Estar situado a 200 metros de la embajada de Nicaragua y a orillas del Paseo del mismo nombre en San José, Costa Rica, no le garantiza al monumento de Rubén Darío tener el cuido y realce merecido, como el nicaragüense más prolífero en la historia y el poeta universal que fue.
La artista plástica Loida Pretiz, en el 2004 hizo el mural con pedazos de cerámicas y remozó el pedestal sobre el busto de Darío que yace contiguo a las líneas del tren en Barrio La California, San José, desde hace más de 40 años.
El mural hecho con trozos de cerámica en el que imágenes femeninas se entrelazan con las de animales, está sucio y ha perdido a través del tiempo los originales azul y blanco que simbolizan los colores de la bandera de Nicaragua; el busto no se identifica por el crecimiento del ornamento de una propiedad colindante y al frente se ha convertido en un basurero.
Más que el sueño de los justos, la cabecita de Darío sufre la invisibilidad de los transeúntes y la impiedad de los vecinos, quienes tiran cualquier cantidad de basura todos los días que afean el lugar y la bandera azul y blanco sobre una de las hasta que por lo menos indicaban que ahí había algo de Nicaragua, ya no existe.
Todo este homenaje a Darío es un sitio público cuyo mantenimiento depende de la Municipalidad de San José, institución que impulsó en la capital un proyecto que remozó sitios como éste, llamado Arte urbano en espacios públicos.
Este medio ha intentado obtener una versión de la Municipalidad de San José y mucho menos de la Embajada de Nicaragua en Costa Rica, pero en ambos casos no ha sido posible.
El exembajador de Nicaragua en San José (2000 – 2004), Mauricio Díaz Dávila, considera que aunque el mantenimiento del mural sea responsabilidad de la Municipalidad de San José, “es deber moral de la Embajada preocuparse por cambiarle la cara a ese feo espectáculo que está a menos de una cuadra de la propia sede diplomática”.
Mientras estuvo Díaz como embajador de Nicaragua en Costa Rica, año con año se celebró en el lugar, el natalicio y fallecimiento del padre del modernismo, aprovechando que el agregado de prensa era un “viejo roble” del Darianismo y la cultura nicaragüense en general, Pedro Rafael Gutiérrez; el ya fallecido poeta quien literalmente inmortalizó el terremoto que destruyó Managua en 1972 con su célebre poema “Réquiem a una ciudad Muerta”. Gutiérrez siempre estaba atento a este tipo de celebraciones en San José.
“Debería ser trasladado y edificado un monumento que perennice la memoria de Rubén quién vivió en San José, en el Paso de la Vaca (ahora mercado), con su primera esposa, madre de su primer hijo fallecido dolorosamente, Rafaela Contreras Cañas”, sugirió Díaz.
En el año 2005, mientras era embajador Francisco Fiallos, la embajada realizó una ofrenda floral al busto del poeta, con exposición incluida del historiador nicaragüense Jorge Eduardo Arellano sobre aspectos desconocidos de la vida diplomática de Darío.
Cinco años después, ya como embajador Harold Rivas Reyes, la embajada revitalizó el monumento, sembró nuevas plantas e hizo una ofrenda floral junto la Asociación Binacional de Solidaridad con los Nicaragüenses en Costa Rica.
De ahí ha quedado prácticamente en el olvido, sin celebración alguna y las banderas y ornamento que la embajada coloca, son víctimas del vandalismo.
El llamado Príncipe de las letras castellanas nació el 18 de enero de 1867 y falleció el 16 de febrero de 1916. Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío es el máximo exponente de la poesía nicaragüense y del Modernismo literario en lengua española.
Darío vivió en Costa Rica entre el 24 de agosto de 1891 y el 11 de noviembre de 1892. Durante su estadía en este país, fue redactor y director de La Prensa Libre, periódico que este año dejó de circular en su versión impresa luego de 130 años de haberse fundado.
