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Obra del británico Michael Landy conocido como uno de los destacados Young British Artist por su arte conceptual. LA PRENSA/EFE

Cuento: Ayer.

Otrora fue el Colegio Francisco Morazán, los años mozos de la secundaria en el instituto Telcor ubicado contiguo al Parque las Piedrecitas en donde nos conocimos y fuimos felices estudiando y jugando al basquetbol, fumando o escuchando música en la roconola del bar, bebiendo o simplemente jodiendo o caminando por el parque luego de un examen, con la novia de la mano o escondido entre los árboles.

Otrora fue el Colegio Francisco Morazán, los años mozos de la secundaria en el instituto Telcor ubicado contiguo al Parque las Piedrecitas en donde nos conocimos y fuimos felices estudiando y jugando al basquetbol, fumando o escuchando música en la roconola del bar, bebiendo o simplemente jodiendo o caminando por el parque luego de un examen, con la novia de la mano o escondido entre los árboles.

Como olvidar las fiestas de los fines de semana que iniciaban desde el viernes en la casa del gordo Manuel en donde en ocasiones con la resaca a flor de piel yo escuchaba a los Beatles o a los Rolling Stone con Gerardo y Will en la habitación de Manuel Sandoval y su añorada familia que por cierto ya no es tan gordo y nosotros los flacos ya no somos tan delgados como fue John Lennon o John Travolta en su tiempo.

Y Campos, el chavalo controversial que siempre andaba detrás de Rioncito y el Gordo ambos congeniando e idolatrando al gordo por sus habilidades con los números, afincando y compartiendo jañas, mientras el resoluto negro Luis Pozo vivía llorando en sus idilios por Urania o por la otra, e Israel con su inseparable religiosidad irreverente, porque de todas formas siempre nos acompañaba en nuestras francachelas y lo disfrutaba tanto que hasta a una isla de sus padres llamada Filipinas en el Gran Lago de Granada nos llevó una Semana Santa inolvidable de vacaciones, en donde el Chaparro Wilfredo Bermúdez que era jefe de un grupo llamado Los Pitufos en ese momento llegó a formar parte ahora de nuestro grupo y mi sincero confidente de mi segundo gran amor de adolescencia, con Will recuerdo que escuché y miré los conciertos de rock en mi casa al caer el sol.

Fuimos felices siendo libres como los pájaros, fieles a nuestros sueños y vagancias junto con el singular Gerardo García, el integrante más tímido de todos y mejor conocido como “presión baja”. Por ese Instituto que luego se llamó Héroes y Mártires de Batahola y hoy Alfonso Cortés anduvo también Yadira Collado, la soñolienta Yolanda, Maritza Jarquín y su hermano Mario y mi querida y adorada Mayra Doña, que un día partió para irse a vivir a Venezuela con su familia, o mi dulce y cruel Jazmina, la traviesa Debby y el gordo fachento y hoy ciudadano canadiense de Figueroa, y el ecuánime amigo salvadoreño, quien me enseñó a disfrutar en su flauta de madera a Juan Sebastián Bach.

Eran los inicios de la anhelada Revolución nicaragüense la protagonista de nuestra amistad, por ese entonces recuerdo que la vida transcurría entre tropiezos ideológicos y políticos los que de ninguna manera logró separarnos hasta que vino la noche trágica a nuestras vidas, y luego del bachillerato partimos tres al servicio militar, dos se convirtieron en militares permanentes, el gordo regresó a los testigos de Jehová, Israel desapareció al igual que Jazmina e Israel, mientras Gerardo se las arregló a como pudo y el inolvidable Play Boy de Carlos Álvarez que llegó a titularse de ingeniero civil y a Don Juan no lo he vuelto a ver nunca más desde aquella aciaga época, al igual que a Mauricio Lacayo el excelente amigo burgués más intelectual que conocí por ese entonces en tercer año se fue a vivir a California, entre otros brotheres y docentes.

Los amigos de ayer ya no somos los mismos, muchas cosas han cambiado otras ya no existen y otras nunca volverán, pero la amistad permanece indeleble a pesar de los años y las vicisitudes de la vida. Mientras tanto el tiempo transcurre su marcha y nadie lo puede evitar. Unos siguen desapareciendo, otros se siguen casando y separando, y otros se encuentran enamorados como yo, que por insistencia de Juan Campos y Marvin Javier Espinoza López y una pequeña ayuda espiritual de mis otros amigos me propuse escribir estas cuatro letras en honor al día del amor y la amistad. Felicidades.

Cultura Colegio Francisco Morazán Cuento narración archivo

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