Las renuncias inesperadas de dos magistrados del Consejo Supremo Electoral (CSE) tienen alborotado el mundillo político nacional. El que hayan justificado sus renuncias aduciendo que lo hacían para darle paso a magistradas mujeres y la inmediata postulación por parte del ejecutivo de una militante de la juventud sandinista, nos obliga a hacernos una serie de preguntas y elucubraciones. La primera que se me ocurre es que el matrimonio presidencial no cree en las encuestas, porque hasta ahora el único cambio sugerido no cambia nada, a menos que consideremos el factor género como cambio.
Mi último artículo del 2015, lo titulé Las mentiras más mentirosas del año y la que identifiqué como la más mentirosa de todas, fue precisamente la relativa a los personajes más populares seguida de la que aseguraba que el partido de gobierno gozaba de más de 70 por ciento del apoyo a su gestión, proporción que a juicio de algunos hace innecesaria la elección del próximo 8 de noviembre.
La lógica más elemental te dice que si estás seguro de algo, deja que ocurra de la manera más favorable a tus intereses, eso quiere decir permitir elecciones limpias que legitimen tu triunfo. Otra elucubración, que me indica que el matrimonio sabe que no las tiene todas consigo, es el viraje del general Humberto Ortega, el que desde ya puedo asegurarles que viene al rescate del hermano.
Sus palabras de que este gobierno va por el camino correcto y su declaración de que está viviendo en Nicaragua nos lo confirman y puedo asegurarles que pronto lo veremos más beligerante en la defensa de los desmadres del hermano.
Pero siguiendo con el CSE, las recientes renuncias aumentaron las especulaciones sobre otras que están por venir, como la del magistrado Emmet Lang que se asegura que pasará al Instituto Nicaragüense de Deportes (IND), y sobre todo la más esperada, la separación de Roberto Rivas del que se asegura que será nombrado embajador en España. Si estas otras dos renuncias se dan, tendremos tres puestos vacantes y el día que conozcamos los nombres de quienes los sustituirán, podremos saber a qué atenernos.
Asumamos que nos recetan el escenario más negro. Un CSE con faldas o sin ellas, pero todos militantes al mejor estilo de la señora Moreno. Si a eso le añadimos falta de una supervisión internacional creíble, desde ya podemos estar seguros que su supuesto triunfo descansará en la aceptación de los partidos zancudos que los acompañen en la farsa, algo que a mi juicio no les servirá de mucho porque ya los astros se les desalinearon. Si por el contrario le dan un poco de crédito a sus encuestas, podríamos tener por lo menos dos personas con credibilidad en el CSE y si le agregamos observación electoral creíble, podríamos decir que estamos ante una justa electoral en donde nuestro voto por fin será contado.
Este escenario a mi juicio es una moneda al aire para el gobierno y no estoy muy seguro de que se decidan a hacerlo.
Pero independientemente de lo que se decida en el parque el Carmen, los demócratas no podemos bajar la guardia y debemos estar preparados para cualquier escenario y no descartar ninguna opción en nuestra lucha por el rescate de la democracia, aunque esta sea del siglo pasado.
El autor es analista político.