El 14 de octubre del 2015 escribí un artículo que titulé: Los retos de Vidaurre. En esa fecha el doctor Noel Vidaurre tenía escasas horas de haberse estrenado como candidato presidencial del Partido Liberal Constitucionalista (PLC).
Antes de continuar quiero dejar constancia que jamás he dudado de su vocación democrática ni de sus deseos de liderar la mejor coalición opositora posible. Pero como le dije en el 2006 al entonces candidato Eduardo Montealegre, el sendero que lleva al podio presidencial está empedrado con las buenas intenciones de los candidatos que quedaron en el camino.
Al momento de escribir este artículo, no creo que exista alguien que arriesgue un córdoba apostando a la continuidad del doctor Vidaurre como candidato del PLC.
A mi juicio esto se debe a que en el camino recorrido, ni él ni su equipo pudieron descifrar los entuertos que se les fueron presentando en su deseo de rodearse de candidatos que generaran la certeza en los votantes, que el PLC del doctor Alemán había quedado atrás. Para lograrlo Vidaurre tenía que estar consciente que fue la santa voluntad del líder, la que lo había llevado a alcanzar la postulación, ya que durante la votación fue necesario que el representante del PLC votara por su candidatura, dejando en el más completo desamparo al vicepresidente y candidato de ese partido.
Así las cosas, Vidaurre estaba en la obligación de ampliar la coalición que encontró al momento de su postulación y lograr que los nuevos aliados fueran más afectos a él que al líder; algo que evidentemente no hizo. Otra cosa en la que erró Vidaurre, fue en no pastorear a los miembros de la alianza para lograr que estos se comprometieran con su política y apoyaran sus decisiones. Por último, lograr separar de las posibles candidaturas a los miembros de la familia Alemán, requería de una sutileza que evidentemente no tuvo su equipo, ya que una vez que el pugilato se hizo del dominio público, era evidente que lo que estaba en juego era el control del PLC, sin contar que Alemán como esposo, estaba en la obligación de apoyar la intención de su cónyuge. Esta acción además de protegerle el matrimonio, le aseguraba el control del partido.
Ahora Vidaurre ha renunciado a la candidatura, lo que considero un tremendo error pues el que está emproblemado con la situación actual, no es él, sino el partido que lo convirtió en candidato.
En cuanto a su futuro político, no lo veo como candidato de ninguna otra coalición política, por lo que su mejor opción sería apoyar sin esperar nada a cambio a la coalición o partido que a su juicio ofrezca todo aquello en lo que él cree y que la intransigencia del líder del PLC le impidió llevar a cabo.
Echando un vistazo al PLC, que deja el doctor Vidaurre, puedo asegurarles que a Alemán le tiene sin cuidado si su partido solo consigue dos diputaciones en las próximas elecciones, la de la presidenta del PLC y la de su consorte. Ya que solo un cambio de dirección de última hora, lograría que esa coalición recupere la confianza que una vez el pueblo depositó en él.
La otra forma sería un milagrito de los que nos tiene acostumbrados el presidente del Consejo Supremo Electoral, Roberto Rivas y compañía.
El autor es analista político.