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Edmundo Jarquín

Sí y no

En la sección económica del Diario LA PRENSA de ayer se publicó un excelente reportaje titulado Es hora de cambiar el modelo de crecimiento.

En esencia, y con una muy buena y muy sencilla fundamentación técnica, el reportaje demuestra que el crecimiento económico de los últimos años ha estado esencialmente basado en un aumento de la utilización de los recursos naturales y una matriz exportadora poco diversificada, pero con una coyuntura muy favorable en cuanto a los precios de exportación.

Mientras tanto, señala el reportaje, se ha mantenido la subutilización de la fuerza de trabajo y la productividad no solamente no ha crecido, sino que incluso ha venido bajando.

El cuadro anterior cuando dos días antes se había anunciado el cierre de la representación permanente del Fondo Monetario Internacional (FMI), y según nota del Banco Central de Nicaragua (BCN) la razón era el éxito “en mantener la estabilidad macroeconómica y el crecimiento”.

¿Qué es esa contradicción?, se podría preguntar cualquier nicaragüense. ¿A quién creer, a LA PRENSA o al Banco Central?

La confusión debe ser aún mayor cuando los medios oficialistas, que copan la casi totalidad de los medios de comunicación, con bombos y platillos han celebrado este otro éxito del gobierno orteguista.

En verdad, no hay contradicción y tanto LA PRENSA como el BCN tienen razón. Por eso cuando el periódico digital Confidencial me interrogó sobre qué pensaba del éxito anunciado por el BCN, contesté diciendo “sí y no”.

Y me expliqué agregando que sí en cuanto a la estabilidad económica, cuyos esfuerzos se habían iniciado en el gobierno de Violeta Chamorro y se habían consolidado en el de Bolaños, el cual en sus años finales tuvo incluso tasas de crecimiento económico semejantes a las actuales y en peores condiciones externas.

Pero añadí que no, en cuanto a remover los obstáculos estructurales al crecimiento y por tanto en cuanto a la sostenibilidad del mismo.

El FMI se ocupa, y esa fue la razón fundamental de su creación finalizando la Segunda Guerra Mundial, de la estabilidad macroeconómica de los países, en especial de la estabilidad financiera y cambiaria porque de la misma depende el crecimiento de los países y, cuando se trata de países grandes, también depende la estabilidad de los flujos financieros y comerciales internacionales.

Ese es el mandato del Fondo. Por lo demás, y de conformidad con ese mandato y los compromisos de Nicaragua como país miembro del mismo, el FMI continuará monitoreando la situación y políticas económicas, en especial dos recomendaciones que no fueron atendidas por el gobierno de Ortega y que tienen que ver con la estabilidad fiscal-financiera: primero, la sostenibilidad del Seguro Social (INSS), y segundo la necesidad de una reforma tributaria integral que garantice mayor equidad en la generación de ingresos fiscales y en su uso, pues tenemos una matriz fiscal que depende más de quienes menos pueden.

Pero el gobierno de Ortega ha hecho muy poco, casi nada, y en el balance ha sido absolutamente negativo, en cuanto a remover los obstáculos estructurales al desarrollo y por tanto lo que está en duda es la sostenibilidad del crecimiento. A eso apunta el reportaje de LA PRENSA que hemos mencionado, y el propio representante del Fondo se encargó de decirlo cuando se refirió a los desafíos pendientes en materia de educación, salud e infraestructura. Y eso que no señaló la corrupción y la depredación del medioambiente, que se toca cada vez más con la vida diaria de los nicaragüenses con la escasez de agua.

Es decir, el gobierno de Ortega ha tenido éxito, y en buena hora, en mantener las políticas de estabilidad macroeconómica del gobierno de Bolaños, y en ejecutar los proyectos de infraestructura que le heredó (y algunos más), pero no en cuanto a ir resolviendo, y ha tenido diez años para hacerlo, los obstáculos que garanticen la sostenibilidad del crecimiento económico. Ojo, y esto que buena parte de la estabilidad macroeconómica se explica muy dolorosamente: las remesas que han crecido en la misma medida que, por la pobreza, ha crecido la emigración.

Y además, a ese éxito hay que restarle otro costo: Ortega ha hecho en macroeconomía más de lo que ya se venía haciendo, pero sin democracia. Salvo los pocos que con Ortega han ganado, la inmensa mayoría hemos perdido. Esa es la verdad.

El autor es excandidato a la Vicepresidencia de Nicaragua.

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