Y algunos pueden decir que ya era hora, mientras otros se preguntarán el por qué de la medida alcista.
De estas dos posibilidades me voy a referir a la primera: Ya era hora. En Nicaragua todo sube. Suben los frijoles, el queso, los huevos, las medicinas. Vemos como los supermercados cambian los precios súbitamente. Como los comestibles suben y suben los artículos de primera necesidad. Y sube aquel y aquel otro. Y si salimos del supermercado pasa lo mismo, hasta llegar al artículo que nunca baja aunque su materia prima baje hasta el fondo.
Entonces por qué no los diarios que circulan por toda Nicaragua, cuyos costos de producción suben porque sube el papel, la energía eléctrica, los repuestos de las rotativas.
Los que ya tenemos años encima hemos visto el lento aumento de precio de los principales periódicos del país. LA PRENSA de 0.50 a 7 córdobas. Igual El Nuevo Diario y resto de medios escritos.
Desde el 27 de julio los diarios nicaragüenses tuvieron un alza de tres córdobas o sea que los dos principales diarios del país tienen un costo de 10 córdobas y al igual los demás diarios y semanarios.
Algunos dicen que la prensa escrita está condenada a desaparecer víctima de la tecnología que te permite leer los diarios de forma digital en las laptops, PC y demás dispositivos a base de internet.
Pero la pregunta forzada es qué cantidad de lectores de periódicos tiene acceso a los medios digitales. Es capacidad de ejecutivos, ciertos estudiantes y algunas personas más, poder acceder digitalmente a las noticias mundiales y locales. La gran mayoría de ciudadanos leen los periódicos porque son de fácil acceso financiero. ¿Y para qué están los cibers? se preguntarán algunos. Para otros menesteres, les contesto yo. Los nicaragüenses nos seguiremos manchando los dedos de tinta negra, porque así como el cine es un espectáculo que la TV no ha podido derrotar, el periódico tampoco será derrotado por los medios digitales.
Leer el periódico es un rito profundamente incrustado en el modo de ser de los nicaragüenses. La espera del repartidor que te lleva el periódico a tu casa es una tradición cultural. Y una vez que tenemos el diario de nuestra preferencia en nuestras manos, lo leemos en la mesa del desayuno, en la hamaca hecha en Masaya, en la oficina y hasta en el inodoro.
No es la tecnología digital la que va a derrotar a los diarios tradicionales. Ya no existirían el New York Time, el Washington Post, The Guardian de Inglaterra, Le Figaro y Le Monde de Francia, El País y ABC de España, el Pravda de Rusia, El Espectador de Colombia, El Mercurio de Chile, El Clarín de Argentina, Corriere de la Sera e Il Messaggero de Italia, por mencionar los más famosos del mundo y menos una pequeña y esporádica alza de precios.
El deleite de tener un diario en las manos informándote de la actividad preferida, acompañado de una taza de café matagalpino y de un puro de Estelí, es una experiencia única que jamás se va a lograr en un medio digital, en ese mundo en donde todo es virtual, aséptico, sin vida, supeditados a que no te falle la compañía que te provee el internet y que por supuesto no te falle la energía eléctrica.
Los periódicos de papel y tinta son una expresión más de vida en este mundo muerto por la violencia y los desórdenes sociales. El voceador del periódico le pone dinamismo a las calles de todas las ciudades del mundo con sus gritos originales voceando el titular principal.
Diez córdobas en determinado diario o tres córdobas más en los otros, no representan el olvido de un placer, ni la destrucción de las repúblicas de papel. El placer de leer el periódico como yo quiera, tal y como decía aquel guardia del cuento, no tiene precio.
El autor es periodista.
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