Durante una manifestación opositora realizada el viernes pasado en Waslala, para repudiar la farsa electoral orteguista del domingo 6 de noviembre, un líder democrático local la comparó con un juego de beisbol sin árbitros.
“Si no hay jueces, ¿qué es? Es una perrera, así está este proceso electoral, es una perrera porque los jueces están comprados por el dictador”, expresó el concejal opositor Elías Manzanares (quien combatió en la guerra civil en las filas del ejército de la Contra con el seudónimo de “comandante Moreno), ante una multitud reunida bajo las banderas de Ciudadanos por la Libertad y la Coalición Nacional por la Democracia.
Debido a la gran afición popular al beisbol, en Nicaragua con frecuencia se usan términos y se comparan situaciones de este juego deportivo con la política nacional. Por eso el expresidente Enrique Bolaños se hizo acreedor a su apodo de “Churruco Bolaños”, a raíz de que publicó en LA PRENSA del 15 de enero de 1984 una columna de opinión titulada “Ni corrás que sos out”.
Con esa frase, don Enrique Bolaños —quien en ese entonces era presidente del Cosep— se refería de manera figurada a que la oposición no tendría ninguna oportunidad en las elecciones que la dictadura sandinista anunció para noviembre de ese año, pues no había un árbitro electoral independiente que pudiera garantizar la justicia y transparencia que debe haber en una competencia electoral para que sea auténtica y confiable.
Para ilustrar su opinión, el expresidente Bolaños relató que en tiempos pasados, cuando los juegos de beisbol eran arbitrados por un solo juez, había uno apodado “El Churruco” que se hizo famoso por sus fallos arbitrarios para beneficiar a uno de los equipos y perjudicar al otro. “Este Churruco —escribió don Enrique—, cuando por cualquier motivo decidía hacerle ‘el lado’ a uno de los equipos, corría de su posición detrás del pícher hacia primera, gritándole al bateador que acababa de batear: ‘Ni corrás que sos out’. Y efectivamente era out”.
Eso fue lo que ocurrió, en efecto, en las elecciones del 4 de noviembre de 1984. La dictadura sandinista ni siquiera permitió que participara la auténtica oposición, “la puso out” desde antes de que comenzara el juego al obligarla a retirarse con las violentas agresiones de las turbas contra los dirigentes y simpatizantes opositores.
Lo que pasó cuando las elecciones de 1984 fue muy parecido a lo ocurrido ahora, en 2016, cuando la dictadura orteguista también puso out a la oposición desde antes de que comenzara el juego electoral, al excluir arbitrariamente a la Coalición Nacional por la Democracia y sus candidatos Luis Callejas y Violeta Granera.
Sin embargo, también a Ortega se le puede decir “ni corrás que sos out”, en su pretensión de hacer creer que el 6 de noviembre habrá elecciones verdaderas. Por muchos esfuerzos que haga el régimen orteguista para mostrar grandes cantidades de votantes en los centros de votación, y aunque traiga invitados extranjeros —inclusive de la OEA, a los que hace poco llamó “sinvergüenzas”—, ese día no habrá una auténtica elección.
Ciertamente, en la jugarreta de esta farsa electoral, ni que corra Daniel Ortega porque ya está out.