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Denis Torres Pérez

Semblanza de don Domingo “Chagüitillo”

En ocasión de la entrega de la Orden de la Paz Martin Luther King a Domingo Sánchez Salgado “Chagüitillo”, en la Upoli (2005), figura legendaria en nuestra historia socio-política contemporánea, se dio lectura a la siguiente semblanza elaborada por el Instituto “Martin Luther King”, que hoy compartimos con ustedes:

Es sumamente difícil en poco más de una página reflejar la semblanza de una figura legendaria como don Domingo Sánchez Salgado “Chagüitillo”, patriarca del movimiento obrero nicaragüense.

Pues una vida tan rica, intensa, ejemplar, encarnada plenamente en más de cincuenta años de nuestra historia contemporánea, es casi imposible sintetizarla en unas pocas líneas.

El movimiento obrero nicaragüense a diferencia del sudamericano, que adquiere, por el carácter de sus respectivas formaciones sociales, protagonismo histórico ya entrada la segunda mitad del siglo XIX, en Nicaragua ese protagonismo solo será evidente ya entrada la primera mitad del siglo XX. De allí que la vida de “Chagüitillo” como forjador, inspirador y dirigente del movimiento obrero nicaragüense, desde los albores de la Segunda Guerra Mundial se empalme con la lucha de los trabajadores nicaragüenses del campo y la ciudad, por sus reivindicaciones históricas más sentidas: salarios justos, jornada de ocho horas, reforma agraria para los campesinos, vacaciones proporcionales, décimo tercer mes, pago del séptimo día, seguro social, convenios colectivos, libertad sindical, derechos políticos, entre otros.

Estas luchas se desarrollaron en las condiciones más adversas para los trabajadores, es decir, a la voracidad, explotación, insensibilidad y agresividad de los patrones se sumaba la opresión y represión de una férrea y sangrienta dictadura como lo fue la dinastía somocista.

Es precisamente en ese contexto en que adquiere estatura histórica la contribución de Domingo Sánchez Salgado, en la lucha de los trabajadores nicaragüenses. Se trataba de organizar a los trabajadores sindicalmente, de unirlos en estructuras más complejas y de envergaduras nacional, de capacitarlos en el conocimiento de sus derechos, intereses y reivindicaciones, de entrenarlos y disponerlos en formas de lucha propias de la clase obrera, aprovechando los mínimos resquicios legales que se conquistaban a la dictadura y a los patrones, implementando la huelga, la movilización, el diálogo, la negociación, las propuestas constructivas para alcanzar nuevos espacios y logros inmediatos y también estratégicos.

Conquistas históricas como el Código del Trabajo, aún cuando se promulgó bajo el régimen del fundador de la dictadura somocista, en abril del año 1945 y en plena vigencia de dicho instrumento legal de los trabajadores, solo alcanzó verdadera legitimidad luego de 15 largos años de luchas obreras hasta alcanzar la Primera Suscripción de un Convenio Colectivo en el año 1960. De igual manera, la creación del Instituto Agrario Nicaragüense y la promulgación de la Primera Ley de Reforma Agraria, con todas las limitaciones que comportaban dichas instituciones, fueron precedidas por una historia de organización, capacitación y lucha del campesinado por el derecho a la tierra, derecho que muchas veces se conquistaba como derecho inmediato y parcial a los patrones latifundistas a costa de brutales represiones al campesinado.

También condujo las luchas de los pobladores urbanos por una reforma urbana que a través de la Gran Liga Nacional de Inquilinato, promovieron hasta su promulgación, la primera Ley de Inquilinato que rebajó los precios en 50 por ciento y protegió a los inquilinos de la arbitrariedad de los casa tenientes; la legislación para construir viviendas populares que devino en la creación del INVI, entre otros.

Alguien ha sintetizado la labor de don Domingo en la historia del movimiento obrero en tres niveles:

1. Educar a los trabajadores para organizarse y luchar.

2. Educar a los patrones en el sentido de la obligación de cumplir con sus deberes en relación a las prestaciones sociales, y

3. Educar al Estado para hacer cumplir las leyes.

En el inventario de la vida de don Domingo, está el haber sido un tiempo el mentor ideólogo de un joven que, en el desarrollo ulterior de los acontecimientos, forjaría una revolución que cambiaría radicalmente la historia del país, este fue Carlos Fonseca, que aún siendo estudiante en León, en sus vacaciones volvía a Matagalpa y de la mano de don Domingo, participaba ya sea levantando actas del sindicato o en la capacitación y organización sindical campesina y con quien después, ya siendo jefe guerrillero, se encontraban en la clandestinidad y sostenían largas conversaciones.

Si bien, ninguna de las conquistas de los trabajadores que hoy disfrutamos fueron alcanzadas sin cuotas de sacrificio, no existe en nuestra historia antecedentes del ensañamiento del régimen Somocista en contra de un dirigente obrero como es el caso de “Chagüitillo”. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta, ochenta, noventa, más de cien carceleadas y detenciones fueron entre otros, el costo de una vida que había echado su suerte al lado del pueblo trabajador por un futuro mejor, pero los ideales de justicia, paz y libertad, ni los procesos sociales no se acallan ni se detienen con la cárcel y la represión, es el caso de don Domingo Sánchez Salgado “Chagüitillo”, ejemplo de héroe cívico para las nuevas generaciones.

El autor es director del Instituto “Martin Luther King” de la UPOLI.

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