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Doraldina Zeledón Úbeda

¿Habrá clima para Cumbre sobre el clima?

En estado de emergencia, París será la capital mundial durante la Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, prevista a realizarse del 30 de noviembre al 11 de diciembre del 2015, a la que se espera que participen más de un centenar de jefes de Estado, delegaciones y organizaciones de 195 países.

El reto para el país anfitrión es grande, y a pesar de los atentados y un contexto de guerra, Francia ha determinado realizar la Cumbre, con extremas medidas de seguridad, tanto en fronteras como dentro del país y en el escenario de la Conferencia. Además, la COP21 se ha reducido a sesiones cerradas de negociaciones, están prohibidas movilizaciones, festivales.

Estas cumbres se realizan cada año, durante dos semanas de conferencias simultáneas. El objetivo de la COP21 es negociar el documento que sustituya y supere el Protocolo de Kioto, acuerdo internacional sobre cambio climático; para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero, y destinar los recursos necesarios para su cumplimiento. Se espera un documento vinculante, donde todos los países se comprometan a cumplir, especialmente los que más contaminan. Ojalá no sea un acuerdo para posponer, como en otras Cumbres. O un discurso muy bonito, como tantas declaraciones que quedan solo para recopilaciones.

Además de lo que significa darle seguridad a los participantes y a la población, la situación es compleja. Más que para otras COP, me quedan muchas dudas. ¿Habrá seguridad si los ataques y contra ataques siguen? ¿Habrá clima para las negociaciones sobre el clima o será un momento propicio para otras alianzas? ¿Será conveniente realizarla ya o mejor posponerla? Pero, ¿el clima espera?

¿Podrán negociar los intereses económicos y políticos de las potencias con los efectos que ya sufren los países pobres? ¿Podrá el acuerdo bajar la temperatura para que los países y ciudades costeras e isleñas no se hundan? ¿Podrían transferir los presupuestos para armas y guerras a los países que sufren los estragos? Y, con el poder de la tecnología, ¿no sería posible realizarla mediante conferencias virtuales? Y trasladar el presupuesto al Fondo Verde, que todavía está verde. Y los países pobres ¿tienen capacidad para negociar?

¿Serán necesarias acciones para contrarrestar el cambio climático y heredar un mejor planeta a las generaciones futuras, si al futuro sin bandera, ni colores ni fronteras, lo están matando desde el presente y el pasado?

A pesar de la incertidumbre, creamos que en Francia se debe ganar batalla al cambio climático. Que la Ciudad Luz ilumine a los negociadores, y no sea solo un cambio de nombre del Protocolo. Que el hacedor de la luz apague a quienes fabrican guerras y proteja a los participantes, y a la población y dirigentes que los acogen.

Creo que vale una cadena mundial de oraciones, para que todo se desarrolle en paz y con buenos resultados. Incluso, movilizaciones de apoyo y de exigencias para un acuerdo vinculante para todos y no a voluntad de cada país.

La autora es comunicadora.

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