Apología al amor
Suad Marcos Frech
Este amor
—libre, contagioso—
lo sobrepasa todo:
la realidad, la utopía,
pasado, presente y futuro…
Pero nunca excede los recuerdos
—eternos, incontrolables—,
ni ilimitados anhelos celestiales.
Emana dulzura apasionada.
Incansable, terco y aguerrido,
andariego peregrino de placeres,
se desgarra en tenaces evocaciones.
Se sabe inmortal, feraz, picante,
digno de escribirse en mayúsculas, así:
AMOR.
AMOR.
AMOR.
Autorretrato
Suad Marcos Frech
Poeta, quijota,
pregonera de leyendas:
dueña de un lápiz,
de una pluma
y de palabras que nunca retroceden.
Mil lápiz se desliza solo;
es narrador omnisciente.
Vierte imágenes, navega
por rumbos inextinguibles.
Desfase agravios,
endereza entuertos.
Como dice mi amigo Uriel Barreto,
mi amor es un amor de novela:
entre la metralla y el humo
sobrevuela el abismo de la guerra;
planea por encima del odio,
danza de alegría por haber sucedido.
De este mágico lápiz mío se desprenden
nostalgias
y deleites irrepetibles.
Con este mágico lápiz mío
escribo este manantial de amor inacabado.
Inacabable.
Se me antojan…
Suad Marcos Frech
Se me antojan tus caricias.
Manantial recurrente arde en mi cuerpo.
Coloco este embrujo a mi disposición
y mimo mi sentir;
mis manos disfrutan férvidas,
me palpan,
me tientan,
me cautivan desmigadas en la almohada.
Mi cuerpo —emboscado en su propio límite—
persevera este delirio
lleno de palabras ardorosas, indómitas,
adversas a un universo lleno de voces prohibidas.
En ramos de corales,
en cántaros de sofocos,
desde el gozo de mi vientre
—que hace gala de mi audacia—
aflorarán gajos de frases
talladas en cada una de las letras de mis poemas,
y brotan de mi cuerpo estos secretos manifiestos
en tulipanes carnales.
Las palabras empiezan
Suad Marcos Frech
Las palabras empiezan con los recuerdos
de mujer,
combatiente,
guerrillera:
de aquí y de allá, de hoy y siempre.
Mis palabras crecen feraces;
se agitan, pero no se tambalean;
peregrinan y se conducen solas
a un tiempo sin fin que enaltece
el nacimiento de un amor interminable,
de ternuras infinitas que se quedan
para siempre ensortijadas en mi pecho.
Arden en el fondo de mis versos
esas quimeras insolentes,
lujuriosas,
carnales,
exaltadas,
que se rehúsan a dejar las caracolas
que una vez sonaron.
Mis palabras —mi única verdad resonante—
viven de la nada,
forjan alborozos rebeldes.
Son vocablos indestructibles,
trepidantes,
estremecidos,
palpitantes.
Juntan días y noches perdurables,
se arriman a la utopía,
persiguiendo el amor y la muerte.
Me exhibo
Suad Marcos Frech
Me exhibo ante el cosmos,
me instalo
en la altura donde resurgen cantos;
florecen magnolias, renace
mi audaz frescura trovadora:
intensa, visceral y contundente.
En un ritual sagrado y profano
asoman sones de palabras ardientes
y en la piel estallan turbulencias
de noches que sudan mis ardores.
Desde mi vientre húmedo
los versos se visten de saudades
y mis manos desangran gemidos
enroscados a los sueños.
Desde mí audacia recurrente
palabras se multiplican infinitas,
alborotan aromas atrapados
en fuegos de luciérnagas.
Se alargan los sonidos en la nada.
La madrugada disipa la penumbra,
y todo vuelve a acomodarse
en mi vuelo de soles.
El sortilegio concluye.
El alba me trae la ausencia.