Más del sesenta por ciento de los trabajadores que integran la clase media (aquellos con ingresos entre 10 y 50 dólares diarios) en Nicaragua no cotizan al Seguro Social, según el estudio Empleos para Crecer, publicado esta semana por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El organismo revela en su estudio que la situación es peor entre los trabajadores considerados como clase media vulnerable (aquellos con ingresos diarios de entre 4 y 10 dólares), porque más del 78 por ciento de este segmento no contribuye a la seguridad social.
Dichas cifras desvelan que el mercado laboral nicaragüense es el más deteriorado comparado con sus pares centroamericanos. Por ejemplo, en El Salvador, Guatemala y Honduras la informalidad laboral afecta a entre el 45 y 55 por ciento de la clase media ocupada.
En mejor posición se encuentra Costa Rica, una de las economías más sólidas de la región y que invierte el siete por ciento de su Producto Interno Bruto en educación; tiene la clase media con menores niveles de informalidad (entre el 20 y el 30 por ciento), igual que en países como Brasil, Chile, Panamá y Uruguay.
En el caso de los pobres (con ingresos de cuatro dólares diarios), en Nicaragua solo el 15 por ciento cotiza al Seguro Social, el restante no tiene garantizado, por ejemplo, una pensión de vejez.
EL INSS ESTARÍA EN JAQUE
La radiografía que los investigadores del BID hacen sobre el mercado laboral regional, pero sobre todo el de Nicaragua, deja al descubierto las bases sobre las que están asentadas las deterioradas finanzas del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, que el año pasado cerró con un déficit por 889.7 millones de córdobas, el peor desde 1990, cuando el INSS cayó en déficit global de efectivo.
De hecho, en Nicaragua hasta agosto de este año, 781,600 trabajadores están cotizando al Seguro Social. En 2014 la población en edad de trabajar, según datos del Banco Central de Nicaragua, asciende a 4.3 millones; la población económicamente activa a 3.19 millones; y la tasa de ocupados a 2.97 millones.
Además el año pasado el empleo informal creció ligeramente, al pasar de 74.4 por ciento en 2013 a 75.2 por ciento. La tasa de desempleo se elevó de 5.7 por ciento a 6.8 por ciento.
ELEVADO COSTO
La elevada tasa de informalidad en el mercado laboral nicaragüense se explicaría, en parte, según el estudio, porque en Nicaragua crear un empleo formal implica para una empresa destinar el setenta por ciento de la riqueza que producirá un trabajador para garantizar todas sus prestaciones sociales. Este costo, el segundo más alto en América Latina, está por encima incluso del 39 por ciento, que es la media que invierten las empresas para ese fin.
El salario mínimo (cincuenta por ciento de los costos) es el que más presiona, aunado a la baja productividad de los trabajadores por la poca inversión de los empresarios en su fuerza laboral.
OTRA AMENAZA A LAS FINANZAS DEL INSS
El economista Adolfo Acevedo ha urgido al país en que se debe aprovechar el bono demográfico y de género (gran disponibilidad de mano de obra joven) que domina actualmente el mercado laboral para afrontar el gran desafío que representará para el país y el Seguro Social el acelerado proceso de envejecimiento poblacional.
Acevedo alerta que en 25 años este bono demográfico empezará a reducirse, lo que presionaría, entre otras cosas, la sostenibilidad del pago de las pensiones, porque habrá menos trabajadores activos con respecto a la cantidad de personas envejecidas. “A Francia le tomó más de un siglo pasar de un 7 por ciento (todavía joven) a un 14 por ciento de la población con 60 años y más (envejecido). A Nicaragua le tomará menos de 25 años”, dice.
“Al envejecer la población y aumentar rápidamente el número de adultos mayores, tanto en términos absolutos como relativos y al incrementarse los montos promedio que reciben como pensión, se incrementará de manera considerable la presión sobre las finanzas del INSS y sobre los hogares”, señala.
Esa situación está ocurriendo en momentos en que la productividad de Nicaragua se encuentra en retroceso.
Según Acevedo, sobre la base de cifras oficiales, entre 2009 y 2012, la productividad laboral en Nicaragua cayó 2.7 por ciento anual. En ese período, menciona, la economía creció en promedio anual 4.8 por ciento, mientras que el número de trabajadores ocupados como un todo aumentó 7.6 por ciento.
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