpretarse como una capitulación ante los designios del mercado. Si al público le gustó algo, vuelve a vendérselo.
Esto supone una contradicción con el impulso creativo que ha generado clásicos modernos partiendo de premisas caprichosas, en un principio anticomercial. Cualquiera puede hacer un filme infantil sobre juguetes y carritos; pero trate de vender a un robot procesador de basura, en una comedia humanista que corre a medio metraje como filme silente de Chaplin ( Wall*E ); o una aventura de fábula centrada en un viudo octogenario ( Up ). Pixar funciona mejor cuando nos sorprende y con Intensamente ( Inside Out ) vuelve a dar lo mejor de sí mismo.
Riley (Kaitlyn Dias) es la protagonista putativa: una niña de 11 años atravesando la primera gran prueba de su vida. Por motivos de trabajo, Papa (Kyle McLachlan) y Mama (Diane Lane) trasladan a la familia de Minnesota a San Francisco. Viviremos este momento de convulsión a través de sus emociones más básicas: Alegría (Amy Poehler), Tristeza (Phyllis Smith), Miedo (Bill Hader), Ira (Lewis Black) y Disgusto (Mindy Kling). Uso mayúsculas porque en ese plano de existencia son sus nombres propios. Confinadas en una especie de cuarto de control en el cerebro, las emociones luchan por mantener estable a Riley en medio de tantos cambios fuera de su control. Pero sin saber por qué, Tristeza empieza a embargarlo todo, tiñendo de azul hasta los recuerdos fundacionales de la personalidad de Riley. Tratando de detener el proceso, Alegría y Tristeza se ven expulsadas del cuarto de control hacia el subconsciente. Deberán trabajar juntas para volver a su base y lograr que Riley recupere la estabilidad emocional.
Esta sinopsis no le hace honor a la complejidad de la película. La trama se visualiza a dos bandas. En el mundo real, vemos a Riley luchando con su nuevo entorno, resintiendo los cambios que sus padres han impuesto en su vida. Dentro de su mente, Alegría y Tristeza protagonizan una especie de “road movie” que navega por el consciente y el subconsciente y los entresijos de la percepción y la memoria. En un genial giro conceptual, los recuerdos se guardan como esferas, ubicadas en libreros gigantes que se extienden por pasillos curvos, emulando un cerebro. Cuando las emociones corren peligro de convertirse en abstracciones, se transforman en caricaturas cubistas y terminan reducidas a formas básicas en dos dimensiones. La visualización de lo intangible e incorpóreo es un triunfo estético e imaginativo.
Además de la circunstancia particular de Riley, Intensamente se proyecta hacia el espectador, casi obligándolo a meditar en un plano personal sobre su propia experiencia emocional. La película puede ser una herramienta didáctica valiosa. También puede ser disfrutada superficialmente en el nivel más literal. Es muy divertida. Agradezco que se haya programado en versión original con subtítulos, pues el reparto incluye a algunos de los mejores comediantes norteamericanos del momento: Amy Poehler, Bill Hader, Lewis Black y Mindy Kling brillan a la hora de dar voz a las emociones. Habría apreciado menos distracciones entre el auditorio. Los cines deben dejar de admitir bebés en la sala, al menos en las tandas nocturnas. En otros países la primera tanda del día se promueve para padres y madres que no pueden dejar atrás a sus niños. Hay maneras de atender a ese público sin comprometer la experiencia del resto de la audiencia. Mi alegría de ver una película extraordinaria se vio temperada por el disgusto y la ira.
Ver en la versión impresa las paginas: 19
