Cayó la noche, se encontraba lóbrega, solo los perros aullaban y se escuchaba el ulular del viento en lo silente de la esa noche, entonces el “fantasma” del tío Bernardino despertó y el estudio donde dormía estaba vacío y todo negro. ¡Se cambiaron de casa! ¿Para dónde se habrán ido ahora? se preguntó el fantasma, luego de recorrer toda la casa, salió volando de la casa y empezó a buscar a su sobrino favorito Reynaldo.
Mientras tanto, en una pequeña casa de una Comarca, el sobrino Reynaldo se acostó junto a su mujer y le dijo: Esta nueva casa me gusta mucho, ojalá no esté embrujada, ya estoy cansado de mudarme. Yo también, dijo su mujer, abrazándolo fuertemente con un poco de temor. Pero que importa, ese fantasma nunca va hacer más hábil que nosotros, si nos toca irnos, pues nos vamos, de por sí el ser humano es nómada, así la vida es más sabrosa que ser sedentario, le señaló el esposo.
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