Después de un asalto, Byron Rojas parecía camino a una victoria ante CP Freshmart en Tailandia. La campana sonó y el nica comenzó a disparar sin cesar, como suele hacerlo. Entró y salió. Lo golpeó abajo y luego al mentón y no se dejó atrapar por un adversario pegajoso.
Sin embargo, eso fue solo el espejismo de una jornada tediosa, sin emociones y en la que prevaleció el tailandés, gracias a su catálogo de amarres, con los que sujetó el ímpetu de Rojas y después lo despojó del título mundial mínimo de la AMB.
No hubo forma de volver a ver al joven hambriento que peleó a pecho descubierto en Johanesburgo, que impuso el ritmo al combate y que conservó la iniciativa, mientras arrebataba la corona a Hekkie Budler, en una noche de ensueño para el pinolero.
“El Gallito” se mostró tan vulnerable, hablo desde el punto de vista táctico, que al final, era él quien amarraba y cargaba a su rival, mientras este se movía, punteaba y hacía repliegues valiosos para ganar. Ahí se contagió. El asiático hizo del amarre su mejor arma, pero Byron lo imitó al final.
Para una buena pelea se necesita a dos púgiles bravos, dispuestos a colocar toda la carne sobre el asador. Pero Freshmart no ayudó mucho en este sentido. El problema, no obstante, fue que Rojas no pudo aplicar variantes ante esa situación. No dispuso del antídoto.
Frente a un oponente que lleva la cabeza por delante de los puños, que amarra y que se siente cómodo en la corta distancia, era imperioso girar, entrar y salir, sin dejar de disparar, pero Byron no pudo poner todo eso en escena.
A Rojas le ganaron bien la pelea. Apretado, pero le ganaron. Sin embargo, quizá lo esencial ahora, será descubrir la capacidad de reacción del nica, quien ha probado tener suficiente corazón para volver a la cima, mientras realiza los ajustes necesarios.
El chavalo bravo de Matagalpa, debe volver a su estilo, impetuoso y corajudo, a ese que hace honor a su apodo de “Gallito”, porque al menos la madrugada del miércoles, quedó a deber. Pero es parte del aprendizaje. Muchas veces se aprende más de los tropiezos que de los triunfos.
Ya veremos qué viene para el “Gallito”.