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Madre Angélica, la monja TV

No tuvo infancia, su vida corrió peligro y un día la madre Angélica fundó la red de comunicación religiosa más grande del mundo. Tuvo “el don” de morir en Pascua, dijo de ella Benedicto XVI.

A la madre Angélica no le hizo una pizca de gracia que el canal católico donde trabajaba transmitiera la miniserie The Word (La Palabra, 1978). La consideraba “una blasfemia a nuestro Señor” y se lo dijo a su superior sin miramientos. “¡No voy a poner mis programas en esta estación ni voy a hacer más programas aquí si usted pone esa película!”, le exclamó a Hugh Smith, vicepresidente del Canal 42 de la estadounidense CBS, al final de los años setenta. Él no gritó, pero prácticamente la amenazó. “Si se va de aquí, no va a aparecer más en la televisión. Usted nos necesita”. La monja clarisa, de 58 años, se puso como un tomate, la azotó una ola de coraje y sin tener la más remota idea de cómo iba a lograr lo que estaba a punto de soltar, espetó: “¡No, no es así! ¡Solamente necesito a Dios! Compraré mis propias cámaras y construiré mi propio estudio”. La decisión fue insensata, precipitada, quizás hasta un poco tonta. Pero fue la mejor decisión que tomó en su vida.

Pronto se vio en su monasterio, sola, con sus monjas. Con muchas dudas en la cabeza pero sin miedo. Primero por su fe y su amor a Jesús, ella decía que “el amor no es un sentimiento, es una decisión”. Y segundo porque no era la primera vez que tomaba decisiones así de abruptas. Cuando decidió hacerse monja, por ejemplo, casi mató a su madre del susto. Se escapó de la casa y le dejó una carta que más o menos rezaba: “Estoy en otra ciudad, voy a hacerme monja, usted tranquila”. Así que llevar su mensaje católico a cientos de los hogares por televisión no era misión imposible para ella. Era una prueba más, e iba a sortearla como fuera.

Madre Angélica murió la semana pasada a sus 92 años. Su principal legado es EWTN, la cadena de medios católicos más grande del mundo. Tres papas la bendijeron y el sumo pontífice emérito, Benedicto XVI, incluso se aventuró: “Es un don morir en Pascua”.

La vida de la monja fue todo menos fácil. Dos veces corrió serio peligro y una vez se salvó de la forma más inesperada. “Un milagro”, diría ella, y no habría cómo desmentirla. Con sus programas ganó a miles de fans ofreciendo su punto de vista sobre temas bíblicos o asuntos de la vida normal, pero sus shows también generaron controversia en las más altas esferas de la Iglesia, incluido el Vaticano. Hoy, a pesar de ello, la señal de EWTN llega a 260 millones de hogares, en 144 países de cinco continentes.

 

“Incluso el diablo cree que Dios existe. Creer debe cambiar la forma en que vivimos”. Madre Angélica, según Aleteia.

NIÑEZ DURA

Su nombre real era Rita Antoinette Rizzo. María Angélica de la Anunciación fue el apelativo que ella escogió cuando decidió hacerse monja. Su madre, Mae Gianfrancesco, era de origen italiano, y su padre, John Rizzo, hijo de una familia de Ohio. Él era un sastre desempleado, bien parecido, mujeriego y no quería hijos. Ella era muy guapa y lo sabía, lucía vestidos que realzaban su silueta y coloridos sombreros de la época, pero el que su madre la sacara de la escuela en quinto grado de primaria le atribuyó una desconfianza en sí misma que luego se convertiría en depresión. El sábado 20 de abril de 1923, en la discreta ciudad acerera de Canton, Ohio, nació Rita.

Mae Gianfrancesco con su niña, Rita Rizzo, que después adoptaría el apelativo de madre Angélica. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.
Mae Gianfrancesco con su niña, Rita Rizzo, que después adoptaría el apelativo de madre Angélica. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.

La precisión de los datos la cuenta Raymond Arroyo, en su biografía Madre Angélica: La historia notable de una monja, de su nervio y de una red de milagros (2007). Actualmente editor y presentador de un programa en EWTN, Arroyo se reunió por largas horas con la religiosa para tocar hasta el último detalle de sus primeros recuerdos. Con esfuerzo, le venían imágenes de cuando era una infante y, junto a su madre, padecía los arrebatos de violencia y el machismo de John Rizzo.

Un pasaje del libro describe:

“El 24 de septiembre de 1930, (Mae Gianfrancesco) presentó una demanda de divorcio en la corte del condado de Stark, en Canton. El documento hacía referencia a la ‘extrema crueldad’ de John: los golpes, los insultos y su incapacidad para mantener a su familia. Le rogaba a la Corte que le otorgaran una pensión alimenticia y la custodia de Rita. La niña de siete años trataba de entender todo aquello: el matrimonio abusivo, las largas ausencias de su padre y el derrumbe emocional de su madre, la única de sus dos progenitores a quien en verdad conocía”.

<em>Rita Rizzo, a la edad del divorcio de sus padres. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.</em>
Rita Rizzo, a la edad del divorcio de sus padres. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.

Desde muy pequeña Rita conoció camas con cucarachas, hambre, desdén por parte de su familia paterna y a veces, contó en una entrevista a Tim Drake para el diario católico Register: “Tenía la responsabilidad de cuidar de ambas, de mi madre y yo. Ella me amaba profundamente pero las circunstancias la abrumaron. Yo no recuerdo haber tenido infancia. No hubo árboles de Navidad ni amigos”. Su madre, además, cargaría por siempre con el estigma de ser una divorciada, lo que en la época no era menor cosa.

Rita Rizzo como tambor mayor en la banda de guerra de su colegio. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.
Rita Rizzo como tambor mayor en la banda de guerra de su colegio. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.
LOS ESTIGMAS DE JESÚS Y EL MILAGRO

Años más tarde, cuando Rita tenía 16 años y sus genes eran generosos con su apariencia física, la adolescente sintió un dolor insoportable en el estómago. “Lo recuerdo como si fuera ayer”, rememoró para el Register. De los 16 a los 20 experimentó severos malestares crónicos por una obstrucción intestinal. Según ella, los doctores no daban con un medicamento que la sanara. “No me daban ni remedio ni esperanzas. Estaba al límite de lo que podía aguantar”.

Ante la falta de recursos y la desesperación de Rita, el viernes 8 de enero de 1943 su madre llegó a casa con noticias de una extraña mística de Canton llamada Rhoda Wise, de quien se rumoraba que había sido curada de un cáncer terminal y ahora “llevaba los estigmas de Jesús” en las manos (las heridas de Jesucristo cuando fue crucificado). Fueron a visitarla y la madre Angélica nunca encontró las palabras adecuadas para describir lo que pasó.

Madre Angélica, de joven, junto a la mística Rhoda Wise. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.
Madre Angélica, de joven, junto a la mística Rhoda Wise. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.

“No puedo expresar los sentimientos que me embriagaron cuando entré al cuarto donde Jesús le había aparecido a la señora Wise —Rhoda Wise era conocida por asegurar que Jesucristo se había materializado en una silla de su recámara, de noche; y también por ser una mujer presuntamente estigmatizada y con dones curativos—. Estuvimos allí un tiempito y me mandó a rezar una novena a Santa Teresa. Al final de los rezos por nueve días, algo pasó. Fui a la cama el noveno día con el peor dolor de estómago y de pronto había desaparecido. El domingo 17 de enero. No había nada en mi estómago. Estaba curada”.Su repentina cura fue un misterio para los médicos, que tomaron con escepticismo el relato de Rita y de su madre, pero la vida de la primera cambió para siempre. “Me di cuenta del amor que Dios me tenía y comencé a tener sed de Él”. Y fue en su busca. Cuando Mae Gianfrancesco regresó a casa la tarde del 15 de agosto de 1944, su hija no estaba. Solo había dejado esta nota:

“Cuando recibas esta carta estaré en Cleveland. He ingresado al Monasterio de la Adoración… Algo me pasó luego de la cura. No sé qué fue pero me he enamorado por completo de Nuestro Señor. Vivir en el mundo los últimos 19 meses ha sido muy difícil. Te amo mucho y no he olvidado todo lo que has hecho por mí. Por favor confía en Él… Te pido me bendigas para que pueda llegar a las alturas que anhelo. Te amo muchísimo”.

ANZUELOS DE PESCA Y MONJA TV

En la década de los años 50, varios años después de hacer sus votos solemnes y ya con el nombre de Madre Angélica, le encomendaron a la monja que limpiara el piso del lugar. Usó una lustradora electrónica, enjabonó el suelo y para su mala fortuna, resbaló. Su cabeza golpeó fuertemente contra un muro y su espalda resultó seriamente dañada. Su movilidad se redujo y en meses venideros la enyesarían y llevarían al quirófano. Según ella, como lo cuenta su biografía, un doctor le dijo en la víspera de la operación: “Mañana la operamos. Usted debe saber que es posible que no vuelva a caminar. Las posibilidades son 50-50”.

“¡Dios! No me has traído tan lejos para dejarme sin espalda de por vida. Señor Jesús, si me permites caminar de nuevo construiré un monasterio en tu gloria”. Prometió esa noche la madre Angélica.

La operación fue un éxito. Antes de darse cuenta, ella y varias monjas más elaboraban pequeños y buenos anzuelos para pesca con sus propias manos en Cleveland. Así juntaban el dinero y pronto la monja fundaría el monasterio Nuestra Señora de los Ángeles en Irondale, Alabama, pues su idea era hacerlo al sur.

Madre Angélica con hábito de monja en su monasterio LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.
Madre Angélica elaborando anzuelos de pesca con sus propias manos para ahorrar fondos destinados a la apertura de su monasterio. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.

Una vez a la cabeza del pequeño monasterio, a sus 50 y tantos años, la madre Angélica, que hacía parte de la Orden de las hermanas pobres de Santa Clara, más contemplativas y dedicadas a la oración y al trabajo manual, no se cruzó de brazos. Comenzó a asistir a un estudio televisivo y radial y participó en diversos programas. Gozó de cierto éxito, pero cuando supo que pasarían la miniserie de cuatro capítulos, The Word, basada en una novela de Irving Wallace que explora los orígenes de la Biblia y pone sobre la mesa la idea de un evangelio de Santiago, hermano menor de Jesús; habló con Hugh Smith, su superior, y terminó yéndose con la promesa de fundar ella misma su propio estudio.

Para entonces, a finales de años 70, Irondale tenía poco más de 6,500 habitantes. El Canal 42, afiliado a la poderosa CBS, era algo así como la única televisora varios kilómetros a la redonda. Por eso, pensar en fundar de la noche a la mañana un medio televisivo, era un total disparate.

 

“A la madre Angélica, con mi bendición le pido que ore por mí; lo necesito”. Papa Francisco, al saber del mal estado de salud de la madre Angélica, para ACI Prensa, en febrero de 2016.

DE UN HUMILDE GARAJE AL VATICANO

La idea de comenzar en el garaje fue de una de sus monjas. En total, madre Angélica tenía a cinco monjas Clarisas con ella en Irondale, en el pequeño monasterio que había fundado. Su experiencia le había enseñado que la televisión era más de perseverancia y disposición que de recursos ostentosos, así que transformaron la cochera en el estudio menos moderno imaginable. Poco a poco negociaron con entidades interesadas y reunieron más fondos. Pagaron los equipos necesarios, consiguieron luces y financiaron el resto a punta de créditos. Finalmente, el 15 de agosto de 1981, EWTN (siglas en inglés para Cadena Televisiva de la Palabra Eterna) transmitió su señal en televisión por cable.

Nueve años más tarde, en la década de los 90, la madre Angélica ya era una estrella de TV. Su show, según el New York Times, era irresistible para “católicos tradicionalistas que nunca encontraron pasión en los esfuerzos de los líderes de la Iglesia estadounidense”, pero sí en el carisma de una ancianita arrugada que hablaba sin pelos en la lengua e interactuaba mucho con su audiencia en radio y televisión. Era una monja querida y admirada por miles, aunque no por todos.

Filmación de un programa de la madre Angélica para la EWTN. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.
Filmación de un programa de la madre Angélica para la EWTN. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.

A lo largo de su vida mediática, la madre Angélica no ganó pocos detractores. Según la BBC, el sacerdote jesuita Raymond Schroth, en 1994, se empecinó en despotricar contra EWTN, llamándola “la Disneylandia de los pseudomilagros” y tres años más tarde, el cardenal Roger Mahony, de Los Ángeles, California —quien encubrió, se supo más tarde, a sacerdotes pederastas homosexuales—, no soportó que la religiosa le llevara la contraria a su carta pastoral de 1997 y movió cielo y tierra para que la Santa Sede la castigara. No lo hizo, pero hubo mucha polémica, pues el show era visto por millones de espectadores y ella “destruyó” la carta pastoral punto por punto en TV por cable.

Otros detractores, por su parte, advertían que los programas de una hora de la monja no eran más que mensajes simples, carentes de “sofisticación intelectual” y señalaban que eran “improvisados”. Quizás tenían un poco de razón en la sencillez del show. Mother Angelica Live duraba una hora, se transmitía sin anuncios y consistía en ver a la monja sentada en una silla, con una gran versión de la Biblia en su regazo y con un nutrido público al frente suyo, riendo y aplaudiendo el humor y la picardía de su discurso religioso o de sus consejos sabios.

Fachada del Santuario del Santísimo Sacramento, en el monasterio fundado por madre Angélica, en Hanceville, Alabama. La monja murió allí el día de Pascua de 2016. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.
Fachada del Santuario del Santísimo Sacramento, en el monasterio fundado por madre Angélica, en Hanceville, Alabama. La monja murió allí el día de Pascua de 2016. LA PRENSA/Cortesía del Monasterio Nuestra Señora de Los Ángeles.

Una vez, por ejemplo —y el video, titulado Living the present moment, está en YouTube—, dijo:
“Siempre vivimos en el peor momento de nuestras vidas. Y luego decimos que antes todo era mejor. Somos prisioneros del pasado que está muerto y del futuro que no ha nacido. Despertamos con temor por la mañana y nos acostamos con temor por la noche. ¿Por qué? Vivamos el ahora. Disfrutemos cada miserable momento. Creo que hay algo de libertad en eso”.

A los papas les gustaba el show. Según la BBC Juan Pablo II era un admirador de la madre Angélica y en 2009, el papa Benedicto XVI le otorgó a Rita Antoinette Rizzo, aquella niña sin infancia de Canton, Ohio, el máximo galardón que puede dar la Iglesia católica a personas religiosas o laicas: el Pro Ecclesia e Pontífice.

Rita Rizzo, o la madre Angélica, murió el pasado domingo 27 de marzo, en el día de Pascua. Tenía 92 años y según fuentes cercanas sufría por las secuelas de un derrame cerebral que padeció en 2001. Se encontraba en Hanceville, Alabama, adonde mudó su monasterio para agrandarlo y recibir a más monjas. En sus últimos días el dolor era insoportable pero ella insistió en que no le administraran drogas. “Supongo que así debe ser morir; estar listo y ser capaz de mirar hacia atrás a las luchas de la vida y saber que Dios era tu compañero todo el tiempo”, dijo una vez.

El funeral de la Madre Angélica tuvo lugar en el monasterio que fundó y donde pasó sus últimos días de vida. LA PRENSA/Cortesía de Jeff Bruno/EWTN/AP
El funeral de la Madre Angélica tuvo lugar en el monasterio que fundó y donde pasó sus últimos días de vida. LA PRENSA/Jeff Bruno/EWTN/AP

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