HISTORIA OSCURA
Si usted sale de Managua y toma la “Carretera Vieja a León” lo primero que notará es que en realidad se trata de una “carretera nueva”. Moderna. Posiblemente de lo mejor que hay actualmente en Nicaragua, pues fue construida con cemento hidráulico y no con asfalto como las otras. Los medios oficialistas se deshacen en loas y congratulaciones por este logro, del que hay que agradecer “al gobierno del comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo”. Y viendo la carretera, y sabiendo que fue construida por el gobierno en esta década uno hasta puede darles la razón. Pero, tras esa carretera hay una historia oscura que no se cuenta. Tiene que ver con corrupción, fraude y mentiras de este gobierno. Ya me explico.
FRAUDE ELECTORAL
La Carretera Nejapa-Puerto Sandino estaba prevista a construirse como donación a Nicaragua a través del Programa Cuenta Reto del Milenio, del gobierno de Estados Unidos. No solo era una carretera regalada sino superior a la que se construyó finalmente, pues sería de cuatro carriles, con vías peatonales, ciclovías, puentes peatonales y rotondas. Además, el programa aseguraba que todos los ciudadanos que fuesen afectados por la construcción serían compensados con terrenos y construcciones “iguales o superiores a los que tenían” pero en ningún caso inferiores. Ya quisieran los afectados por el canal un compromiso así. El programa se suspendió cuando faltaba esa carretera por construir y 65 millones de dólares por invertir, como consecuencia del descarado fraude electoral de 2008. Estados Unidos decidió no seguir donando su dinero a un país donde los votos de los ciudadanos no deciden quién gobierna.
FANFARRONES
Que se vayan, dijo el gobierno de Ortega. Y acusó a Estados Unidos de injerencismo. “Como si nos vamos a morir si no hay Cuenta Reto del Milenio”, dijo el diputado sandinista Jacinto Suárez. Y subidos en el podio de su arrogancia anunciaron alegremente que el gobierno chavista de Venezuela donaría 50 millones de dólares para la carretera. Sin embargo, el dinero venezolano nunca llegó a esa carretera. Se quedó en pura fanfarronería, y en septiembre de 2012 apareció el ministro de Hacienda firmando un préstamo de 38.6 millones de dólares con el BCIE. ¿Adivinen para qué? Para construir la bendita carretera que primero era una súper carretera donada, luego una carretera menor pero regalada con dinero venezolano, y que finalmente terminó en una carretera, moderna pero más discreta, pagada con nuestras costillas, y todavía hay que agradecérsela “al comandante y la compañera”. ¡Qué cáscara!
INJERENCISMO
Yo soy de los que creo que el injerencismo es malo y repudiable. Ningún país extranjero debe decidir por otro solo porque este sea más pequeño y débil. Pero, ¿de qué injerencismo habla Ortega? ¿De su derecho a robarse las elecciones sin que nadie lo señale de ladrón? ¿De que dignidad habla este gobierno que acababa entrar al gallinero, cometer uno de los fraudes más descarados de la historia, y todavía con las plumas en el hocico pide respeto? ¡Por favor! Eso está lejos de ser injerencismo.
PLATOS ROTOS
Y traigo este episodio a colación ahora que el gobierno de Ortega está haciendo otra vez lo mismo. Obliga a irse a un programa internacional de cientos de proyectos sociales y decenas de millones de dólares solo porque no usan como verdad absoluta sus cifras maquilladas, no los dejan manosear a su gusto el dinero que entregan los cooperantes y contrata a funcionarios que son de un partido distinto al de ellos. ¡Imagínense qué barbaridad! Y otra vez los acusa de injerencistas. Y otra vez nosotros pagaremos los platos rotos.
DOBLE RASERO
En todas estas fechorías, esgrimen un doble rasero. Cancillería de Nicaragua acusa al PNUD de usar “términos inusuales” en la respuesta a una nota de la misma Cancillería en la que esta se lució con un lenguaje más propio de una mara que de un gobierno. Acusan a este Programa de Naciones Unidas de contratar a funcionarios que militan en partidos opositores ¡como si eso fuese un delito!, el mismo gobierno que ha puesto la bandera de un partido en todas las instituciones de Estado (que eso si es delito) y que obliga a los trabajadores estatales a la militancia y cotización a su partido. En el fondo, lo que hay aquí es un gobierno que se comporta como pandilla, agrede, irrespeta, delinque, pero exige que se le trate con la dignidad y el respeto que ellos, por sus actos y comportamiento, no se merecen.