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La resurreción de Cristo

Las escenas promocionales de Dios no está muerto II son estratégicamente presentadas antes de La resurrección de Cristo. Tiene sentido. Después de todo, ambas películas apelan al mismo público.

Las escenas promocionales de Dios no está muerto II son estratégicamente presentadas antes de La resurrección de Cristo. Tiene sentido. Después de todo, ambas películas apelan al mismo público. Pero las malas actuaciones y los pobres valores de producción del futuro estreno, claramente discernibles en el “tráiler” hacen que la modesta película de Kevin Reynolds (su presupuesto fue de solo 20 millones de dólares) se vea como una superproducción del Cecil B. de Mille.

Clavius (Joseph Fiennes) es un tribuno romano, mano derecha de Poncio Pilato (Peter Firth). La primera vez que lo vemos, pelea espada en mano con una escuadra de rebeldes encabezada por Barrabás. Entre una de tantas tareas, Pilato lo manda a cerciorarse de la muerte de Yeshua (Cliff Curtis) —sí, mientras se lava las manos—. El hombre que se presenta como el Nazareno es crucificado por retar el dominio romano en vísperas de la visita del emperador Tiberio. Clavius llega para terminar el trabajo. Pero su misión no termina ahí. A petición del líder judío Caifás (Stephen Greif) debe cerciorarse de que el cuerpo se mantenga en su tumba, probando la falsedad de la profecía sobre su resurrección 3 días más tarde. Cuando el cuerpo desaparece, Clavius debe resolver el misterio.

Ya sabemos lo que pasa. Esa es la fortaleza y debilidad de la película. Como el clásico cine bíblico de Hollywood, la película está diseñada para dramatizar y reforzar la interpretación litúrgica más popular y básica. La única novedad es el carácter del protagonista, a través de cuyos ojos experimentamos la historia: no es un cristiano. No importa lo que digan los materiales promocionales, tampoco es un ateo. Clavius confiesa su devoción al dios Marte, y su politeísmo le permite pedirle una señal al Dios de los judíos. Su escepticismo hace que la primera parte funcione casi como un drama de procedimiento investigativo. Es C.S.I. en el Gólgota.

Pero a medida que la acción involucra a otros personajes, el tono de la película se diluye y se vuelve más tradicional en su discurso. Mientras más personajes aparecen, más tenemos que hacer concesiones al artificio del cine industrial. Demasiados blancos caucásicos con acento británico pululan en Tierra Santa, incluyendo a Tom Felton, el famoso rival de Harry Potter. El peor ofensor es Stephen Hagan, actor irlandés que interpreta al apóstol Bartolomé como si fuera un surfista californiano, incongruentemente perdido en el año 33 d.C. La actriz argentina Maria Botto tiene una presencia intrigante como María Magdalena, pero la trama no tiene mucho tiempo para ella.

El carácter devocional de la película no permite que la duda corra muy largo. Inevitablemente, Clavius debe convertirse en un seguidor de Yeshua. La audiencia meta no admitiría otro giro de eventos. No hay suspenso sobre si Clavius se convertirá, acaso sobre cuándo lo hará. Los milagros posteriores a la resurrección se dramatizan con el celo de un profesor de catecismo. A medida que la fe se afianza en el romano, la película se vuelve menos interesante. En un inesperado ejercicio de sensibilidad cultural, los realizadores concedieron el papel de Yeshua al actor Cliff Curtis, y no a un rubio de ojos azules. El actor neozelandés tiene sangre maorí, pero entre tanto hombre blanco, parece apropiadamente étnico. El guion no le pide nada más que proyectar beatitud, y eso es lo que hace.

A medida que la película avanza a su desenlace, hace despliegues de kitsch religioso que refutan el pretendido realismo de las secuencias iniciales. Pero dudo que eso moleste al público. Dios triunfa al final. Con eso basta y sobra.

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COMENTARIOS

  1. Ralph Smith
    Hace 8 años

    El hombre de piel pálida o blanco es étnico también. No comprendo porque solo usan el término étnico para referirse a gente cuya piel no es pálida o blanca.
    El verdadero Jesus seguramente era de piel morena a como lo eran el 99% de los judíos de su época, de ojos cafe oscuros, pelo negro. Un típico semita de esa era en que no se habían mezclado con cáucasos.
    Su nombre en lengua hebrea es Yeshua el cual al ser traducido al griego es Jesús y en griego antiguo es Christo.

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