Ganadora de un Óscar, heroína de una taquillera saga y rebelde por definición: Jennifer Lawrence es, a sus 25 años, una de las actrices más poderosas de Hollywood.
Este año volvió a ser nombrada la intérprete mejor pagada de la industria con ganancias por valor de 52 millones, gracias en parte a la saga Los Juegos del Hambre.
Su personaje de Katniss Everdeen la ha convertido en una de las pocas heroínas de la gran pantalla, papel reservado casi exclusivamente para los hombres.
Sus destrezas en esta historia apocalíptica con aires medievales la ha catapultado a la fama, con miles de fans en todo el mundo. “Necesité un par de años para acostumbrarme (al éxito) porque todo mi mundo cambió”, explicó este sábado durante la presentación en Los Ángeles de Los Juegos del Hambre-Sinsajo Parte 2.
“Ahora tengo una nueva vida normal, estable, feliz… casi aislada”, bromeó.
Pero Lawrence ha sabido equilibrar el éxito de taquilla con películas mucho más profundas que le han permitido demostrar otras cualidades interpretativas con las que asaltar los Óscar. Su primer intento fue en 2011 con el drama Winter’s Bone. Dos años después, lo logró. Lawrence se llevó la estatuilla dorada por su papel protagonista en Silver Linings Playbook, en el que interpretó a una mujer con problemas psicológicos que intenta superar la muerte de su marido.
El año pasado acudió de nuevo nominada por American Hustle, una comedia dirigida por David O. Russell, uno de sus mentores.
El éxito de la artista también se debe a su simpatía, su espontaneidad y la seguridad con la que habla públicamente de temas que Hollywood suele evitar. El último ejemplo ocurrió a principios de octubre, cuando denunció la costumbre de los estudios de pagar salarios más bajos a las mujeres que a los hombres.