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Mario Arana

“Por qué las naciones fracasan”

Funides organizó recientemente la presentación del libro de James Robinson y Daron Acemoglu, titulado Por qué las naciones fracasan, reconocido como el mejor libro de economía del 2012. Para ellos, la pobreza no es resultado de la falta de capital, geografía, o asunto de culturas. La tesis fundamental es que la forma en que estén organizadas las instituciones política y económicamente, son claves para el desarrollo.

Distinguen entre institucionalidad extractiva, aquellas que trabajan en función de élites que controlan de forma excluyente el poder; y la institucionalidad inclusiva, donde existen incentivos y oportunidades amplias para todos, pesos y contrapesos a nivel del Estado, respeto por los derechos de propiedad y el Estado de Derecho entre lo más importante. Dependiendo de este arreglo, consideran posible lograr la modernidad y el bienestar económico.

Si bien valoran que el orden es vital para la prosperidad, la modernidad y la sostenibilidad del desarrollo, esto depende de que el poder sea manejado de forma incluyente y tenga los incentivos para la innovación y la inversión —dos factores claves para el progreso de base amplia— dado que los inversionistas tienen que tener la certeza de que las élites dominantes no le van a quitar la riqueza que generan.

Ven el ejemplo de China, como un caso en donde si bien hay orden, y eso ha permitido un progreso económico importante, y hasta ha servido para justificar gobiernos con un modelo autocrático, el hecho de que la élite del partido comunista controle el ejército, los medios, y los cuadros del partido, y no hayan pesos ni contrapesos, hace al final que estos factores pesen negativamente en la posibilidad de la modernización y la sostenibilidad del desarrollo futuro del país.

Robinson y Acemoglu reconocen que el cambio de instituciones extractivas excluyentes a instituciones inclusivas, no se da de forma voluntaria, sino que es producto de procesos políticos, conflictivos a veces, y que depende de decisiones críticas en determinadas coyunturas, liderazgos, nuevos consensos, sucesos trascendentales inesperados inclusive, o movimientos de masas y hasta revoluciones. No hay una receta. Pero, reconocen no obstante, que la forma de lograr a veces ese cambio en la actitud de las élites que controlan el poder, es fundamentalmente por el miedo a que se den revoluciones o inestabilidad, por parte de aquellos que se sienten excluidos. De allí que el sector privado pueda necesitar jugar un papel importante en la creación de condiciones que generen instituciones incluyentes, si no por otra cosa, por su propia seguridad y estabilidad de largo plazo.

Los países con instituciones económicas inclusivas, garantizan bien definidos derechos de propiedad, el Estado de derecho, y oportunidades para todos, sin restricciones o impedimentos para hacer negocios, y han enfocado la política económica en la provisión de bienes públicos para el desarrollo económico como la educación. En cambio en América Latina, caracterizada por una institucionalidad económica extractiva, los derechos de propiedad no están bien definidos, ni son seguros. Hay ausencia del Estado de derecho, y la política está sesgada para favorecer a unos pocos, con barreras de entrada e impedimento para hacer negocios y se ha fracasado en poder proveer bienes públicos como educación.

Este esquema de análisis debería servir a izquierdas y derechas que comparten el mismo desafío independiente de ideologías, para asegurar estabilidad de largo plazo que es clave para el desarrollo, ante este legado colonial histórico de desigualdad de derechos. Hoy derechas e izquierdas se diferencian por privilegiar las libertades para los primeros, y la igualdad para los segundos, pero de la misma forma tienen que lidiar con instituciones excluyentes como punto de partida, y ellas mismas pueden convertirse en parte del problema.

Transitar hacia una institucionalidad económica y política incluyente de forma deliberada a la vez que se fortalece esa institucionalidad es la conclusión que se extraería de este libro. Esta labor, toca trabajarla a todos. El empoderamiento de sectores amplios de la sociedad, la libertad de pensamiento y de medios, y la rendición de cuentas, son centrales al proceso. No hacerlo así, podría traer inestabilidad que afectará nuevamente las posibilidades del desarrollo del país.

El autor es doctor en Economía.

COMENTARIOS

  1. Nicaraocallí
    Hace 8 años

    Sin haber leído el libro ese podemos estar de acuerdo en que Nicaragua fracasó desde antes que llegaran los españoles.
    Aquí quedaron concentradas las tribus más atrasadas y violentas de lo que ahora conocemos como mesoamérica, y ni los conquistadores, con toda su salvajada militar-religiosa, las pudieron domar.
    Ortega sólo sería una reedición de algún cacique precolombino, corregida y aumentada; un cavernícola.
    Cuando oigamos la expresión “estado fallido” meditemos un poco sobre nuestra identidad y “cultura”.

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