14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

La revolución de Zelaya

En cada conmemoración del aniversario de la revolución liberal de 1893, sus devotos hablan de sus glorias y del gran progreso que supuestamente trajo a Nicaragua.

Sin embargo, con la revolución liberal ocurre prácticamente lo mismo que con la revolución sandinista del 19 de julio de 1979: de ninguna de las dos se dice toda la verdad ni se cuenta la historia tal y como realmente ocurrió.

Sin duda que la revolución liberal es parte de la historia nacional y no se puede ni se debe ignorar. Pero también se debe decir que el sistema de gobierno derrocado por la revolución liberal armada del 11 de julio de 1893 no era en realidad todo lo retrógrado que se ha querido hacer creer. E igualmente hay que expresar que el régimen liberal que impuso el general José Santos Zelaya, en sustitución del conservador, tampoco fue todo lo bueno que se ha dicho.

El doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal escribió en un editorial titulado Once de julio… un once cualquiera, publicado en LA PRENSA el 11 de julio de 1969, que “no se puede situar a la fecha citada, como el hito que marque una revolución popular, porque después de ella siguió un régimen autocrático, regresivo e incluso casi esclavista”. Recordó el doctor Chamorro Cardenal en aquel escrito, que “la mediana burguesía poscolonial nicaragüense, junto con los terratenientes, (agricultores patriarcales), gobernaban alternando el poder en distintos grupos, cuando se produjo la ‘revolución’, y esta vino a establecer un gobierno, que con toda la pompa aristocrática de las guardias kaiserianas impuso una tiranía, la cual, así como consideraba al campesino casi esclavo, sujeto a la obligación de su contrato de trabajo, dominaba al pequeño burgués antes libre, por medio de exacciones ilegales, multas, depredaciones de la propiedad, cárceles, exilios y toda forma de violencia”.

Acerca de los supuestos “cambios progresistas” que introdujo la revolución liberal de 1893, el director de LA PRENSA recordó que, más bien, “la obra emprendida por los hombres sencillos del siglo pasado (derrocados por el general Zelaya), que introdujeron al país el cultivo del café, le dieron ferrocarriles, telégrafo, trajeron a Nicaragua las primeras desmotadoras de algodón, construyeron riegos por gravedad para cultivos de caña y cacao (Rivas, Nandaime, Chinandega, Matagalpa), impulsaron la industria artesanal, etcétera, fue interrumpida por un afán de extender a sangre y fuego el dominio partidario liberal, en un país que ya estaba ideológicamente liberalizado”.

Más todavía. El doctor Chamorro Cardenal anotó en el escrito antes mencionado que “por suprimir todas las libertades públicas, incluso las de elegir, escribir, publicar escritos, hablar, reunirse, transitar, etcétera, mal puede calificarse el pronunciamiento del 11 de julio (que ni a guerra verdadera llegó), como un movimiento reivindicador de los derechos humanos o de las esencias republicanas y democráticas, sino todo lo contrario, abolicionista de estas últimas”.

Por la verdad histórica, a la revolución liberal lo mismo que a la revolución sandinista de 1979 se les debe de reconocer lo que tuvieron de positivo. Pero también denunciar todo el mal que hicieron a Nicaragua.

COMENTARIOS

  1. el carolingio
    Hace 7 años

    De revoluciones estamos hasta el gorro. En Nicaragua nadie quiere saber de revoluciones y aunque algo siempre se tiene que decir , lo que menos espera el pobre pueblo es que digan mentiras.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí