La vida de la Niña Lolita (Dolores) Pérez Castrillo se apagó. La educadora chontaleña de generaciones fue sepultada ayer por familiares y amistades sin que el Ministerio de Educación mandara al menos una flor. Sus hijas de crianza lamentaron que el Magisterio, al que consagró su vida, se haya olvidado de la ejemplar maestra.
A sus 94 años, la Niña Lolita murió recordando y anhelando la educación de sus tiempos, “lo que decía el maestro era ley, ahora el respeto y los valores van desapareciendo”, manifestó en su lecho de enferma, en febrero, cuando LA PRENSA dio a conocer su situación de olvido, motivando a que la secretaria de comunicación Rosario Murillo enviara, a través de la fallecida alcaldesa María Elena Guerra, equipo y personal médico para que la atendiera.
La también maestra de generaciones ya jubilada, Adela Gallardo, la recuerda como “una maestra muy valiosa, que sabía enseñar, moridora en las aulas de clase, dedicada a su trabajo, perdimos a una persona muy especial y valiosa, lo vamos a lamentar, pero nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”.
El olvido de las autoridades educativas, para quienes la muerte de la Niña Lolita pasó sin pena ni gloria, es interpretado por la profesora Gallardo: “Lo que pasa es que como ella era maestra de generaciones, la gente nueva cree que nunca van a llegar a eso, a ser ancianos, aunque sé que María Elena (exalcadesa) le ayudó en lo que pudo, el Gobierno municipal estuvo pendiente por orden de la compañera Rosario”, señaló.
Después de esa atención, las condiciones de olvido continuaron. La Niña Lolita sobrevivió a un primer derrame y aún conservó su habla, pero un segundo le quitó la vida, señalan sus sobrinas e hijas de crianza, quienes llegaron desde Estados Unidos para darle su último adiós.
Martha Pérez Castrillo, también hija adoptiva, manifestó: “Fue una mujer sacrificada, no fue madre, pero fue más que madre. Fue excelente profesora, se desempeñó como inspectora en Juigalpa, Managua y León, fue una persona que pesa, vale, ha sido ignorada y olvidada, ella no se lo merecía, porque fue una persona que entregó su vida al Magisterio”.
MAESTRA ABNEGADA
Mercedes Pérez Castrillo, hija de crianza dijo que “fue una maestra abnegada, con mucha disciplina, formó a alumnos que hoy son grandes profesionales, pero el Magisterio se olvidó de ella, en sus últimos cuatro años de cama no se acordaron, la única que estaba al tanto era María Elena Guerra, eso fue después del reportaje de LA PRENSA”.
Refirió que “le mandaron una cama de hospital y querían que permaneciera en Managua durante una semana, pero yo consideré que no estaba en condiciones de viajar e iba lamentar que no falleciera en su casa que ella tanto cuidó y deseó que se conservara su arquitectura colonial”.
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