La epidemia de obesidad y las crecientes cifras de diabetes, hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares, que ahora se presentan con mayor frecuencia en personas más jóvenes, niños y adolescentes, ha motivado a la comunidad científica a investigar factores condicionantes para disminuir estos problemas de salud pública que afectan a la población.
El lunes 22 de agosto, la Asociación Americana del Corazón (AHA) publicó los resultados de un estudio sobre cómo el azúcar impacta negativamente en la salud cardiovascular entre los 2 y 18 años de edad.
El informe dice: “…Los niños menores de 2 años no deben consumir azúcar agregado y los mayores de esa edad y adolescentes deben consumir menos de seis cucharaditas de azúcares agregados al día y no deben tomar más de ocho onzas de bebidas azucaradas por semana”.
“Hay evidencia coherente que el riesgo de enfermedad cardiovascular aumenta conforme aumenta el consumo de azúcares agregados”, dice el informe.
Además “deben consumir alimentos nutritivos para desarrollar cerebros y cuerpos saludables”.
Por primera vez la AHA indica límites específicos para el consumo de azúcar en los niños. Pero la lucha para disminuir el consumo de azúcar no es nueva, la Organización Mundial de la Salud (OMS) el año pasado publicó una nota informativa sobre la ingesta de azúcar, dice textualmente: “…Se recomienda reducir el consumo de azúcares libres a lo largo del ciclo de vida. Tanto para los adultos como para los niños, el consumo de azúcares libres se debería reducir a menos del diez por ciento de la ingesta calórica total. Una reducción por debajo del cinco por ciento de la ingesta calórica total produciría beneficios adicionales para la salud”.
Ese porcentaje es equivalente a 25 gramos de azúcar o seis cucharaditas, la misma cantidad que menciona el informe.
El azúcar contenido naturalmente en la leche y las frutas no es perjudicial para la salud como lo es el azúcar agregado durante el procesamiento industrial o en la preparación de alimentos.
Azúcares agregados pueden ser: miel, jalea, jarabe de maíz de alta fructosa, sirope de maíz, dextrosa, fructosa o sencillamente azúcar de mesa blanca o morena. Estos no solo se encuentran en comidas dulces, pueden estar presentes en diversos alimentos como salsa de tomate, aderezos para ensalada, salsa de barbacoa, panes simples y otros.
Los adultos somos responsables directos de la alimentación de los niños, debemos entrenar su paladar a un bajo tenor dulce, limitar comidas de poco valor nutricional, medir el azúcar a fin de consumir solamente la cantidad recomendada en el contexto de una alimentación saludable, que incluya frutas, vegetales, frijoles, granos enteros, productos lácteos descremados, carnes sin grasa, aves y pescado.
Además, educarlos nutricionalmente para que conozcan los peligros que acarrea para la salud exceder el consumo de azúcares añadidos. Además es importante leer etiquetas nutricionales, no convienen productos con más de 25 gramos de azúcar por porción, con contenido mayor a cinco por ciento de grasas saturadas o trans, sodio y colesterol, que no aporten vitaminas, minerales, fibra y proteínas.
Asimismo revise ingredientes, y evite los que contengan jarabe de maíz de alta fructosa o sirope de maíz.