Luego de haber introducido la solicitud de inscripción como partido político el recién pasado 16 de febrero, Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN) ha iniciado una serie de consultas con sus bases a nivel nacional conducentes a verificar cada aspecto de la problemática que aqueja al país, de modo que podamos hacer una propuesta concreta que coadyuve en la solución de los innumerables y apremiantes retos que debe enfrentar el pueblo nicaragüense.
Resumidamente, lo que podemos observar es que existe un caos absoluto en cuanto al manejo de la cosa pública que de hecho raya en la corrupción endémica. Es decir, luego de la firma de los acuerdos de cooperación petrolera entre Venezuela y Nicaragua, a partir del año 2007, el secretismo, la improvisación y la falta de rendición de cuentas han hecho que la ejecución de dicha cooperación externa y su consecuente deuda se traten como si fueran secreto de Estado. Y lo que es peor, la permisividad del mal manejo de dichos recursos ha sido ante la vista y paciencia de la Asamblea Nacional y de la propia Contraloría General de la República.
Por otro lado, el absoluto divorcio que existe entre los intereses nacionales y los supuestos beneficios del Canal Interoceánico propuesto por la administración Ortega, no solo es vergonzante sino que se trata de una política contraproducente, antipatriótica y empobrecedora, pues tales propuestas asegurarían no solo el traslado de nuestra riqueza a destinos inalcanzables para los miembros más desposeídos de nuestra sociedad, sino que, lo que es peor, en el futuro seguramente se haría imposible el aprovechamiento viable de tales recursos hídricos.
Por último, la incertidumbre generalizada ante el desacato de la Constitución Política por parte del gobierno Ortega Murillo ha destruido las bases del sistema político de pesos y contrapesos, único garante efectivo que a nivel internacional se ha probado reiteradamente que sirve de imán para la inversión externa. La fuga de capitales y la inestabilidad económica resultantes han provocado que nuestra juventud prefiera “votar con los pies”, es decir, proponerse abandonar el país en la primera oportunidad, con el propósito de encontrar fuentes de trabajo rentables que acá escasean.
Tomando en cuenta lo anterior, FDN ha concluido que es necesario abocarse a tres ejes de desarrollo:
Primero. Sanear las finanzas nacionales y trasparentar las cuentas del Estado, promoviendo el regreso a los sistemas de gestión financiera y administrativa ya conocidas, de modo que cada nicaragüense que así lo desee pueda revisar con detalle cuáles son los activos y pasivos con que cuenta la hacienda pública.
Segundo. Desarrollo ecológico viable, sostenible y nacionalista, de modo que las futuras generaciones tengan el mismo derecho soberano de disfrutar de nuestras riquezas naturales, garantizándonos la flora y fauna que la industria turística requiere y los recursos que permitan a nuestros productores y empresarios producir fuentes dignas de trabajo.
Tercero. Rescate y promoción del Estado de derecho, de modo que convirtamos a Nicaragua nuevamente en una nación atractiva para la inversión extranjera, en donde se dilucide jurídicamente el tuyo y el mío a satisfacción de las partes, sin temor de ser víctima de la ira de autoridades o particulares por igual.
Ahora bien, para asegurarnos lograr las anteriores metas, FDN cree que dentro de sus filas el elemento idóneo que debemos impulsar es uno de nuestros mayores representantes, como lo es el exdiputado, abogado constitucionalista y comandante de la ex Resistencia Nicaragüense, Maximino Rodríguez Martínez, a quien nominamos para que aspire al máximo cargo ejecutivo de la nación.
Y conste que la selección del comandante Rodríguez se da no solo por la palpable sensibilidad social que lo ha caracterizado a lo largo de su vida, sino sobre todo porque ha mostrado el valor y dignidad que precisamente son fundamentales para hacer frente a una tarea tan delicada como lo es la que le estamos encomendando.
El autor es Secretario Nacional de Juventud FDN.