TERRORISMO CONTRA TURQUÍA
El asesinato atroz y cobarde de personas inocentes y desarmadas en un aeropuerto de Turquía es una venganza del Estado Islámico (EI) contra el gobierno de esa nación. A inicios del 2015, el presidente turco, Recep Erdogan, fue criticado por ser muy complaciente con el EI porque no hacía nada para evitar que sus reclutas llegaran a Siria a través del territorio turco. Pero cuando Erdogan anunció que su país no solo se uniría a la coalición internacional liderada por Estados Unidos (EE. UU.), sino que también permitiría que aviones de la coalición bombardearan a los terroristas desde su territorio, el EI inicia a atentar contra los civiles de Turquía.
Se escogió como objetivo el aeropuerto, porque Turquía es un puente entre Europa y Asia, y en sus terminales aéreas transitan ciudadanos de países europeos que participan en la alianza contra el EI. Esta organización de extremistas ha aconsejado a sus seguidores que actúen por su cuenta en contra de blancos de la coalición que los bombardea desde el aire en Siria e Irak. El lema del grupo es: “Atacar a los ciudadanos y a los países que atacan al EI”. Asaltar a un aeropuerto donde hay personas de distintas nacionalidades tiene un gran impacto internacional, y daña el turismo, porque es un sector importante en cualquier economía.
Los fanáticos siempre andan en búsqueda de lugares repletos de personas que son presas fáciles porque no están armadas: centros comerciales, restaurantes y zonas rosas, iglesias, estadios, etc. Sin embargo, cuando los locales mejoran su seguridad, los terroristas buscan otros objetivos más fáciles. Por eso, antes, si querían matar a un embajador, agredían a la embajada, pero como ahora estas sedes diplomáticas mejoraron su protección, asaltan los hoteles donde se reúnen los diplomáticos.
Desafortunadamente, los atentados se están volviendo en algo cotidiano y lo peor es que nos estamos acostumbrando tanto que ya no nos indignamos como antes.
José Ramón Quiñónez.
MAXIMINO EN BATALLA
Ronald Reagan les bautizó como “paladines de la libertad”, era un grupo de campesinos alzados en armas durante la primera dictadura de Ortega que se robó las elecciones de 1984 obligando a fortalecerse a la Resistencia Nicaragüense. Maximino Rodríguez se convierte en el victorioso y legendario comandante Wilmer, quien solo dejó de empuñar su fusil cuando el voto popular derrota al dictador en 1990. Ya en la lucha cívica Wilmer gana otras batallas: en 2011 organiza a los campesinos del norte para que apoyen a Pancho Madrigal, esto molestó a Arnoldo Alemán que se creía dueño de los campesinos y junto con Roberto Rivas, presidente del desprestigiado Consejo Supremo Electoral, le aplican a Maximino artículos de la constitución colombiana para quitarle su diputación.
Ahora veo al comandante Wilmer, mi amigo y mi héroe, como uno de los pocos abogados que se pueden ir al cielo por su sencillez: aceptó correr como candidato a presidente en el partido propiedad de Alemán, lo que equivale a salir montado en Rocinante, el enclenque y flaco caballo de Don Quijote de la Mancha, y sin ninguna armadura. Si Wilmer levanta la voz o cabalga muy de prisa se topará con dos monstruos, despiadados, maquiavélicos, sin escrúpulos y más peligrosos que los molinos de viento. Si el corazón valiente y el espíritu patriota de Wilmer lo hacen volar tras la ilusión de una esperanza por encima de la gran farsa que solo permite que vuelen los zancudos, ante este peligro el dictador ordenará a Arnoldo que cambie al candidato porque organizar la farsa ha costado mucho.
“Si los malos supieran el gran negocio que es ser bueno, se harían buenos solo por negocio”, palabras del poeta cantor Facundo Cabral asesinado el 8 de julio del 2011 (coincidencia) el mismo día que Arnoldo mata las aspiraciones de Maximino de querer ser diputado. Dios, cómo quisiera estar equivocado y poder escribir que es mentira todo el sufrimiento que nos espera antes, durante y después de las elecciones que ganará el dictador de forma fraudulenta.
Leopoldo Villalta López.
LOS JÓVENES Y LA CONSTITUCIÓN
En un debate con mis compañeros, analizábamos un estudio de Jóvenes por la Constitución (JPC) entre universitarios, que reflejó que el 95.6 por ciento de los entrevistados confiesan no saber qué es la Constitución Política.
Ante esta preocupación se nos impone la tarea de orientar a través de los distintos mecanismos de enseñanza, entre ellos las redes sociales, colegios y universidades, el estudio de la Carta Magna como parte de la formación integral que requieren los ciudadanos en una nación.
Como jóvenes, haciendo uso efectivo de nuestro derecho de asociación establecido en el artículo 49 de la supra ley, hemos conformado un grupo: Jóvenes por la Constitución, que a través de todos los espacios de educación como este, pretendemos que el nicaragüense analice, reflexione, decida y comprenda sus derechos, deberes y garantías, así como las funciones de la organización estatal, logrando de esta manera el conocimiento de la situación política, económica y social del país.
¡Tenemos que apropiarnos de esto! Es por ello que hay que participar e incitar a los demás jóvenes, siendo nosotros la mayoría con más del 60 por ciento de la población, necesitamos tomar conciencia, compromiso, disposición e iniciativa. Aprovechando los espacios y mecanismos de participación ciudadana que nos confieren las leyes, por ejemplo, la Ley 392 (Ley de Desarrollo Integral de la Juventud) que también posee y garantiza principios, derechos y deberes.
Dejemos atrás la indiferencia, la intolerancia, la ignorancia o los malos deseos. Demostremos pasión por la patria, conozcamos de nuestra historia, raíces, cultura, cuidemos el ecosistema, mantengamos el aseo de nuestra comunidad, cumplamos nuestras labores con estilo de ética y moral, de manera digna y no por obligación.
Einstein dijo: “Debe de evitarse hablar a los jóvenes del éxito como si se tratase del principal objetivo en la vida. La razón más importante para trabajar en la escuela y la vida es el placer de trabajar, el placer de su resultado y el conocimiento del valor del resultado para la comunidad”.
Carlos Gabriel Berríos Munguía.
ABORTO EN UN MUNDO GLOBALIZADO
Nunca seré partidaria de la violencia contra el ser más vulnerable del planeta, al que se agrede hasta la muerte para deshacerse de él y así no cause problemas, mediante legislaciones aprobadas en parlamentos democráticos y que se denominan: “Leyes de la interrupción voluntaria del embarazo”, como si después de un tiempo, se pudiera retomar este y devolver la vida a los muertos, a ese embrión humano a una madre que no lo quiso y que jamás podrá ya recuperarlo aunque se arrepienta de su decisión.
El aborto ha alcanzado proporciones alarmantes en un mundo cada vez más globalizado en la transgresión, en un mundo en el que el bien y el mal están confusamente entremezclados y que hasta hace imposible discernir la conducta que uno debe seguir para considerarse a sí mismo, una persona honesta. El aborto sigue campando a sus anchas sin ningún remordimiento gracias a una pujante industria abortista, encargada de traficar con los órganos de los pequeños difuntos, y de crear en la madre un problema mayor del que ya tenía cuando estaba embarazada en contra de su voluntad.
La exmadre pasa a ser la víctima culpable de la víctima inocente de su hijo, muerto, esta vez sí, por su voluntad, el cual le recordará de por vida que le negó la existencia. Ese alguien que tenía derecho a existir y a dar al mundo su legado único e insustituible, deja un vacío que nadie podrá nunca llenar, puesto que los dones que Dios da al mundo para su desarrollo y competente evolución, los materializa en sus hijos, y así todo concebido, es amado y es necesario, y debe dar todo de sí para no defraudar los planes divinos.
Hoy, con los medios tecnológicos modernos, capaces de reconocer el latido del ser humano en gestación desde el primer mes, se hace aún más incomprensible el desprecio por esas vidas diminutas. Vidas a merced de sus caínes o de sus cuidadores que velan para que esa etapa del desarrollo humano enlace con la etapa posterior, la infancia, haciendo de cada persona que viene al mundo, un motivo de sorpresa, alegría y agradecimiento y que fructificará, si se le tutela hasta la juventud, en un beneficio insustituible para toda la raza humana.
Eva N. Ferraz.