Solo estaba, muy solo,
como la minúscula esfera
del rocío que roda
sobre la piel de una hoja
y de prisa cae al precipicio
de la nada que está vacía
incluso del silencio.
Era el polvo que se agita
al paso de los cascos
del caballo que trota,
de los pies ligeros
la partícula volátil
que en la multitud,
enturbian la vista.
Permanecía en la inconstancia,
que cambia, que flota, que mueve,
desgarrando la piel que cubre el pasado,
la nota que el viento se lleva,
la chispa del ruido que absorbe,
el ocaso del pájaro despistado
que posado en la rama se olvida.
Y también fui, en el destello
que capturan mis ojos,
la risa que explota,
el color que despierta y enluta,
la nube que moja y opaca
fundida en la natura diversa
del cielo que abrazo,
de la tierra que piso,
del aire, del agua, en cuyas ondas,
viajan y se esfuman mis sueños.