Sin duda comienza a surgir una marcada tendencia global que se inspira en Cuba. Viajes, colores, diseños de todo tipo, gastronomía, música, entre otros, basados tanto en la actualidad como en los años de oro de la isla, cuando la alta sociedad local lucía un estilo glamoroso y siempre muy atinado al clima tropical y húmedo propio del Caribe.
Hace unos días, el mundo de la moda volvió sus ojos a Cuba para disfrutar del desfile Crucero 2017 de la prestigiosa Chanel, de la mano de Karl Lagarfeld, quien logró exponer a nivel internacional el estilo, color y ritmos del trópico. Esto nos recuerda que en países como Nicaragua debemos iniciar una concienciación sobre el vestuario que solemos comprar y que muchas veces no usa los textiles más adecuados para nuestro clima. Los almacenes y boutiques deben enfocarse en ofrecer textiles que sean frescos y a la vez presentables para un comprador que desea mostrarse con estilo pero a la vez acorde a la realidad climática local.
En países con estaciones del año bien marcadas, en la época de verano se comercializan prendas en telas más frescas. Por ejemplo, los trajes de caballero son de lino o lana fría con grosores muy finos para poder vestir elegante y formal, pero soportando el calor ambiental. Las camisas siempre tienen mezclas de textiles buscando que en su composición haya siempre materiales como el algodón, popelín o el lino.
Es urgente hacer conciencia en vestir atuendos más frescos, y relajar los códigos de vestimenta en empresas y eventos, adaptándose a las características locales del clima. Esto además permitirá formar una sociedad más responsable con el medioambiente, mitigando el uso de los aires acondicionados obligatorios para combatir nuestro tradicional calor.