14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Evangelizando, templos
Gonzalo Cardenal M.

El cristianismo de mi juventud

La Modernidad: Decía en la reflexión pasada que enfrentándonos al mundo de hoy con ese otro en el que el cristianismo era aceptado como sinónimo de lo que es recto y conveniente, ha terminado. El mundo donde la ley de Dios era aceptada por todos aunque no siempre la cumpliéramos, ha pasado. Y  Dios mismo ha pasado y ha sido declarado muerto. Vimos cómo al mundo de nuestra adolescencia lo había sustituido otro mundo que también está pasando y que estaba asentado sobre cuatro grandes pilares:
Los que te dicen que lo que es malo para vos aquí y ahora con suerte mañana será visto como bueno. Y que lo que antes fue malo, ahora ya no lo es (relativismo).

Los que proclaman que nada es intrínsecamente bueno o malo, sino que todo está sujeto a las circunstancias y a tu propio criterio. Que compete a cada comunidad local y a cada persona el determinar la moralidad o licitud de algo (subjetivismo).

Los que rechazan la existencia de un “más allá”, de un mundo espiritual, y en consecuencia de Dios mismo (naturalismo).
Y los que proclaman al hombre y su bienestar como la razón de ser y medida de todas las cosas (humanismo secular ateo).
Estos propugnan la realización personal como derecho, meta y prioridad suprema, rechazando cualquier forma de renuncia, entrega o sacrificio, y para obtener esa realización exigen una libertad a la vez irrestricta e irresponsable. En el campo de la psicología ensalzan la realización personal y presentan el egoísmo como terapia para infinidad de trastornos emocionales. Este humanismo secular ateo es el común denominador de las llamadas corrientes políticas y sociales, llámese; marxismo, socialismo y del capitalismo, que a diferencia del dogma católico, creen encontrar las raíces del mal en el mundo, y la solución de sus problemas, en las estructuras y en los sistemas que lo integran y que lo gobiernan. Del cambio de estructuras y del progreso saldrá el nuevo paraíso.

En un mundo así, el cristianismo y Cristo no tienen utilidad alguna. Quedan, en el mejor de los casos, reducidos a algo conveniente para un “más allá”, que los unos rechazan como opio de los pueblos para su compromiso en el “más acá”… y los otros como un obstáculo a la implementación de medidas moralmente ilícitas que juzgan necesarias para el bienestar de los individuos, como el aborto, el  control de la natalidad, el derecho a la homosexualidad como estilo de vida alterno, etc.

En ese período de tiempo, predominan la razón y la ciencia. Solo se acepta aquello que es científicamente demostrable. Se entiende que la verdad es solo la verdad científica. Por eso es que se excluye lo religioso, lo trascendente, y todo lo que no parezca racional. En ese tiempo el hombre es el centro de todo. Predomina el individualismo y es por eso que se piensa tanto en los derechos individuales y en el éxito individual a expensas de la familia y de las comunidades humanas. Reina el mito del progreso. El mundo va siempre hacia adelante, y toda la humanidad estará cada vez mejor, gracias a la ciencia y gracias a la razón. Esta modernidad llega a su máxima expresión en lo que se ha llamado la sociedad tecnológica del siglo XX.

Y con todo esto nos adentramos a una nueva era que se inicia a finales de los años setenta y que conocemos como la post modernidad de la que hablaremos en la próxima semana.
EL AUTOR ES MIEMBRO DEL CONSEJO DE COORDINADORES DE LA CIUDAD DE DIOS
[email protected]

Opinión
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí