El déficit del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) alcanzó los 923.7 millones de córdobas en 2015, superando el déficit de 889.7 millones que se registró en 2014. El FMI proyecta que, después de lograr un superávit temporal en 2016, el INSS mostrará déficit sistemáticos a partir de 2017, y que para 2024 —dentro de 8 años— habrá agotado sus reservas y será insolvente.
Esto pone de manifiesto la presencia de desequilibrios persistentes. Entre 2002 y 2015 los ingresos del INSS aumentaron a una tasa promedio anual del 17.1 por ciento, mientras que los gastos operativos crecieron a un ritmo promedio anual del 19.3 por ciento.
Por ello es que, a la larga, aparecieron déficits operativos que, al aunarse con la inversión en activos no financieros –gasto de capital– han dado lugar a que se generen los déficits globales de efectivo que presenciamos hoy.
En 2016 los esfuerzos por contener el crecimiento de los gastos operativos del INSS se concentrarán en la nómina salarial y en la compra de bienes y servicios –incluyendo servicios médicos—, y ello puede ayudar a muy corto plazo.
Pero en términos absolutos, y por mucho, el mayor componente de los gastos operativos del INSS es el pago de pensiones y prestaciones, y a la larga el crecimiento de este componente crecerá con mucha mayor rapidez que ahora, generando déficits cada vez mayores.
La razón es que el país ha arribado a una fase en que el proceso de envejecimiento se está acelerando, lo cual significa que el número de adultos mayores crecerá con mucha mayor rapidez que el número de personas económicamente activas.
En lo que concierne al INSS, las cohortes que nacieron de 1956 en adelante, incluyendo la gran masa que se afilió en los 80, comenzarán a arribar por oleadas a la edad de retiro, lo cual hará que se incremente el número de personas que demandan una pensión. Detrás vendrán las cohortes sucesivas, más grandes todavía.
La pensión promedio también aumentará, en tanto aumente el salario mínimo, porque la ley establece que ninguna pensión puede fijarse a un nivel inferior al salario mínimo, y también aumentará la demanda de pensiones reducidas.
Al mismo tiempo, el crecimiento del número de personas en edad económicamente activa se desacelerará, y si la economía continúa generando empleos de baja productividad y bajos salarios, no habrá manera en que la masa salarial sobre la cual recae la cotización de los afiliados activos pueda mantener el paso al acelerado crecimiento de la masa de pensiones a pagar.
De hecho, entre 2002 y 2014 el número de pensionados creció a una tasa promedio anual del 8.2 por ciento —más rápido que el crecimiento promedio anual del 7.2 por ciento en el número de afiliados activos—, mientras que las pensiones promedio aumentaron a una tasa media anual del 11 por ciento, más rápido que la tasa media de crecimiento de los salarios promedio de los afiliados activos, que fue del 9.2 por ciento.
El resultado fue que la masa total de pensiones pagadas creció a una tasa promedio del 20.7 por ciento promedio anual, más rápido que la masa salarial total de los afiliados activos, sobre la cual recaen las cotizaciones, que creció a una tasa promedio del 17 por ciento.
La única manera en que el crecimiento en la masa salarial real de los afiliados activos, sobre la cual recaen los ingresos por cotización, logre crecer pari-passu con la masa total de pensiones a pagar, es que la cobertura del INSS se expanda cada vez más, y con la suficiente rapidez, hacia empleos de creciente productividad, cuyos salarios promedio reales también estén creciendo con bastante rapidez.
* Economista
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